Capítulo 14. No estoy lista para odiarte de nuevo

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¿Cómo podía ser tan débil y estar tan asustada? Regina seguía maldiciendo a sí misma, alternando sus pasos de un lado a otro a la luz de la luna. Hacía poco más de una hora que Tink la había dejado para pasar la noche en una de las tiendas de campaña de los chicos. También había estado entrando en pánico durante varios minutos ante la mera observación de estar sola. Incapaz de aguantar más la situación, Regina tomó rumbo hacia la carpa de la rubia que tanto la exasperaba y permaneció congelada frente a esta última, sin saber muy bien qué hacer. Molesta por su propio comportamiento, comenzó a caminar por la carpa por un buen rato, lo que la haría parecer que estaba loca si alguien la veía.

Maldita sea Regina, cálmate, pensó la morena, iniciando una nueva vuelta alrededor del refugio de la rubia. Sabes que eres más fuerte que esto. No tienes por qué tener miedo. Vuelve a tu tienda y duerme. Un ruido la sorprendió y la hizo saltar repentinamente hacia atrás, su pie inadvertidamente atrapado en las cuerdas de la tienda. Antes de que tuviera tiempo de comprender lo que le estaba pasando, su tobillo le dió a una de las cuerdas que brotó violentamente del suelo. Los glúteos de la morena acabaron cayendo sobre el suelo terroso del bosque. Cuando escuchó un crujido, una señal de que Emma iba a salir pronto, el corazón de Regina dejó de palpitar por una fracción de segundo antes de reiniciarse nuevamente. Este último entró en pánico y latió mucho más rápido de lo normal, mientras la joven permanecía congelada en su lugar. Estaba asustada y conmocionada como para moverse y siguió ahí, inmóvil, sentada en el suelo, atrapada en una maraña de cuerdas. ¿Qué rayos iba a decir ahora? ¿Hola Emma vine a tu casa de campaña, en mitad de la noche, porque no quiero estar sola? 

—¿Qué diablos es esto... —Emma hizo una pausa cuando asomó la cabeza completamente y sus ojos se posaron en Regina —Gina esta es una forma muy extraña de dar las gracias por ayudarte a levantar tu tienda.

—Lo siento ... yo ... tropecé — Regina murmuró, sus mejillas gradualmente comenzaron a encenderse.

Emma arqueó una ceja, no convencida por la respuesta de la morena. 

—La verdadera pregunta es ¿por qué estabas parada frente a mi tienda? Aparte de tropezar, claro. 

—Yo... bueno, eso suena estúpido ahora... —tartamudeó Regina. La pelinegra se vio las manos, de pronto interesadas en ellas. 

—Espera un segundo —Emma suspiró, abrió su tienda por completo y se puso sus Adidas antes de salir y tomar una bocanada de aire fresco —Bueno... ahora que estoy despierta, ¿te gustaría dar un paseo?

Regina frunció el ceño, lejos de emocionada con la idea de la rubia. 

—Emma, es la mitad de la noche. La mitad de la noche en un bosque.

—Y voy a dar un paseo —Emma se puso una sudadera blanca con capucha para protegerse del leve frío, subió la cremallera lo más que pudo y enarcó una ceja, mirando a la morena —Ahora tienes la opción de quedarte aquí, sentada en tu trasero, o acompañarme.

Con la mirada fija en el suelo mientras reflexionaba sobre la propuesta de la rubia, Regina finalmente asintió y extendió la mano. Emma le lanzó una sonrisa burlona y se dispuso a tomarle la mano a la otra. Sin el menor esfuerzo, tiró para ayudarla a levantarse. 

—Mientras caminamos, puedes aprovechar para explicarme qué estabas haciendo.

Al ver que no tendría muchas opciones, la morena rodó los ojos lentamente. 

—Está bien, pero no te puedes reír. 

—No puedo prometerte eso, pero lo intentaré —Emma dijo sonriendo sinceramente mientras se alejaban del campamento.

La chica popular SWANQUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora