Capítulo 5. ¿Crees que me gusta ser tan perra?

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El resto de la semana transcurrió sin mayores incidentes. 

Emma y Regina habían logrado mantenerse alejadas la una de la otra y ya no tenían actividades que las obligaran a permanecer juntas. Emma pasaba el rato con Belle y Ruby, bebiendo tragos con Killian y Graham, mientras Regina se divertía con su propio grupo de amigos. También es cierto que eso no había impedido que las dos chicas se fusilaran con la mirada cada cuando cruzaban en el hotel pero, la mayoría de las veces, se habían asegurado de evitarse como la plaga.

La segunda semana estuvo llena de juegos y actividades para el deleite de Emma, ​​Belle y Ruby. Habían participado, una vez más, en un partido de voleibol, un partido de waterpolo y también habían hecho kayak en el mar. El profesor Hopper no se mostraba contento ese día,cuando las tres chicas habían tenido la idea de rebasar el límite autorizado de distancia entre la orilla y el mar, y no regresaron hasta varios momentos después.

Ahora era domingo y Emma estaba disfrutando un cigarrillo fuera del hotel. Cerró los ojos mientras respiraba profundamente, inclinando la cabeza hacia atrás, dejando que los rayos del sol calentaran sobre su rostro.

Para ser honestos, se sentía entre cruda y happy, después de la noche que había pasado y las muchas bebidas que había consumido. Aquella noche Ella y Ruby acabaron llevando a rastras a Belle, casi inconsciente, a la habitación, las tres amigas dando tumbos por los pasillos del hotel.


—¿Tienes fuego? — Emma se volvió y vio a Tinker mirándola, apoyada contra la pared, con un cigarrillo en la boca. Emma metió la mano en el bolsillo y sacó un mechero que le entregó a la joven, quien asintió en agradecimiento antes de encender su cigarrillo y devolverle el mechero.


—Gracias. —Dijo Tinker, dando una calada a su cigarrillo, aún apoyado contra la pared del hotel.—No hay problema. Emma susurró mirando al suelo mientras fumaba su cigarrillo, desesperada por alejarse de la joven a su lado.


—Tink, estás ahí...— La voz proveniente de la oscuridad pausó al ver de quién estaba acompañada su amiga. —Oh, Swan. — Regina salió del hotel y miró a su alrededor, sorprendida de ver a Emma parada junto a su amiga.


—No te preocupes, he terminado. Emma dijo dando una última calada a su cigarrillo antes de apagarlo contra el suelo.


—Oh, pero no te vayas por mi culpa. —Regina inclinó la cabeza hacia un lado, mirando a Emma, ​​levemente divertida.


Emma puso los ojos en blanco. 


—No todo se trata solo de ti, ¿sabes?

La rubia les dio la espalda a las dos jóvenes y regresó al vestíbulo del hotel en dirección al ascensor. Extendió la mano y presionó el botón antes de cruzar los brazos y esperar con impaciencia.


Dejó escapar un suspiro cuando notó, por el rabillo del ojo, que una persona familiar venía detrás. 


—¿Te las arreglas para quedarte fuera de mi camino durante toda una semana y ahora tengo que enfrentarme a ti dos veces en menos de cinco minutos?

—Perdoname por no querer subir cuatro tramos de escaleras. —Regina estaba exactamente en la misma posición que Emma, ​​con los brazos cruzados sobre el pecho, esperando con impaciencia que se abrieran las puertas plateadas frente a ella.

La chica popular SWANQUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora