Capítulo 8. La heterosexual excepción

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—Un whisky en las rocas, por favor. — Emma gritó hacia el bartender, por encima de la música que resonaba en el club.

Era sábado; exactamente dos días habían pasado desde el incidente en el Gotcha, hace dos días  que había hablado por última vez con Regina. De por si las chicas solían evitarse la una a las otra tanto como podían, pero ahora era otro nivel. Era más asunto de Regina, porque la rubia se negaba a comprometer sus planes del día solo por afán de mantenerse alejada de la otra. En cambio, Regina no perdía oportunidad para mantenerse lo más lejos posible de la ojiverdes. Si Emma estaba haciendo algo ese día, se aseguraba de no hacer lo mismo y si Emma entraba a una lugar, Regina era la primera persona en irse.

Emma sonrió al camarero agradecida, dándole un trago a su bebida para después asentar unos billetes en la mesa. El bartender se apresuró a darle su cambio y la chica le agradeció, volviéndose con su whisky hacia la mesa donde estaban sus amigos.

Graham le sonrió a Emma cuando vio que se aproximaba a ellos.

— ¿Estás bien Em? — Emma asintió y le devolvió la sonrisa.

— Sí, todo ok... Hay mucha gente aquí esta noche, ¿no?

— ¡Bueno, todos están aquí! ¡Es sábado y estamos de vacaciones! — Belle comentó, uniéndose a la plática. Emma tomó un gran sorbo de su bebida, lo que hizo que Ruby se volteara a ella.

— Hoy toca tomar hasta morir, ¿Verdad, Em? —Ruby bromeó, señalando el vaso de la rubia.

Emma puso los ojos en blanco, divertida. Recorrió la mirada por el club, viendo a la multitud bailar al ritmo de la música. Su atención se centró de pronto en una morena bastante atractiva bailando en el centro de la pista; ella también la estaba mirando. Emma no la reconoció, por lo que estaba segura que no era parte del grupo escolar. La morena se veía más baja que Emma y era de tez trigueña, su cabello castaño ondulado caía en cascada sobre sus hombros desnudos. La mujer llevaba un vestido negro que le hacía justicia a sus curvas, hasta llegar a unas largas piernas bronceadas. La joven estaba llena de encanto y la sonrisa traviesa en su rostro mientras movía sus caderas al ritmo de la música solo la hacía ver más atractiva.

Los ojos de la chica permanecieron fijos en los de Emma, ​​lo que provocó que la rubia se perdiera más en su encanto natural. Emma salió del trance cuando sintió un codazo en las costillas, volviéndose inmediatamente para mirar a Ruby que le sonreía de oreja a oreja. Ruby señaló, en dirección a la chica. 

— Ve a hablar con ella. — Emma frunció el ceño, mirando a la joven que todavía le sonreía antes de volver a mirar a Ruby.

— No, no puedo hacer eso. — Ruby puso los ojos en blanco.

— Si puedes Em,  ¿viste cómo baila para ti?

— Simplemente está disfrutando mientras baila.— dice Emma, dubitativa. Ruby pone los ojos en blanco.

— Ay, por favor. ¿Y la mirada que te está dando? Deja de andar poniéndote excusas tontas y ve.— Ruby empujó la espalda de la rubia en dirección hacia la pista de baile, donde estaba la joven.

Emma tropezó un poco, girando su cabeza brevemente hacia Ruby en señal de fastidio. Emma se aclaró la garganta mientras daba unos últimos pasos hacia la trigueña.

— Uh... ¿Hola?— Emma comenzó, golpeándose mentalmente a sí misma por sonar tan ridícula. La chica dejó de bailar, y dio unos pasos hacia Emma, ​​invadiendo su espacio personal. 

— Te vi mirarme bailar. — Le susurro al oído, con voz coqueta.

— Y yo te vi mirándome. — La joven sonrió enigmáticamente y se acercó nuevamente  a Emma.

La chica popular SWANQUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora