Yeonjun

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— ¡Wooyoung ya me voy! — grito San, quien saltaba tratando de ponerse el zapato y con una tostada entre los labios.

— ¡Papá! — una infantil voz grito, seguido de unos suaves pasitos y su hijo entrando en el cuarto con solo su ropa interior puesta — ¡Upa! — extendió sus bracitos hacia su progenitor, quien sonrió antes de cargarlo.

— ¿Volviste a escapar de papi? — le preguntó al infante, quien asintió frenético y soltando leves risitas.

— ¡Choi Yeonjun que te dije de correr mientras te cambio, engendro malcriado! — se le escucho gritar al chico, quien llegó a la entrada con el cabello revuelto, la camisa al revés y una mancha de talco en la mejilla — Vamos, deja a tu papá irse que tiene que ir a estudiar — suspiro cansado, acercándose a tomarlo de los brazos de su novio — Tienes que dejar de consentirlo tanto — le reprochó.

— Jun es solo un bebé, Wooyoung — le sonrió, inclinándose para besarlo — Tengo que irme pero ¿pasas a dejármelo por la tarde en tu camino al café? — acarició el cabello de su hijo, quien cerró los ojos complacido ante la muestra de amor.

— Sí, te escribo cuando salga en camino — lo beso de regreso — Creo que estas llegando tarde.

— Verg-

— ¡San! — le llamó la atención, frunciendo el ceño.

— Me tengo que ir — volvió a decir, tomando sus llaves y metiendo la tostada a su boca de nuevo — Lof amo — hablo con la boca llena y despidiéndose con la mano antes de salir por la puerta del departamento.

— Bien, engendro ¿por qué no vamos a terminar de vestirnos y me acompañas a hacer el desayuno? — le pregunto al pequeño niño entre sus brazos.

— ¿Amena y fluta? — sus pequeños ojitos casi se iluminaron con ilusión ante la mención de su desayuno favorito.

— Sí, Jun, avena y fruta — botó aire — No puedo creer que te gusten esas cosas, no te cargue nueve meses para esto.

— ¡Fluta, papi! — exigió, cruzando sus bracitos.

— Ya vamos, ya vamos, ugh que exigente te estás poniendo — rodo los ojos, comenzando a caminar de regreso al cuarto del menor — Ya hasta pareces yo- Oh, tiene sentido — se encogió de hombros.

La vida de Wooyoung y San era bastante simple (tan simple como la vida de padres adolescentes puede ser pero ya me entienden):

San iba a la universidad de forma presencial por las mañanas los lunes, miércoles y viernes y trabajaba en un gimnasio las tardes de los martes, jueves y los sábados turno completo.

Mientras que Wooyoung estudiaba por internet, así que tenia un poco más de flexibilidad en sus horarios, siendo el encargado de llevar y recoger a Yeonjun del kinder los días que San estudiaba por las mañanas y trabajando en un café las tardes de los lunes, miércoles y viernes y las mañanas de los martes y jueves, siendo el quien se quedaba con Yeonjun los sábados.

A San solo le faltaba menos un año para terminar su carrera de microbiologia y a Wooyoung un año para terminar literatura, Yeonjun ya tenía cuatro años y seguía siendo el  más lindo, ya no era tan calmado tal vez, pero seguía siendo un buen niño y muy inteligente que facilitaba mucho la vida de sus papás.

Aunque a veces se le saliera lo hijo de Wooyoung y les hiciera unos berrinches nivel película de Hollywood pero esas era excepciones.

— Yeonjunnie, ya te dije que no vamos a llevar esas galletas, tu eres alérgico a los arándanos — explicaba Wooyoung con tono calmado a su hijo de cuatro años, que se había empeñado en llevar unas galletas solo porque llevaban avena — Si quieres podemos llevar unas oreo que le gustan a papá-

Cᴬᖇᖇᵁsᴱᴸ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora