Sentirse bonito

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Eran las 7 de la noche de un domingo frío cuando su hija volteó su atención de su rompecabezas hacía él y le hizo una pregunta que Seonghwa no estaba seguro de cómo responder.

¿Appa a ti te gusta ser un niño?

Parpadeó un par de veces, los grandes ojos de su retoño mirándolo directamente y su boquita estirada como pato tal cual hacía cada que estaba confundida.

¿Cómo se supone que le explicaba algo así a una niña de 5 años?

Diablos, él ni siquiera sabía que tenía una respuesta para si mismo.

— ¿Por qué lo preguntas, cielo? — se deslizó de su asiento en el sofá para quedar sentado en la alfombra junto a su hija.

La niña hizo una mueca (muy propia de Hongjoong, cabe decir) como si contemplara contárselo o no.

— Unos niños dijeron cosas feas cuando vieron a papi Joongie dejarme en la escuela — jugo con sus deditos, mostrando que estaba ansiosa.

— ¿Cosas feas? — preguntó preocupado, tomando a su hija y sentandola en su regazo para darle más seguridad — ¿Qué tipo de cosas, pastelito?

— Dijeron que los niños no se visten así — seguía sin ver a Seonghwa a los ojos, jugando con su collar en su lugar — Que mis papis querían ser niñas igual que yo — por fin subió su cabecita, sus ojitos llenos de lágrimas buscando respuestas en los ojos de su padre — ¿Por qué son tan malos, appa?

Seonghwa soltó un fuerte suspiro que ni tenía idea que estaba conteniendo, él sabía que eventualmente tendrían que tener esta conversación con Nabi, no se imaginó que fuera tan pronto y solo él, pues Hongjoong estaba cubriendo un turno extra en el trabajo.

Ellos sabían que estaban manteniendo a su bebé en una burbuja de amor y aceptación, donde no había lugar para los perjuicios y roles de género que sintiera que debía seguir, todos habían echo lo mejor para criar a pequeñas personitas que no sintieran pena de expresarse y ser ellos mismos.

Pero también pensaron que tendrían más tiempo para prepararlos para el mundo exterior, el mundo cruel y lleno de gente que no tenía reparo en esparcir su odio y desaprobación de los estilos de vida que no consideraban "normal".

Ese día Hongjoong había optado por vestir una larga falda negra, una camiseta del mismo color y por encima una especie de babydoll blanco de encaje vintage que había reformado en un top y sus grandes botas chunky Dior que había recibido de regalo en su último cumpleaños.

Era una visión, verdaderamente, Seonghwa amaba la confianza que emanaba su prometido cada que se vestía como quería y su pequeña hija siempre se emocionaba por ver los lindos atuendos que su papi se ponía, pidiendo ser vestida igual.

Siendo honestos el estilo de ambos era bastante androgino, no tenían reparo en usar prendas tradicionalmente diseñadas para mujeres, lo único que les importaba era que les gustase y sentirse cómodos, habían aplicado el mismo concepto en su niña apenas tuvo la suficiente edad para decidir cómo quería ir vestida por el día, no iban a obligar a su pequeña a usar cosas incómodas cuando lo único que quería era rebotar por ahí con sus primos y amigos, ya sea jugando al té o a cazar gusanos en el barro.

Ya estaban acostumbrados a las miradas reprochadoras que recibían de mujeres mayores que veían horrorizadas como Nabi corría desinhibidamente usando shorts de basketball y camisetas llenas de dinosaurios, su largo cabello negro amarrado en una coleta que terminaría desecha en la primera media hora.

Sin embargo nunca habían dejado que eso afecte a su hija porque eran genuinamente cosas por las que un niño no debería preocuparse.

Hasta que lo fue.

— Porque a veces la gente es mala en respuesta a algo que no entienden, cielo — acomodo el cabello de la niña — La gente es mala porque no le enseñaron a amar lo diferente — limpio las lágrimas que cayeron de los ojitos de Nabi — ¿A ti te gusta como papi Hongjoong se viste?

— Sí, appa — asintió — Papi siempre se ve muy bonito.

— ¿Tú crees que papi Hongjoong se siente bonito cuando se viste así? — recibió otro asentimiento de parte de su hija — Por eso lo hace, bebé, papi Hongjoong se viste como a él le gusta para sentirse bonito — explicó de manera pausada — A veces lo único que importa es que nosotros nos sintamos bonitos y no lo que los demás piensen — le sonrió a Nabi, que estaba envuelta en sus pijamas de carritos de carrera — Papi y yo estamos muy felices siendo hombres y más aún siendo tus papis — se acercó a dejar un pequeño en la frente de su hija — Pero si alguno de nosotros quisiera ser una mujer, ¿Tú crees que estaría bien?

Nabi pareció pensarlo un momento, sus pequeña boquita frunciendose por la concentración.

— ¿Serían felices así?

— Claro que sí, amor, todos somos felices cuando somos quien somos sin miedo.

— Entonces estaría bien, appa — se acurrucó más contra su pecho, adormilada — Yo los amaría igual.

Esa fue la última frase antes de quedarse dormida en los brazos de su papá, a quien se le llenaba el pecho de orgullo.

Ellos estaban haciendo un buen trabajo.

Una hora después de poner a su hija en su cama y arroparla, la puerta se abrió indicando que Hongjoong ya había llegado a casa.

Hablaron de sus días mientras cenaban tteokbokki que sobro del almuerzo de ayer y cuando llegaron a la conversación que Seonghwa había tenido con Nabi, Hongjoong no pudo evitar soltar unas lágrimas de alegría y orgullo.

Orgulloso de cómo Seonghwa había manejado el tema con su pequeña, de lo bien que había ido todo y alegría de saber que esta era la familia que estaban construyendo juntos.

Ser papás era el reto más grande de sus vidas, fuera de que ser papás jóvenes probablemente doblaba la dificultad, pero ellos hacían lo mejor que podían y el premio más grande era ver como crecía esa pequeña personita que ambos crearon.

Nabi era su recompensa.

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