ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 2 | ᴘʀᴇᴏᴄᴜᴘᴀᴅᴏ

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Hyunjin quería seguir durmiendo, en sus sueños podía sentir las manos gentiles de alguien que lo acariciaba con cariño

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Hyunjin quería seguir durmiendo, en sus sueños podía sentir las manos gentiles de alguien que lo acariciaba con cariño. Las manos recorrían con calma su rostro, acariciaban sus mejillas, las adoraban, las manos le contorneaban los labios con parsimonia, los tocaban con suavidad. Se recargó en el toque y una risita ronca se infiltró en sus oídos. Él sonrió.

— ¿Estás despierto o finges dormir? — Chan preguntó con sorna. Podía saborear la sonrisa en los labios ajenos aún sin verla.

— Estoy dormido. — Risillas acompañadas de caricias inocentes acurrucaron sus almas. Ambos disfrutando del otro, añorando. Saciaron sus ganas de amar una vez más entre las sábanas, se anhelaron.

Ambos hicieron promesas silenciosas, grabaron en sus mentes los lunares del otro, tatuaron en sus almas la suavidad de sus besos y los jadeos gustosos. Calmaron sus agitados corazones con la presencia ajena, susurraron palabras cursis, se dedicaron todas las canciones de amor, incluso las que aún no existían. Bajo el resplandor de los dorados hilos que atravesaban las blancas telas en la ventana, ambos cuerpos tallaron el nombre del otro con roces que dejarían marcas, muy, muy profundas.

Penetraron hasta sus huesos, no importándoles nada.

Se miraron a los ojos, el brillo en los del rubio era abrumador. Tan intenso, real. Hyunjin supo que en su mirada podía encontrar siempre las estrellas y un poco más. Lo besó con lentitud, ambos sonriendo. Eran unos tontos, pero de esos tontamente enamorados. Suspiraron.

Claro que se amaban, todos podían notarlo. Todos menos los padres del rubio.

Un quejido salió de su garganta

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Un quejido salió de su garganta. Lo primero que pudo ver en cuanto abrió los ojos fueron las manos de un peli azul sosteniendo las suyas en un apretado agarre, Han dormía pero su preocupación seguía latente aún en sueños. Pobre chico, incluso su cuerpo se mantenía tenso. Hyunjin se sintió culpable, un mal amigo. Acarició las hebras azules, queriendo disculparse con su cuerpo antes de hacerlo con su voz, siendo cuidadoso de no despertarlo y tratando de relajar sus tensos hombros.

Claro que no funcionó, Sung se levantó como si el diablo hubiera picado su trasero, apretando aún más su agarre y mirándolo a los ojos. Una vez más, Hwang quiso golpearse por ver la preocupación en la que había sumido a su nervioso amigo.

WIND | ᴍɪɴᴊɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora