Wang y Zhan son los primogénitos y herederos de sus respectivos clanes, enemigos naturales que deben unirse en una cruzada para salvar a sus padres y pueblos, la condición para encontrar el objeto que los salvara a todos es simple, "no te involucres...
El cuerpo de Wang estaba siendo ligeramente presionado por el de Zhan, quien a su vez no podía ver absolutamente nada, lo único que podía sentir era la respiración agitada de Wang la cual perturbaba sin descanso su concentración.
- ¿tienes miedo? - Susurro Wang.
- No - la respuesta de Zhan tranquilizó de alguna forma a Wang.
Wang se esforzaba por calmar su obvia agitación, pero le resultaba muy difícil hacerlo mientras sentía la dureza de Zhan acechándole.
- ¿puedes hacerlo más rápido? Ya no puedo tolerarlo más.
- Ya casi, no te muevas – Zhan aceleró sus movimientos.
- ¿lo tienes?
- Lo tengo.
- Bien, ahora muévelo con fuerza para que se habrá.
- Temo romperlo.
- No se romperá, solo hazlo.
- Esta aflojando, ya casi...
- Si, si...
- Se abrió...
- Genial, ahora muévete.
En lo que pareció una eternidad para Wang, Zhan logró abrir el cerrojo de baúl del cual eran prisioneros, levantó lentamente la puerta y verificó que no hubiera nada ni nadie extraño o peligroso antes de continuar.
- Estamos a salvo, salgamos de aquí.
Zhan salió del baúl siempre vigilando el horizonte, extendió la mano para ayudar a Wang, pero este decidió ignorarlo y salir por su cuenta, ante tal gesto Zhan solo sonrió.
- ¿Dónde estamos?
Wang observó su alrededor, montañas y arboles ancestrales rodeaban su ubicación, respiró profundo y antes de alcanzar a decir otra palabra, se movió junto a Zhan presionándolo fuertemente de su brazo, asustado al escuchar el sonido de una bestia salvaje llenando todo el ambiente.
- Tranquilo Wang, solo es una mamá bahiana llamando a sus crías.
Esas palabras no parecieron tranquilizar a Wang, tal vez Zhan no podía recordar que fue exactamente esa bestia la que quemó toda su aldea cuando él tenía apenas 8 años.
- Zhan salgamos de aquí.
- ¿a dónde quieres ir?
- Por ahora, lejos de esa cosa.
Zhan lo miró con dulzura, le sonrió suavemente, pero Wang solo se volteó fingiendo buscar la dirección de su destino.
- Vayamos por allá – Wang señaló la dirección en la que se podía escuchar un riachuelo.
- Bien, déjame cargarte, no podrás caminar con esa herida en tu pierna.
Por supuesto Wang no querría ser cargado por el hijo de su peor enemigo, ya le parecía demasiado tenerlo como compañero de exilio, como para dejarse ayudar por él.
- Puedo solo.
Los ojos de Wang se abrieron a centímetros del suelo, maldijo su mala surte cuando sintió los fuertes brazos de Zhan sosteniéndole.
Zhan no dijo nada, lo monto sobre su espalda y caminó rio abajo.
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