7: Mas Allá del Jardín

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Roger notó el brusco cambio de personalidad de Emily, tenían la mala suerte de convivir con una alma en pena de mas de cien años que se manifestaba casi todas las noches, así que quiso invitarla a salir y recorrer lugares poco explorados de la isla, como el interior de la vieja mina de oro en el corazón del pueblo.

—Vamos abeja, no dejes que los tormentos del fantasma te acechen durante todo el día— mencionó tocando la puerta de la habitación de la muchacha

—Esta bien Roy, bajo en un segundo— respondió desde adentro la chica de ojos miel.

Este la esperaba en el patio de su casa, tenía la mesa preparada, el había preparado su queso y bagel favorito, aunque ella insistía en que no tenía hambre, se tomaría una ligera sopa con pan.

—Seguramente no quieras salir y perder oportunidad de descansar de tanta preocupación, además estás diferente— dijo él tomando un vaso de leche fría, y acechando con su mirada a la joven.

—Si quiero salir idiota, ¿Qué te hace pensar que estoy diferente?.

—¿Enserio? No sales de tu habitación, no sonríes y estás más pálida que yo.

—Ugh, supongo que si, ¿A donde vamos?.

—A la mina de oro— dijo en un tono serio e imponente. Sígueme, conozco un atajo.

Así fue como los dos tomaron un atajo a través de las colinas del pueblo en vez de esperar a los tranvías de la zona, llevaban un hacha y una linterna cada uno, una vez llegaron a la mina localizaron una entrada alejada de la principal, mas pequeña y mas oscura, una señal de entrada al infierno para otros, y una buena dosis de adrenalina para el chico. Se adentraron en la cueva, los viejos carros mineros llenos de oxido se veían por todos lados, tomando una piedra los dos marcaron sus iniciales y siguieron con su improvisada expedición, por miedo a perderse decidieron dar la vuelta y volver hasta la salida, sin embargo encontraron un hoyo a mitad de camino por el que salieron. A lo lejos se veía un puente de hierro que daba a un recinto de pequeñas casas abandonadas, esto despertó la curiosidad de la joven.

—Acaso esas son... ¿Las casas coloniales de Valesbridge?.

—Ciertamente abeja, ¿Que dices? ¿Vamos?.

—No se si es seguro—dijo por lo bajo. ¿Cómo volveremos?.

—Podemos caminar hasta Abbey, llegar a Killdane y tomar la línea principal, yo pago.

—Me apunto entonces, muévete gris.

Los dos caminaron lentamente sobre el puente mientras conversaban cuidándose de no perder el equilibrio y atorarse en uno de los agujeros de la demacrada estructura, era evidente que Emily estaba cambiada, aunque ella persistiera en no querer aceptarlo. La chica estaba en su mundo mirando el rostro preocupado de su acompañante, caminaron bajo las antiguas raíces de los árboles acorralados por el paso de tiempo y el abandono de sus existencias, se adentraron entre las ruinas de las casas del lugar, Roger admiraba las facciones de su acompañante mientras trataba de averiguar que sucedía con ella, observando los alrededores el muchacho le preguntó acerca de su estado anémico durante los últimos días, la pálida chica le dió una tímida sonrisa, de esas que son difíciles de encontrar y procedió a responderle.

—He estado soñando con Cristopher durante todo el mes y eso me ha afectado, como podrás ver no estoy en la mejor condición pero de alguna forma me gusta estar en casa, leer los libros de la biblioteca, sobretodo los que me mostraste, no se que está pasando conmigo pero siento que el fantasma de tu tatarabuelo busca algo en mi y creo que no es del todo bueno.

—Comprendo...estoy dispuesto a ayudarte con lo que sea.

—Gracias Roy, gracias por traerme aquí—dijo en un sabe y adorable tono de voz

—Uh...no hay de qué—respondió seriamente. Hay algo más raro en ti— murmuró .

—¿Dijiste algo?.

—p-para nada—se sobresaltó el sonrojado muchacho

—Camina idiota—Emily río suavemente, esto sorprendió aún mas al chico, lo cual lo hizo relajarse un poco mas.

El dúo disfrutaba recorres las raíces de la civilización del pueblo mientras charlaban acerca de sus vidas, poco a poco fueron penetrando entre las casas hasta llegar al centro del pueblo donde se respiraban más aires urbanos, allí entraron a pequeño local por unas bebidas energéticas para reponer su extensa caminata y poder seguir caminando hasta la estación. La intriga y la curiosidad recaían completamente sobre la actitud misteriosa y angelical de Emily, el chico la observaba caminar mientras hablaba de una manera tan especial la cuál las demás personas no son capaces de igualar, tal vez estaba alucinando un poco pero al menos tenía algo de compañía.

La chica por otro lado estaba teniendo uno de los mejores días de su vida, respirar el aire fresco que desprenden los árboles de las colinas la llenaba de paz en vez de pasarse horas en la biblioteca estudiando y rellenando registros escolares pero no dejaba de pensar en la cara de aquel espectro que merodeaba la casa cada cuatro noches, la manera en la que veía sus ojos era tan intensa que despertaba en ella un deseo de acercarse aún más y saber el doble de lo que sabía acerca de su vida, sabía que en el fondo el fantasma había estado recorriendo los pasillos de la casa por una razón, tenía en mente leer los libros de la biblioteca 412 a altas horas de la noche, quizás así sería más fácil comprender las cosas.

Ya cuando fueron a la estación a la estación Emily quiso contarle la leyenda del pueblo, la cual Roger sabía de memoria pero dejó que la chica se desenvolviera. Con mucha emoción la chica le contó que la zona de Cronk y Killdane contaba con una leyenda de hace siglos, cuando los invasores Celtas llegaron a la Isla se dieron cuenta que en una de las colinas existe un círculo de piedras blancas verticales las cuáles se creían qué habían sido colocadas en aquella forma tan simétrica por un ente demoníaco.

El escocés no paraba de sonreír gracias a la manera en la que se expresaba la chica, así fue como la tarde se fue desvaneciendo y con los últimos destellos de sol que tornaban el cielo en un lienzo de color naranja y rojo llegaron al andén dos de la estación, Roger aprovechó para preguntarle si le concedía una foto como recuerdo de ese día, este sacó su cámara, le pidió a una mujer sentada en un banco situado frente a ellos dos que les tomara algunas fotos, luego de unas dos fotos el silbato del guardavías sonó y la cámara capturó el momento perfecto en el que el tren entraba a la estación mientras posaban. Ya de vuelta en Ulfstead la temperatura bajo considerablemente así que luego de buscar algunos abrigos volvieron a salir y esta vez caminaron hasta el parque a la vuelta de la esquina en la calle 7, sentados en un banco se dedicaron a contarse chistes y filosofar sobre sus recuerdos, fue allí cuando Roger sacó otra vez su cámara y capturó una foto del anaranjado cielo.

—¿Sabes? Quiero que forjemos más recuerdos como estos—le habló a la tímida Emily

—¿Por qué?

—Por el simple hecho de estar aquí—se levantó el muchacho. Por el simple hecho de ser capaces de moldear nuestros mundos a nuestra manera, si me permites llamarte amiga.

—Y por lo que vendrá—agregó Emily en un tono emocionado

—¡A eso me refiero abeja!.

—¿Por lo que vendrá?—dijo extendiendo su mano para chocarla con la suya

—Por lo que vendrá y se quedará—y diciendo esto chocaron sus manos como su primera señal de afecto.

Quiero Que RegresesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora