24: Visitas.

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Suspiré al entrar a la casa, todo seguía tal y como lo habíamos dejado.

— Que cansancio.. — dijo Jean mientras que ponía las maletas en el suelo para luego cerrar la puerta.

Finalmente habíamos llegado de nuestro viaje a Trost, la despedida fue bastante caótica. Todos fueron a vernos en la mañana a darnos sus saludos seguido de un que volvamos pronto. Isabella lloraba desconsoladamente diciendo que iban a pasar meses hasta que volvamos, a Jean casi que lo asfixia de tanto abrazarlo y a mi igual. Todos los demás se lo tomaron con calma, excepto los niños y Emma. Los mellizos al darse cuenta de que finalmente nos íbamos, comenzaron a llorar pero su tío les prometió traerles más regalos la próxima así que ellos terminaron sonrientes; manipuladores innatos. Después, Félix se mantenía en mis brazos y cuando su padre lo quiso apartar así nos íbamos comenzó a llorar y tirar de mi bufanda para que no lo suelte. Recuerdo que decía mi nombre, con tartamudeo, pero en llanto me nombraba y eso me rompió el corazón. Por último, Emma largo un par de lágrimas viendo a su hermano menor irse nuevamente y lo abrazo por tiempo indefinido. Me pareció muy raro ya que vivían matándose, pero en realidad me di cuenta que se querían mucho.

— ¿Quieres ir a almorzar a un restaurante? — pregunto él, asentí levemente — ¿Iremos después a..? — volví a sentir, él no termino la frase pero pude entenderlo.

Entre al baño y hice mis necesidades, ya me había bañando a primera hora así que solamente necesitaba mear. Él hizo el mismo procedimiento. Minutos después ya estábamos, nuevamente, fuera de casa en busca de un restaurante de buenas pintas.

Jean y yo habíamos hablado en el viaje a Shingashina, él me sugirió que iba a ser buena idea ir hoy a visitar a mis padres. Lo pensé en todo el camino y accedí a hacerlo. Es algo que debía afrontar, debía aceptar la pérdida e ir a sus tumbas. Comportarme como buena hija, lo tendría a él de mi lado así que me sentía más segura.

— ¿Te gustó la ropa que me regalo Emma? — pregunté con curiosidad.

— Sí, estaban muy bonitas las prendas.

— Quizá me ponga el vestido el martes, ¿Qué opinas?

— Que te va a quedar excelente, estoy seguro. — sonrió y señalo un restaurante en la esquina, asentí y los dos nos dirigimos hacia allí con calma.

Siempre fui una persona bastante sencilla a la hora de vestir, tampoco tenía tiempo en fijarme de mis ropas sino que mis días eran en intentar sobrevivir. Utilicé, y utilizo, todo el tiempo largas polleras con camisas o sino trajes. He usado algún que otro vestido bonito, pero mis elecciones eran las prendas más largas y que más piel tapen. Claro que tengo pijamas cortos, remeras o shorts, tampoco soy una persona que cuando hace 30° anda en buzo pero prefería no mostrar tanto mi cuerpo o utilizar ciertas prendas en privado. Pero Emma me regalo un hermoso vestido celeste bebé y debía de usarlo ¿No? ¿Qué mejor ocasión que el día de mi cumpleaños?

Todo venía con una nueva etapa, cosas que representaban la superación que estaba teniendo conmigo misma. Grandes pasos en poco tiempo, y estaba feliz por eso ya que era hora de solo mirar adelante con prosperidad y esperanzas, con metas y deseos.

— ¿Qué vas a comer?

Fui sacada de mis pensamientos por esa pregunta y miré el menú rápidamente para terminar eligiendo bife con papas. El mesero tomó mi orden y volvió a su puesto de trabajo.

— Terminamos de comer y vamos al cementerio, ¿No? — cuestione. Él asintió — Cuando vuelva a casa tengo que trabajar en las prendas de Alicia.

— ¿No te vas a tomar un dia descanso?

Negué — Tengo que fijarme si puedo realizarlas, así que es importante que lo haga ahora por las dudas de que quizá no me salen y tendría que avisarle.

Después de todo [Jean x Mikasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora