Capítulo 14

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«QUAL È IL PREZZO DI UN TRADITORE
(¿Cuál es el precio de un traidor?)

—Dices que vives el amor y los sentimientos mejor que nadie...

»Cuando lo único que ves son traidores.

Andrés negó las palabras de Sergio; a su lado, Callie observó y guardó silencio.

Andrés de Fonollosa explicó que, una traición, no sucede porque alguien no ame lo suficiente: una traición depende del dilema que te pongan enfrente.

Por ejemplo, ningún hombre sensato entregaría a su hermana por un pedazo de pan, pero ¿quién no entregaría a un criminal buscado a cambio de una recompensa? Digamos... treinta monedas de plata.

*

Y mientras Nairobi hablaba conmigo, cuando se detuvieron los cantos gregorianos, se abrieron las puertas de la Casa de Moneda y Timbre de España.

Río había vuelto, lo sabría más tarde.

Él también contaría cómo lo habían torturado. Esa fue la primera vez que vi la mirada, que supe cómo era, cuando alguien sobrevivía a tales cosas. Incluso cuando en la mafia prometíamos libertad durante y después de un interrogatorio, lo cierto es que no podíamos permitir que nadie que fuera torturado sobreviviera porque ¿Un testigo? Un testigo no era nada, pero si el patrón se repetía la Guardia civil tenía la obligación de investigar y, eso, si se llega a este punto, todavía se puede encubrir los crímenes: se soborna a un par de personas, se piden favores, se hacen llamadas, se cometen asesinatos, pero podemos salir de eso; sin embargo, si esto ya pasó una vez, ¿por qué no pasaría de nuevo? Si se liberara a la gente a la que uno tortura, incluso con poca frecuencia, ¿quién asegura que esta gente no querrá venganza? Es natural que el ser humano deseé justicia, de una forma u otra.

Por esto, no quise escuchar a Río. Si él hubiera sido uno de los pobres perros de la mafia de los Camitti, ¿qué destino traerían sus palabras a mis hermanos? y, ¿Qué consecuencias hubiera sufrido alguno de nosotros —de Matteo, de Fabio: de mi familia— si Río hubiera sido uno de nuestros encargos?

Él estaba ahí, vivo, y aunque había sido torturado por el gobierno —no eran diferentes de los criminales—, era el vivo ejemplo del error que algún día yo —o Marco, Marcello ¡o Fabio!— podía llegar a cometer.

No me asustaba la muerte.

Cuando estás tan alto en la Mafia, cuando has trabajado para ellos durante tanto tiempo y cometes un error, ellos no te matan.

En este mundo en el que crecí, la muerte es piedad y misericordia.

¿Por qué un traidor merecería alguna de esas cosas?

*

El próximo mes, su hermanita cumpliría siete años.

En realidad, aunque Evan no conocía a muchas niñas de su edad, Stella se le hacía muy chiquita; caminando, parecía un juguetito, como una de esas muñequitas automáticas que anunciaban en la
tele...

Evan Forbes podía ver mucho de él en su hermana. Ambos tenían el cabello dorado, rizado, y los ojos azules. En la carita afilada de su hermanita, sus ojitos lucían caros. Con nueve años, Evan pensaba que todo lo bonito debía ser caro, porque ellos solo tenían cosas feas... pero, también había cosas feas que eran caras, como ir al doctor: había intentado cargar a su hermanita una noche, cuando ella tenía mucha fiebre, hasta el otro lado del parque que estaba cruzando la casa marrón en la vuelta del edificio rojo donde vivían —en el cuarto piso, su número era... Pues no sabía, Evan Forbes todavía no sabía leer muy bien, pero sabía que su puerta era la única del cuarto piso que no tenía tapete—, porque las amigas de su mamá decían que por allí vivía un señor al que le cobraban caro. Su mami decía que ella cobraba caro a los médicos.

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2022 ⏰

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