trois.

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La comodidad que le brindaba su nueva habitación era más grande que la anterior. El interior de ésta estaba mejor decorado y el baño personal se encontraba en aún mejores condiciones.

Tenía a su disposición a cualquiera de los guardias que rodeaban su puerta y si necesitaba o quería algo, simplemente debía de pedirlo.

Aquella mañana, luego del desayuno (que era claramente similar al último, lo cual él seguía apreciando, ya que era lo más cercano que tenía a Inglaterra en esos momentos, además de su amigo) se dirigió al exterior.

Apenas abrió la puerta, dos betas se dieron la vuelta e hicieron una reverencia.

-Buenos días, joven Bennett -Saludó el más cercano a él y a quien pudo reconocer, era Bernard Chevalier, "el sargento de la guardia real" recuerda haberle escuchado decir. ¿Quién le había encargado hacerse cargo de un simple omega?. Asintió, devolviéndole el saludo.- ¿Hacia dónde desea dirigirse? -Preguntó y él realmente no supo la respuesta, pero estaba seguro que no se quedaría en la habitación, era muy aburrido.-

-En busca del conde Edevonne -Ésta vez fue el turno del beta de asentir, y luego de una última reverencia que le indicaba que debía caminar al frente, emprendió marcha.-

Por los largos pasillos se podían escuchar escobas pasando por los ásperos suelos y camas siendo movidas de lugar. Estaba seguro que no era nada más que los siervos que estaban haciendo su labor, aprovechando las habitaciones vacías.

Finalmente luego de unos pocos minutos de lenta caminata, llegó hasta el temporal aposento de Charles.
Abrió la puerta sin más, él no necesitaba ningún tipo de formalidad con aquél alfa y ambos lo sabían, pero se quedó quieto en su lugar, sujetando el pomo de la puerta, mirando la escena frente a sus ojos.

Nada más ni nada menos que su rubio amigo se encontraba sin camisa y en sus brazos estaba la misma sirvienta que les había atendido desde el primer día.

El olor a deseo se sentía claramente en el aire y el jazmín que emanaba la muchacha era más fuerte.

Ésta se volteó rápidamente, con las mejillas coloradas, colocando sus manos en el pecho del alfa, alejándose con velocidad, parándose a un lado de la cama con la mirada en el suelo.

-Buen día, señor Bennett -El avergonzado tono de la mujer no hizo otra cosa que provocar el sentirse mal por ella. Dirigió su vista a su amigo, quien con una sonrisa le miraba y chasqueó la lengua en desaprobación.- Con permiso -Se excusó la castaña, pasando por su lado, saliendo de la habitación.-

Finalmente, aún en silencio, alzó una ceja hacía Charles, quien parecía no entender su seriedad y con tranquilidad estiró los brazos sobre su cabeza, bostezando.

-¿Qué sucede? -Preguntó el alfa. En sus blancos pantalones no había erección alguna, lo que le hacía saber que había interrumpido apenas habían empezado lo que se supone que iban a hacer.-

-¿En serio lo preguntas? -Decidió contestar con otra interrogante, avanzando al interior de la habitación, no sin antes cerrar la puerta detrás de sí para una mayor privacidad.- ¿No puedes controlar tus hormonas? -Regañó en parte, no acostumbraba a meterse en la vida privada de Charles ni mucho menos, pero principalmente estaban ahí para cuidar la reputación del rey. No se podían permitir que por los pasillos se rumoreara que los condes británicos estaban siendo involucrados con la servidumbre.-

No era algo que le afectara el que justamente fuese una criada la mujer con la que su amigo estaba teniendo un momento íntimo, pero dentro de las leyes morales establecidas en la realeza, estaba mal visto.

Casado Con 2 Alfas.Where stories live. Discover now