Casado Con 2 Alfas.

dîner.

Esa madrugada, cuando fue despertado nuevamente por Thomas curando su herida, decidió mantenerse en la cama.

Le advirtió al alfa en voz baja que no aceptaría que abandonase el castillo antes del desayuno y se confirmó con el asentimiento que éste le dirigió con pesar.

Lafayette no estaba especialmente con ánimos tras la noticia dada la noche anterior sobre la cena con los nobles. Sería una tortura para él el demostrar los pocos modales y etiquetas que sabía mantener a la hora de comer. Sentía de antemano la vergüenza que pasaría y simplemente quería desaparecer.

Quería quedarse en su casa luego del trabajo y no dar señales de vida hasta el día siguiente, pero sabía que entonces, esos grandes ojos marrones que poseía su omega y que le miraban con tanto anhelo, se entristecerían.

Además, no es como si pudiera evitar esa cena toda la vida.

Se vio a sí mismo satisfecho al ver que su marca se mantenía sana. Aún permanecía de un color rojo vivo rodeado por varios tonos carmesí a su alrededor, pero sabía que se debía a lo temprana que era aún. Lo menos que quería era que desapareciera. Su mundo se había reducido a ese muchacho en tan poco tiempo que se le hacía casi imposible concentrarse en otra cosa que no fuese él.

Sonrió escuchando cómo se dormía nuevamente. La suave respiración de Timothée fue suficiente para incentivar su propio sueño y descansar un poco más.

Horas más tarde, la puerta fue tocada.
Ésta vez fue simplemente el omega quien se despertó, miró a sus lados, encontrándose con ambos hombres roncando levemente. Lewis lo hacía tan pacíficamente mientras que Thomas mantenía su boca un tanto abierta.
Le daba gracia.

Con una sonrisa apretada en sus labios tras el sentimiento de culpa por burlarse de sus destinados, quiso levantarse pero los obvios agarres en su cuerpo se lo impidieron.

Primero quitó la mano que le rodeaba la cintura y luego la del pecho. Ya para cuando se pudo librar se sentía cansado.
Ni siquiera había comenzado el día.

Los golpes en la puerta volvieron a sonar y él con un soplido fue a abrir. Sabía que tenía el cabello desordenado y el cuello en v de su suave pijama mostraba sus clavículas, pero poco le importaba la formalidad en aquellos momentos.

Supo que estaba lo suficientemente adormilado cuando un siervo conocido le habló y no entendió mucho, pero igualmente le dejó entrar al ver cubetas en sus manos.

-Necesitaré un par más -Avisó, siguiéndole el paso hasta el baño.- el señor Lafayette tomará su baño aquí. No podría asegurar lo mismo del rey Monnier -Dijo, con franqueza. No estaba seguro de que uno de sus alfas quisiese compartir la misma tina que el otro.-

El joven siervo, quien siempre estaba a la par de Emillie «la hermana de Thomas» asintió en silencio.

Volvieron al cuarto y los alfas seguían durmiendo. Ésta vez un poco más cerca entre sí, llenando el espacio que él había dejado tras su salida de la cama.

El muchacho salió y él aprovechó a hablar con los guardias un momento fuera de la habitación, pidiéndoles que le avisaran a su amigo que tomaría el almuerzo junto a él.

Luego entró y se bañó rapidamente.
Apenas estaba terminando de vestirse cuando oyó un estruendo en el cuarto y luego gruñidos.

Con velocidad abrió la puerta que separaba las habitaciones y vio a Lewis parado a un lado de la cama, gruñendo hacia Thomas, quien con un adormilado rostro le veía sin entender.

-¿¡Quién crees que eres como para tocarme, jodido bastardo!? -Su rostro pintado en cólera advertía que no estaba dispuesto a perdonar un paso en falso. Pero claro, olvidaba que era un alfa con quién estaba hablando.-