Antes de que cualquiera de los dos alfas se despertara, Timothée ya lo había hecho.
Estimaba que aún se encontraban en la madrugada, y el poco descanso que había tenido se le hacía abrumador.
Lo que en su principio pareció una noche prometedora, había terminado en un desastre.
Lo poco compatible que eran ambos hombres no permitía que las cosas funcionaran.
Si bien nunca pensó que el tener dos alfas sería fácil, el no poder controlar la situación le hacía sentirse desalentado sobre la relación.
Terminó de beber el frío té que había permanecido en la tetera de porcelana que reposaba sobre la mesa cercana a las puertas del balcón y les miró.
Podía distinguir sus siluetas gracias a la tenue luz de la luna que entraba por los ventanales de cristal.
Ambos a cada lado de la cama, dormidos en el suelo.
Se había negado rotundamente a dejarles unirse a su lecho luego de la acalorada discusión que habían mantenido fruto a la terquedad que compartían y ante la negativa de éstos de abandonar el lugar, fue la única solución que encontró.
Se frotó los ojos y suspiró con cansancio.
No sería capaz de soportar todo ese dilema por mucho tiempo.
El sol no había salido aún y lo único que podía oír era el ruido de la naturaleza nocturna.
El cansancio era evidente en ese momento y si bien no podía conciliar sueño alguno, deseaba una cama cómoda dónde poder sentirse agusto.
Caminó con sus pies desnudos a través de la habitación, aprovechando la agilidad de su cuerpo para no crear sonido alguno que lo delatara.
Apenas abrió la puerta, divisó el pasillo, el cual era alumbrado débilmente por las antorchas. A esa hora de la madrugada la brea en ellas ya era escasa, provocando que la luminosidad que producían fuese menor, hasta morir en la mañana, cuando los rayos de sol cumplían su papel.
Al final del pasillo podía ver un centinela. Suponía que habría uno al terminar cada corredor y que los mismos hacían una especie de recorrido tras cierto tiempo para revisar el panorama.
Le bastó veinte minutos para poder ver el patrón que hacían y comenzó a caminar cuando el soldado prendió su marcha, alejándose de él.
Ser encontrado infraganti vagueando por la noche no era nada bueno, menos siendo omega del rey.
Las cosas no tardaban en saberse dentro de un reino y los rumores no harían otra cosa que manchar su reputación.
Se escondió detrás de las columnas de piedra para evitar ser visto por los guardias y siguió su camino, estando cada vez más cerca.
Agradecía que el olfato de los betas no fuese tan desarrollado como para percibir fácilmente un olor tan tenue como el suyo y avanzó, escabulléndose entre las penumbras.
Estando a un corredor de distancia de su destino, vió cómo un centinela hacía la curva de éste, dirigiéndose a su dirección.
Se acercaba a paso decidido y él no pudo hacer otra cosa que pegarse contra la pared de ladrillo detrás de él, escondiéndose a un lado de una estatua de una mujer sin brazos, rogando por que la poca iluminación que daba la antorcha a cuatro pies de él, no fuese lo suficientemente fuerte como para delatarle, y poder pasar desapercibido si el hombre avanzaba igual de rápido como lo hacía hasta el momento.
Sostuvo la respiración cuando escuchó una voz.
-¡Oye! -Un hombre medio gritó, queriendo llamar la atención.-
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Casado Con 2 Alfas.
FanfictionUn omega cada cien mil tenía la fortuna o desdicha de pertenecer a dos destinados y aquél era el caso de Timothée, quien desde su nacimiento supo que no tendría simplemente un único lazo que completar. Pero lo que no se esperaba el joven era encont...