La luz entraba por la ventana de la habitación, dándole un tono de colores claros. El ruido de la ciudad indicaba que hacía horas que había despertado y que la vida seguía abriéndose paso en ella. La cama permanecía aún sin hacer y completamente vacía. Sus dueñas la habían abandonado hacía ya rato, cuando se habían levantado con ganas de comenzar un nuevo día. Las risas se colaban en la alcoba procedentes de la estancia contigua y mezcladas con el sonido del agua.
-Qué bien se está así- dijo la más joven.
-Ya te dije que lo mejor era darnos un buen baño para empezar bien el día- contestó la pintora en tono dulce y acariciando los brazos de la castaña.
-Y más después de lo de anoche- respondió sonriendo al recordar lo acontecido el día anterior.
Maite sonrió y le dio un beso en la cabeza a Camino. Ambas se encontraban en la bañera, así lo habían decidido después de haberse despertado con la mañana ya bien avanzada. Su salida nocturna por París en compañía de Sophie, las había dejado agotadas, por lo que querían dedicar el domingo a quedarse en casa y a disfrutar la una de la otra.
-Entonces, ¿lo pasaste bien anoche?- interrogó la pintora mientras le rodeaba el cuerpo con sus brazos.
-¿Antes o después?- contestó divertida observándola de reojo.
La morena soltó una carcajada y tras abrazarla con fuerza le dio un beso en su hombro desnudo.
-Fue una noche maravillosa- dijo echando la cabeza hacia atrás y apoyándola contra el pecho de Maite.
-Sí que lo fue- respondió sonriendo y oliendo dulcemente su pelo.
Se hizo el silencio y las caricias tomaron el protagonismo. Camino rozó con suavidad las piernas y los pies de Maite, que la rodeaban por detrás y que respondieron la caricia con inmediatez. La respiración acompasada y relajada de la pintora mecía suavemente la espalda de la castaña, que permanecía con los ojos cerrados. La calidez del agua y de sus cuerpos desnudos, era todo lo que necesitaban en ese momento. Nunca habían disfrutado tanto la una de la otra, como lo estaban haciendo en los últimos meses, ni siquiera cuando llegaron juntas a París. Todo lo acontecido tiempo atrás desde que iniciaron su relación, había supuesto un duro aprendizaje para ambas y lo sabían muy bien. La nueva oportunidad que les había dado el destino, empeñado en que estuvieran unidas, la estaban aprovechando al máximo.
-Maite- rompió la ausencia de palabras.
-Dime-.
-Pensando en lo de ayer. Cuando me besaste en la calle, ¿por qué lo hiciste?- preguntó con curiosidad. -Me pilló completamente por sorpresa-.
-Pues sinceramente, fue lo que sentí en ese momento- hizo una breve pausa. -Llevo toda la vida escondiendo mis sentimientos y con el miedo a ser descubierta, y ya estoy un poco cansada. Tú me has enseñado a ser valiente- confesó rozando suavemente los brazos de la castaña.
La más joven guardó silencio con una sonrisa reflejada en la cara y unió su mano a la de ella.
-Aunque a veces no lo pareciera, siempre me he mostrado como soy ante ti. Así ha sido desde el principio- respondió pegando su rostro al de Camino.
El disgusto aún era patente. Las lágrimas ya habían cesado, pero no conseguía deshacerse de la tristeza que la embargaba. Se sentía decepcionada consigo misma. No entendía muy bien por qué había bajado las barreras con ella y le había mostrado su verdadero ser. ¿Qué era lo que le pasaba con esa muchacha? Nunca se había permitido ese lujo con nadie, pero con esa joven todo era diferente, no podía evitarlo. Desde que la había conocido, había sido incapaz de resistirse a sus pedidos, a sus miradas, a sus roces. A ella.
El cuadro permanecía tapado, no se sentía con fuerzas ni siquiera para mirarlo de nuevo, aunque en él hubiera puesto toda su alma. La reacción de Camino la había dejado afligida. Pero, ¿qué esperaba?, ¿que iba a ser distinto? A pesar de su juventud, y que ella misma le había intentado mostrar una nueva visión del mundo, lleno de diferentes colores y realidades sociales, no dejaba de estar educada por su madre. Felicia Pasamar, gran abanderada de los prejuicios morales que imperaban en la sociedad hipócrita que las rodeaba. Todo había sido un espejismo, una ilusión. Parecía una batalla perdida, y más con las palabras que habían salido de sus labios y que aún retumbaban en sus oídos.
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Amanecer en París
FanfictionDespués de haber superado todo lo acontecido en sus primeros meses de convivencia, Maite y Camino siguen viviendo libremente su amor en París. Con este fanfic quiero continuar la historia de Maite y Camino (Maitino) en la ciudad de la luz a partir d...