Alicia Weber
— Seb, cuídate mucho por favor.
— Claro, ¿alguna vez no tuve cuidado? —miré a sus suaves ojos color miel y no pude evitar que una pequeña sonrisa se dibuje en mi rostro como respuesta, solo me tocaba confiar en él y en su tonta y despistada mirada. Me encargué de abrir el portón lentamente para que por fin ambos salgan al exterior y vayan a la gasolinería.
Luego de verlos marchar y perderlos de vista una vez doblaron en la pequeña intersección que formaba nuestra calle con la calle horizontal, me quedé fuera por algunos minutos observando el famoso parque que teníamos al otro lado de la calle, siendo más específica mi mirada se detuvo en su antigua entrada en donde en lo mas alto seguía colgando el cartel con la inscripción de "Parque Grimes", el cartel que se suponía debía darte la bienvenida ya apenas se lograba distinguir, ahora toda esa pequeña estructura de la entrada se encontraba cubierta de plantas y hojas.
Dicen que antes de que ocurra un tsunami el agua se aleja rápidamente de la costa, y que si te llegaras a encontrar en una situación así lo primero y la única cosa que deberías de hacer es correr por tu vida, huir antes de que la inevitable catástrofe arrase la playa. Estando allí fuera a solas observando toda esa maleza que había crecido a tal punto de que me recordó a un famoso libro de terror que leí hace ya bastante tiempo, una extraña sensación de "algo no anda bien" sentía crecía en los más recóndito de mi subconsciente, sentía como toda esa maleza, al igual que el agua antes de un tsunami, se alejaba silenciosa y tranquilamente presagiando una horrible catástrofe. Aunque esa voz interna me pedía que huyera, tuve que dejar pasar aquel presentimiento ya que en verdad no podía observar nada fuera de lo común y tampoco deseaba alterar a toda la comunidad solo por un simple y vago presentimiento. "Creo que ya va siendo tiempo de podarla" , anoté esa futura tarea en mi blog de notas mentales y cerré el portón corredizo.Antes de volver a mis tareas decidí pasar por la enfermería para buscar charlar con Kumari. El camino desde la entrada principal hasta la enfermería no es lejos así que no tardé en llegar.
Al encontrarme con la puerta abierta decidí asomarme con cautela para asegurarme de que no interrumpa alguna consulta o algo importante. La encontré a ella sentada, sosteniendo suavemente el antiguo collar de cuarzo azul que alguna vez perteneció a Eva Escamilla, Eva nos habló de que el collar pertenecía a su madre y que este fue el único recuerdo que logró rescatar de su madre, quien al comienzo del fin del mundo trató de salir y buscar ayuda pero nunca más regresó.
Los ojos lagrimosos de Kumari acompañaban a un rostro inundado de tristeza, no era necesario leer mentes para saber la razón por la cual se encontraba así.— También la extraño mucho —Ya pasaron algunos meses de su muerte, luego de aquella noche en la que la asesinaron, algo había cambiado dentro de la comunidad, el miedo y la incertidumbre de que en cualquier momento algún grupo mucho más grande y mejor armado aparezca comenzó a ser un constante temor para todos, ahora estábamos conscientes de que no nos encontrábamos solos en el fin del mundo.
— A veces me pregunto que hubiera pasado si no nos encontrábamos con ellos ella seguiría viva... no lo sé.
Ella se colocó el collar y se levantó de la silla, buscando recomponerse lo más rápido posible y volver a sus tareas, Kumari siempre afirmó que sentía vergüenza que la vean llorar y que odiaba que los demás sientan "pena" por ella. Recuerdo esas primeras semanas de duelo, los primeros días Kumari fue la primera en dedicarse en consolar a los demás y afirmar que todo estaría bien, para luego encerrarse y aislarse de todos nosotros por varios días, creo esa es la razón por la cual la vi llorando pocas veces, casi siempre que se siente mal busca alejarse del resto, cuando trato de hablar de eso con ella siempre trata de minimizar el problema y responde con un "Tranquila, todo está bien".
ESTÁS LEYENDO
A.Z: El último Omega.
Action𝔏𝔞 𝔞𝔳𝔞𝔯𝔦𝔠𝔦𝔞 𝔡𝔢 𝔱𝔯𝔞𝔢𝔯 𝔡𝔢 𝔳𝔲𝔢𝔩𝔱𝔞 𝔞 𝔲𝔫𝔞 𝔤𝔩𝔬𝔯𝔦𝔬𝔰𝔞 𝔤𝔢𝔫𝔢𝔯𝔞𝔠𝔦ó𝔫 𝔣𝔲𝔢 𝔢𝔩 𝔭𝔯𝔦𝔪𝔢𝔯 𝔠𝔩𝔞𝔳𝔬 𝔢𝔫 𝔢𝔩 𝔞𝔱𝔞ú𝔡 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔡é𝔟𝔦𝔩 𝔯𝔞𝔷𝔞 𝔥𝔲𝔪𝔞𝔫𝔞. El ser humano se encuentra al borde de su extin...