CAPITULO CUATRO

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La tranquilidad solo le duro cinco minutos a Iris, su hermano ayudado de las muletas apareció por la cocina, llevando bajo el brazo como podía la caja de bombones que  había traído Alvaro para ella y que ahora eran de él.
- Hermanita...me han dicho que ya no te gustan los bombones...
- La cena estará en media hora. - Ignoro el comentario de su hermano.
- ¿Sabes que están muy buenos?
- Pau... - Miro a su hermano. - ...dejalo...
- ¿Por que te cae tan mal? - Se refería a Alvaro.
- Papa llegara en pocos minutos. - Ignoro otra vez a su hermano.
- ¿Por lo del otro día? Deberías olvidarlo... - Aconsejo Pau.
- ¡Oye! Enano...no te metas en mis cosas.
- Es un buen tío. - Dejo los bombones en un armario y ayudo a su hermana como pudo a poner la mesa para cenar. - Me ha dicho que esta buscando a los tíos que me pegaron.
- ¿Por que? - Se intereso ella. Eso podía ser peligroso.
- No me ha dicho sus motivos, pero dice que ya sabe quienes son.

Iris se preocupo pero no hablaron mas del tema, su padre acababa de llegar del trabajo y el hombre ya se había preocupado bastante con lo del chico y no quería preocuparlo mas.

Al día siguiente Alvaro se encontró con Iris en el metro. Iban en dirección a su pequeña ciudad. Cuando él entro en el vagón del tren ella ya estaba allí, tardó apenas unos segundos en darse cuenta de que ella estaba allí. Alvaro sabia que iba a cometer una locura pero desde que se atrevió a ir a su casa aquel primer día, la tenia metida en su cerebro. Alvaro se acerco a ella que estaba de pie en un rincón cerca de una puerta. Ella no se dio cuenta de que él se acercaba, estaba wassappeando con el móvil. Cuando estuvo a dos pasos de ella le dijo sonriendo.
- Hola mentirosa.

¡YO TAMBIÉN TE QUIERO, PRECIOSA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora