VII

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Una noche me encontraba paseando por cubierta cuando vi al capitán acercarse hacia mí. Su semblante no revelaba emoción alguna, haciendo imposible presuponer su estado de ánimo.

-Creo que debo darte la enhorabuena. -Dijo colocándose junto a mí y mirando hacia el horizonte. – Todavía está muy lejos de comportarse como corresponde, pero ha mejorado mucho.

-Capitán, ¿puedo hacerle una pregunta? – Un levantamiento de ceja fue lo que obtuve por respuesta. - ¿Por qué desea que Dra aprenda a comportarse?

-Ya me darás las gracias. -Respondió intrigándome en demasía.

-¿Yo? Cree que si aprende a comportarse será menos insufrible... Perdón no debí decir eso. -Me apresuré a disculparme. Él pareció la mar de divertido por mi reacción.

-Pensé que tantos años a bordo te cambiarían... pero veo que sigues siendo una princesa. -Yo lo miré con desagrado. – Es un alago muchacho. Nunca has sabido tomarte bien las bromas y burlas de la tripulación, pero en parte te escogí por ello... -Y con esa misteriosa afirmación dio por concluida nuestra conversación.

En todos estos años nunca había mantenido largas conversaciones con el capitán, en su mayoría el daba órdenes y yo las cumplía, o extrañamente él me había hecho llamar para que le pusiera al corriente de los avances que tenía Dra en sus clases. Aquella noche la conversación había sido de lo más extraña. Intenté quitarle importancia, yo sabía que nunca terminaría de encajar entre esa gente, puesto que ese no era mi mundo.

Para mi sorpresa a la tarde siguiente el capitán volvió a llamarme a su despacho.

-Muchacho, en unos tres días llegaremos a tierras inglesas. -Él tomó una gran bocanada de aire, parecía estar intentando encontrar las palabras adecuadas. -Has cumplido bien durante este tiempo, ahora tu deuda está saldada. -Yo lo miré perplejo sin saber qué decir ¡Era libre! – Cuando desembarques deberás hacerme un último favor y tu vida volverá a estar en tu poder.

-Gracias. -Dije tragando con dificultad. – Ha sido un honor estar a tu servicio.

-Definitivamente no hay forma de que encajes en mi tripulación, para mi desgracia hasta Alexandra es más... En fin -dijo sin concluir su discurso.

Caminé por el pasillo sin terminar de creerlo, no pensaba que el capitán fuera a dar mi deuda por saldada nunca. Sabía que el dinero que había puesto para cubrir mi error era una cifra descomunal por lo que me había resignado a no volver a ser dueño de mí mismo por lo menos otros cinco años más... y ahora, ahora iba a volver a casa.

Decidí que esa maravillosa noticia merecía una celebración, o más bien una preparación. Por esa razón, tomé la navaja de afeitar que en contadas ocasiones alguien empleaba en ese barco y me afeité y corté mi pelo. No sabía cuál sería la moda en esos momentos, pero el simple hecho de saberme libre en unos días me hacía querer estar presentable para mi familia. Puede parecer una estupidez, y más cuando en tres días la barba ya habría comenzado a salir, pero yo lo necesitaba.

Cuando mi pie piso la cubierta del barco un par de horas después, me topé con un gran alboroto. Casi todos los miembros de la tripulación parecían encontrarse allí.

-Mirar si el homenajeado nos digna con su presencia y se ha puesto guapo para despedirse. – Gritó Chulo alzando su baso y vaciándolo de un solo trago.

-¿Cómo os habéis enterado tan rápido? -Pregunté sorprendido. Pincho se acercó a mí y me ofreció un vaso.

-El capitán nos avisó de que nos vas a dejar en el próximo puerto y ... ya sabes, cualquier excusa es más que buena para emborracharnos. -Miré a mi alrededor y en efecto, todos bebían como si no hubiera un mañana.

Pasamos gran parte de la noche entre risas y alcohol. La verdad, desde que tenía 19 no había vuelto a emborracharme, no obstante, no por ello me convertí en un santo. Tras vaciar unos cuantos vasos sentía que ya tenía suficiente alcohol recorriendo mi cuerpo. El resto no parecía opinar lo mismo, por lo que unas horas después el suelo de la cubierta se había convertido en la cama de la mayoría.

-Así que por fin te vas... -La voz de Dra me sacó de mi ensimismamiento. -Su-supongo que llevas deseándolo desde el mo-momento en que pusiste tus delicados pies sobre nuestro barco. – Su entrecortada forma de hablar delató que iba algo bebida.

-Y yo supongo señorita Dra que ahora ya será feliz, puesto que llevas deseando que me largue desde el momento en el que llegué. – Ella se acercó más a mí y llevó una de sus manos a mi cabello. Yo me tensé ¿Qué demonios estaba haciendo?

-Así que esto es lo que escondías debajo de todo ese montón de pelo... - Dijo llevando sus manos a mi rostro.

-Creo que es hora de que vayas a dormir...- Respondí intentando alejar sus manos de mi cara.

-¿Me llevas a mi cuarto? – Preguntó sin dejar de mirarme a los ojos.

-No creo que estés tan borracha. -Contesté secamente.

-Y pensar que creí que eras un caballero... -Dijo tambaleándose de forma muy exagerada. ¿Iría de verdad tan bebida?

-Está bien, vamos. -Posé mi mano en su espalda y la guie hasta la puerta de su camarote. -Mañana tendrás una buena resaca, me reiré de ti a gusto. -Dije como despedida, pero antes de llegar a ser consciente ella había abierto la puerta y había tirado de mí hacia su interior. - ¿Qué co..- Mi pregunto se vio interrumpida por los labios de Dra. Por unos largos minutos no pensé en nada más, simplemente disfruté de su sabor, de su tacto... pero cuando mi espalda cayó sobre su cama me di cuenta de lo que estábamos haciendo, y lo peor de todo ¡Con quien lo estaba haciendo! Así que me detuve de golpe. – Esta no está bien. -Dije intentando apartarla sin mucho éxito. Haberlo hecho una vez estando drogados era suficiente.

-Oh vamos no seas marica... y termina lo que has empezado. -Dijo levantándose y quitándose los pantalones. Yo me senté en la cama y no pude evitar llevar una mano a mi pelo en señal de preocupación.

-Dra, estás borracha y no nos soportamos... esto no es una buena idea. – Ella se sentó a horcajadas sobre mí y volvió a apoderarse de mi boca. -Enserio Dra... -Logré decir.

-Mira o te callas de una vez o saldré a por otro miembro de la tripulación, seguro cualquiera está más que encantado de...- Yo no dejé que siguiera hablando. Su "amenaza" de salir a por otro era una estupidez, nadie de la tripulación se atrevería a tocarla, yo debía estar loco. No estaba haciendo lo correcto ni mucho menos, pero no pude o no quise darle más vueltas.

Me desperté por segunda vez en mi vida con Dra acurrucada sobre mi pecho y a pesar de todo no pude evitar sonreír. En aquella ocasión sí que fui capaz de recordar absolutamente todo lo que había sucedido la noche anterior. Después de tantos años había vuelto a estar con una mujer... no sabía muy bien qué hacer en esos momentos, pero tenía claro que la noche había sido increíble. Miré a Dra a la cara y no pude evitar inclinarme para besar sus labios.

-Espero que no te estés poniendo baboso, si ese beso no significa que vamos a follar de nuevo ya puedes salir de mi cama y largarte. -Dijo sin abrir los ojos.

-Joder Dra eres capaz de estropear cualquier momento. Hablando como un marinero no vas a lograr que nadie quiera acercarse a ti y mucho menos hacer el amor. -Dije sentándome en el borde de la cama y comenzando a colocarme los calzones.

-Perdóneme milord. – Dijo imitando una voz de lo más refinada. -Creí que un caballero jamás dejaría a una dama desatendida en un momento de necesidad. -Me giré hacia ella más que sorprendido. No solamente había sonado como una dama, sino que había logrado que unas inocentes palabras sonaran de lo más seductoras. Así que... fui débil, muy muy débil, sabía que después me arrepentiría de ello, pero no iba a volver a verla en mi vida. Quizás esa era la mejor forma de dejar cerrado aquel capítulo de mi existencia, la mujer que había convertido mi estancia en el barco en un suplicio terminaba dándome una despedida digna de recordar.

Después de aquel maravilloso despertar me escabullí de su camarote rezando por no ser descubierto. Para mi fortuna, la resaca había hecho mella en gran parte de la tripulación y gracias a ello nadie había reparado en mi ausencia. 

La hipocresía del destino (2º Libro saga 'VERDADES OCULTAS')Donde viven las historias. Descúbrelo ahora