-No, no, no... ¡NO! -Los gritos de Dra volvieron a despertarme. Hacía más de una semana de su cumpleaños y de la lectura del testamento, y desde aquel día las noches se habían convertido en un suplicio. Dra tenía pesadillas y bien sus gritos o sus patadas solían despertarme antes de que el sol saliera.
-Dra...-Dije acariciándole el rostro con la intención de calmarla. -Dra, tranquila... -Ella abrió los parpados sobresaltada y sus ojos se empañaron. -¿Estás bien?
-No quiero pasar por eso...
-Está bien, era solo un sueño. -Dije acariciándole el pelo.
-No, no está bien. Mi parto va a ser horrible y encima tú no estarás presente. -Sentenció incorporándose un poco en la cama.
-Prometí que estaría y estaré. Y lo de horrible... bueno nunca he presenciado uno, se que agradable no debe ser, pero de ahí a horrible... dejemos que el tiempo nos diga. ¿Si?
-No necesito esperar, yo ya lo sé. -Su entrecejo estaba tan arrugado que no pude evitar que uno de mis dedos fuera hasta él con la intención de que volviera a ser liso.
-Dra no puedes saber, todavía no a ocurrido.
-El capitán tenía razón ¡mierda! -Dicho esto se intentó incorporar para sentarse, pero debido a su estado tuve que acudir en su ayuda.
-¿Qué te dijo el capitán? -Pregunté intrigado.
-El nunca se equivocaba, y ahora yo tampoco lo haré... - Estupendo. Pensé. Otro nuevo misterio que envolvía la personalidad de Dra.
-No creo que tenga mucho sentido lo que dices...
-Pues yo no voy a ser la que te lo explique.
-Dra no creo que puedas seguir así, llevas demasiados días sin dormir bien. -Dije preocupado.
-Pues no hay manera de evitarlo. Si te molesta puedes ir a dormir a otra habitación. -Parecía que no iba a lograr de Dra nada coherente.
-Si no recuerdo mal ... fuiste tú la que me dijo pasaba demasiado frío cuando la cama estaba vacía. – Aquello no era un reproche, a mi me encantaba compartir la cama con ella.
-Se supone que en poco dejarán de ser tan fuertes y podré dormir tranquila... aunque no se que es peor si temer estar dormida o despierta... - Miré a Dra muy confundido, pero ella no dijo nada más y volvió a tumbarse.
-No voy a presionarte para que me aclares tus locuras. -Dije acercándome a su lado del colchón y abrazándola por detrás. – Sólo te recuerdo que estoy aquí. -Ella no contestó, pero tomó una de mis manos y pronto sentí como volvía a quedarse dormida.
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-Dra no comprendo tu criterio para descartar o no los pedidos y las empresas con las que comerciar. Sé que mandas tú, pero... -Desde que la empresa de su padre había pasado a ser oficialmente de suya, Dra había cancelado algunos tratos sin motivo aparente, y había realizado otros que no parecían ser del todo beneficiosos o con los que podíamos correr un gran riesgo.
-Es complicado. -Dijo sin más.
-Claro... y como soy estúpido no lo comprenderé ¿Verdad?
-¿Te sirve si te digo que me guío por mi instinto?
-No mucho la verdad... -Respondí sincero. Su instinto consistía en leer toda la documentación y dejarla a un lado, un par de días después cogía unos papeles y los tiraba y otros los firmaba.
-Pues por ahora no puedo decir más.
-¿No puedes o no quieres?
-No quiero ¿Si? ¿Es lo que querías oír? – Respondió mostrándose enojada.
-Ni se te ocurra hacerte la ofendida -Le advertí. -Eres una maestra, retuerces una situación en la que yo debería enfadarme y terminas saliendo de rositas y quedando yo como el malo.
-Princesa, eres un dramático. -Dijo sin prestarme mucha atención.
-Sí, eso ya lo habías dicho. -Estaba realmente enfadado.
-Mira... -Su discurso pareció verse interrumpido por algo. Dra continuaba estando ante mí, pero no parecía ni verme ni oírme.
-Dra... Si es una de tus bromas no tiene ninguna gracia ...- Pasé mi mano por delante de su rostro y comencé a preocuparme. El siguiente minuto continuó igual y a mí se me hizo una eternidad.
-Tenemos que irnos. -Dijo volviendo en sí y levantándose de la silla.
-Me habías asustado, ¿Estás bien? Creo que voy a hacer que llamen al doctor.
-No necesito un doctor, pero tú y yo tenemos que irnos de esta casa hoy. – Su cuerpo temblaba y sus ojos parecían ir de un lado a otro de la estancia en busca de algo.
-¿Dra que demonios ocurre? – Su actitud me inquietaba en demasía.
-El bebé es tuyo. -Dijo tragando con dificultad. -Si algo me ocurre quiero que sepas que de verdad es tu hijo.
-Se que el niño es mío Dra...- Respondí dibujando en mi rostro una sonrisa cariñosa.
-Digo que sólo puede ser tuyo, no he estado con nadie más... la noche que pasamos en la posada fue mi primera vez... después de hablar con el posadero y descubrir... bueno todo lo que paso, yo volví a la habitación y había sangre en las sábanas, así que, lo hicimos. Cuando te dije que la noche que nos acostamos en el barco no era mi primera vez no te mentí porque ya habíamos estado juntos antes. Nuestra primer noche juntos en la posada... era mi primera vez.
-Por qué me dices esto ahora...- No es que no quisiera oír aquello, pero el tono de su voz y la urgencia con la que cada una de sus palabras era pronunciada denotaba que algo no iba bien. - ¿Dra qué está ocurriendo?
-Tenemos que irnos... hay negocios en el puerto que necesitan nuestra atención. -Su cambio de tema tan radical sólo hacía que confirmarme que algo muy malo debía estar pasando por su cabecita.
-Dra. -Dije deteniendo su paso. -No tenía dudas de que el bebé fuese mío y estoy más que feliz de ser el único hombre con el que has estado, y vas a estar, -Añadí sonriendo. – Pero no estás bien y quiero saber qué te ocurre. Necesito saber qué te ocurre.
-Si no quieres acompañarme no hay problema. En realidad, supongo que mejor... cuanto más cambiemos el futuro menos probabilidades... Sí, me iré sola, volveré en un par de días.
-Ni sueñes que pienso dejar que te alejes de mí. No comprendo nada Dra, pero una cosa tengo más que clara, no voy a apartarme de tu lado. -Dicho esto la atraje hacia mí y la abracé. Sentí como aquello relajaba un poco su cuerpo, pero tan pronto como habló, toda la tensión volvió a ella.
-Saldremos en una hora. -Dicho esto se deshizo de mis brazos y salió del despacho.
Ya no sabía que pensar, igual era yo el que me estaba volviendo loco. No tenía ningún sentido, no comprendía para nada el actuar de Dra y cada vez que le preguntaba ella se mostraba más distante. Finalmente opté por estar a su lado, sin hacer preguntas simplemente la acompañé en cada una de las decisiones que iba tomando.
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La hipocresía del destino (2º Libro saga 'VERDADES OCULTAS')
Ficção HistóricaBeorn Sant siempre había sido un muchacho alegre, algo granuja y con un gran encanto que le había salvado de muchas riñas y castigos, pero dejarse llevar por sus sentimientos le hará cometer el error de su vida y lo peor de todo es que arrastrará a...