Undeniable atraction - KTH

Cap 12 - Parte 1

Clair....

Me preocupé tanto con taehyung diciéndome que me amaba que me olvidé por completo del plan. Mis hormonas me controlaban y empezaba a perder todo mi sentido común. Me horrorizaba la idea de convertirme en una de ellas, las mujeres sin un cerebro que sólo pueden pensar en el sexo. Pero tengo que admitir que, si iba a suceder, taehyung sería el encargado de hacer que así fuera.

El plan aún no estaba listo. Pero me dio la esencia del mismo. Soy el cebo. Eso resume todo. Estos otros dos amigos de taehyung y de Kai llegaron a la ciudad para ayudar, pero no querían que mi acosador lo supiera, por lo que se alojaban en un hotel. Le dije a taehyung que pensaba que llevaba esto por la borda. Luego me dijo el resto. Sabía que había estado guardando cosas de mí, pero eso fue sólo porque trataba de protegerme, así que no lo presioné.
Cuando me dijo que el tipo que me acecha es un asesino ex Fuerzas Especiales, ya no pensé que estuviera exagerando. Le dije que de ahora en adelante, me mantendría informada o me resistiría al sexo. Se rió en mi cara. Con razón, una mirada a la mágica V apuntando abajo, hacia el pene más hermoso que he visto nunca, y la idea de la celebración de la salida fue por la ventana. Pero concordó en mantenerme actualizada.
Eso fue hace dos días y no dejaba mi lado ni por un momento. Incluso me esperaba fuera de la puerta cuando tenía que usar el baño. Se sentía más que extraño, pero me explicó que si el Acosador Gilipollas (como ahora lo llamo; lo hace parecer menos intimidante) quería entrar en la casa, podía. Así que pronto superé la rareza.

Taehyung trataba de mantenerme distraída de la situación con cosas cotidianas como ver películas. Pero cuando eso no funcionaba, tenía el último dispositivo de atracción a su disposición, él. He tenido más sexo en la última semana de lo que he tenido en toda mi vida. Y el sexo no sólo era normalito, estoy hablando de sexo alucinante, el tipo de sexo que induce orgasmos de sólo pensarlo. El hombre tiene un don.
—¿De qué se trata esa mirada?
La voz de taehyung me saca de mi día de ensueño.
—¿Eh?
—Estás sorprendida. Pareces como si fueras a empezar a babear. Golpeo su brazo.
—No lo hago. Sólo pensaba.
—Pensabas en mí desnudo, ¿no es así? Pude sentir el rubor arrastrarse hasta mi cuello.
—Tal vez. Nunca lo sabrás.
Se da la vuelta y me sujeta al sofá, su cuerpo metido entre mis muslos. Ya está duro. Mi respiración se queda atrapada en mi garganta.
—Me gusta este lado tuyo, ¿por qué te escondiste de mí durante tanto tiempo?
—Tenías otros intereses.
Sonaba sin aliento. Y lo estaba. Tenerlo presionando contra mí como que hacía difícil respirar, difícil pensar.
—Pero te escondiste de mí, ¿cómo podría haberte visto como algo más que la pequeña empleada perfecta cuando te alejaste mí? Dejándome pensar que eras esa pequeña flor delicada.
Me encojo de hombros. Me acostumbré a esconder mis sentimientos de él. Se convirtió en un hábito que fue sorprendentemente fácil de romper una vez que tomé la decisión de dejar que el verdadero yo saliera del closet. Me pregunté si taehyung se hubiese dado cuenta antes de mí si sólo hubiese sido yo.
—Soy un poco delicada.
Se ríe, una carcajada llena, y puedo sentir las vibraciones de ella, ya que ondulan a través de mí. Envuelvo mis brazos y piernas alrededor de él. Acaricia su nariz en mi cuello para ahogar su risa. Me encanta esta sensación. Es lo justo. Entonces el timbre suena, y el momento se ha ido, reemplazándolo por la tensión y la ansiedad.

Taehyung  se levanta de mí, y me dice que me quede en el sofá. Luego va a la puerta. No lo puedo ver desde aquí, pero lo oigo.
—¡Hijo de puta!
Oigo el eco de su rugido en toda la casa, seguido por el golpe de la puerta delantera. Cuando camina de nuevo a mí, se sienta a mi lado con un pequeño paquete en sus manos.
—Ángel, no sé cómo, pero ha estado dentro de la casa.
Pánico fluye a través de mí y me desangra cada poro del cuerpo.
No.
—No entiendo. Hemos estado aquí todo el tiempo. ¿Cuándo?
—No sé, probablemente por la noche. Te voy a llevar lejos de aquí hoy. No puedes seguir aquí, ya no es seguro.
—¿Qué hay en la caja?
Me la da. No es muy grande. Abro la tapa para encontrar un conjunto de placas de identificación.
—¿De quién es esto?
—Mías, las tenía en la caja fuerte de mi oficina.
—Oh.
Oh, eso es todo lo que puedo decir. Quiero tranquilizarlo, pero ni siquiera yo puedo tranquilizarme ahora. Mi burbuja de seguridad se ha roto oficialmente. Recojo las placas de identificación; debajo de ellas hay otra nota, otro poema enfermo.