Cuando tenía once años, asistía a una escuela para niñas, bueno en realidad era para todos los géneros era solo que me gustaba la idea de imaginarme de que los chicos no existían. Para mí, el único hombre importante en el mundo era mi padre, quien solía llevarme a la escuela todos los días de camino a su trabajo, hasta que un día, cuando le escribí una carta a una de mis compañeras y la deposité en el buzón de la escuela con su nombre, dejó de hacerlo, comenzando así mis clases en el hogar, el cual duró todo un semestre hasta que mamá logró obtener un trabajo y tuvimos que mudarnos de regreso aquí.
Es lunes, el día está nublado y no me dan ánimos de investigar el pronóstico del clima. Hoy no tengo muchas ganas de ir a la escuela, no quería moverme de mi cama ni de salir de casa, mi humor está por el suelo y estoy enojada, muy enojada. Al mirarme al espejo al despertar, lo primero que vi fueron mis ojeras y lo horriblemente demacrada que luzco este inicio de semana.
Termino de atar mis cordones y salgo de mi habitación con la mirada fija al frente, no estoy sola en casa, los demás están desayunando y al verme dejan de hacer lo que se suponía que hacían, tomo mis llaves y mi abrigo junto a mi beanie para luego salir azotándo la puerta.
Mis pazos son tan lentos, que me temo que me tocará detención al llegar a la escuela, pero la posibilidad de ello se desvanece cuando veo a Alex en su moto en la parada de autobús. El teñido me sonríe de lado, ha sido un intento de ello y le salió fatal.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunto mirándolo con seriedad.
—Quería verte, ¿y tu moto?
—No tengo moto, ahora ya no.
—Tus padres, nos están mirándo. —les echo una corta mirada y sin más subo detrás de él .
—Llévame a la escuela. —le ordeno al abrazarlo por la cintura. El teñido enciende la motocicleta y acelera dejándo atrás mi calle. Realmente voy a extrañar a Cat, no tendré compañera de escape a partir de ahora.
Alex conduce a gran velocidad y en menos de lo que puedo imaginar se estaciona frente al instituto, me quito el casco y bajo pretendiendo entrar sin decirle nada, porque no quiero hablar con nadie y mucho menos con él.
—Meghan. —Siento como Alex me toma de la muñeca derecha impidiéndome continuar caminando. —El sábado.
—¿Qué? —custiono con frialdad.
—Tú y yo, ¿qué te pasó? —Sonrío incrédula ante su pregunta y me suelto de su agarre.
—Tú eres el fuckboy aquí, supongo que te imaginas que pasará.
—¿A qué te refieres? —frunce el ceño dandome a entenderde que no capta mi referencia.
—Que no hay nada, solamente quería despejar mi mente y te escribí, ahora tengo que entrar a clases. —doy por finalizado el tema y me ajusto mis airpods antes de dar media vuelta y continuar con mi antiguo camino.
Boulevard of broken dreams comienza sonar a través de los aurículares mientras mis pasos son fuertes, ahora que lo pienso comencé el año con la guardia baja, un poco más agradable de lo que suelo ser, pero a partir de hoy ya no más, comenzándo por empujar a quien se interponga en mi camino e amenazar con la mirada a todo el que intente fijar sus ojos en mí por mucho tiempo. Esa es la verdadera Meghan Kholer.
Los lunes suelen ser más pesados, estresantes y fastidiosos, yo odio todo lo que conlleva presionarme y éste día lo está haciendo. Solamente pido dos cosas, la primera es no encontrarme ni con Nath y mucho menos con Rashell antes del receso. Puede que tenga la suerte de no ver a mis amigas tan temprano, pero no de ver como Melanie se dirije hacia mí casi corriendo mientras juega nerviosamente con sus dedos.
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Dime si esto es un Juego; para Desaparecer.
FanfictionNo soy tu maldito juguete Billie Eilish. ¿Qué pasa cuando dos personas que no creen en el amor se juntan?