Capítulo 1.

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El tráfico está horriblemente insoportable, esperaba menos para el primer día del año escolar. Lo mejor es el clima, la mañana está fresca y el cielo hermosamente despejado con pocas nubes blancas que le dan un aspecto de esos que suelen pintar los niños en hojas de papel. Según el pronóstico del clima, que escuché esta mañana mienstras desayunaba, no hay probabilidades de lluvia hoy y si lo hacía sería con el sol brillando, o eso creo yo.

—¿Ya sabes que vas a estudiar Meghan? —Volteo a ver a mi madre alias " mi chófer" por estás dos primeras semanas, lo cual no le causa emoción y mucho menos gracia.

¿Qué parte de No tengo ni idea, no entiende?

La verdad es que se lo he repetido más de mil veces en verano.

—No lo sé. —Murmuro y recargo fatigada mi cabeza en el cristal. Con mi dedo índice intento formar la runa de la invisibilidad en la ventana.

—Cada vez tienes menos tiempo Meghan.

—Sí, lo sé. —Restriego mis ojos con fuerza pero luego recuerdo que antes de salir me había colocado máscara de pestañas. —¡Demonios!

—Deja de decir esas cosas. —Por primera vez en todo el camino quita la vista del frente y me mira por solo dos segundos. La ignoro y continúo con mi intento de hacer desaparecer el auto con las runas lo cual no funciona y lo sé porque hay un niño en el auto de al lado que me está haciendo muecas divertidas desde su asiento de bebé.

—Oye, mamá. —Murmuro viendo como el niño entre uno de sus dedos en su nariz y luego lo saca para mirarlo. Es asqueroso, los niños son asquerosos.

—¿Qué, Meghan? —dice sin despegar la vista del frente y yo aún sintiendo asco no puedo dejar de mirar como el niño lleva el dedo que segundos antes estaba en el orificio de su nariz a su boca.

¡Puaff! ¡Que asco!

—¿Me comía los mocos cuando era pequeña?

¿Por qué le pregunté eso?

—¿Qué?

—Nada, olvídalo, ¿llegarás tarde hoy? —Cambio la pregunta desviando la mirada a mamá quien niega concentrada en la avenida.

Mi madre es hermosa y no soy la única que lo piensa, de hecho, tiene más pretendientes que yo, lo cuál a ella le causa gracia. Mamá tiene el pelo rubio ondulado hasta las caderas, sus ojos son grandes y verdes, es alta y esbelta, para finalizar dos hermosos hoyuelos se forman en sus mejillas al reír, hablar y comer. Yo no tengo absolutamente nada de ella, ni siquiera las formas de sus uñas, es como si me hubiera sacado de una casa de adopción, de hecho se lo he preguntado más veces de las que pueda recordar. Podría decir que me parezco a mi padre, pero la verdad es que no, lo único que tengo de ellos son sus apellidos.

—Llegamos. —Dice mi madre deteniendo el auto frente a la preparatoria. Miro la entrada sin despegar mi dedo de la ventanilla del auto y no hago más que fruncir los labios mientras le decido en si bajar o no.

—Nos vemos luego. —Beso su mejilla y bajo del auto mientras pongo mi mochila en mis hombros. Arraztro los pies hasta la entrada, como si estuviera obligada a hacerlo.

La preparatoria no es el mejor lugar del mundo, pero me he acostumbrado a ella. Mi primer año aquí no fue el mejor, pero el punto aquí es que he sabido sobrellevarlo. La verdad, me vale lo que los demás piensen de mí y por ello he logrado sobrevivir a esta jungla. Mayormente intento mantenerme al margen de lo que pase aquí dentro, por ende no pertenezco a ningún club de la escuela y no hago más amigos que las dos que ya tengo.

Cuándo estoy dentro lo primero que hago es buscar a Rashell y Natasha, quienes sin esperarlo enredan sus brazos por mi cuello. Conocí a mis amigas en primer año cuando corrí al baño mientras me sangraba la nariz a causa de un balón que se le hizo más divertido chocar contra mi cara que en otro lugar. Ellas me ayudaron y juntas me llevaron a enfermería, yo era nueva y ellas habían estado aquí desde que tenían memoria y eran amigas desde entonces, así que les resultó conveniente agregarme a su pequeño grupo de amistad, desde entonces son mis únicas amigas.

Dime si esto es un Juego; para Desaparecer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora