Cap. 10
De nuevo paso el tiempo más rápido del que Nakamoto deseó. El nipón quería que el tiempo pasara hasta que el mafioso se aburriera o lo dejara morir de una vez, pero eso no llegó en todo el mes transcurrido. Al contrario, sentía que el mayor cada mañana llegaba con mejor actitud o por lo menos no se sentía demasiado tenso.
Los baños con flores de hicieron más comunes para el menor, ni siquiera tenía que limpiar porque su captor ya dejaba a una trabajadora entrar a limpiar la habitación cada día. Las flores no dejaban de llegar con el desayuno, era una forma de disculpa discreta y además gastar un par de dólares era casi como un chiste para el mayor. No tenía problema y además se daba cuenta de lo perfumada que se ponía la piel del menor, eso hacia que valiera aún más la pena.
Durante esos días el mafioso quiso follar a diario, estuvo más tiempo en casa que las primeras veces. De hecho había descubierto lo tan liberador que era sacar su tensión sexual con el menor, era casi tan bueno como fumar un cigarrillo en una situación de estrés.
El nipón contestó indiferente solo las primeras dos semanas, al sentir que el otro cedía él también lo hizo. Follar con el cuerpo relajado era menos doloroso que cuando se oponía y tener al mafioso contento había resultado en obtener un par de libros más y poder hablar con alguien. La trabajadora que limpiaba su habitación. Ella era mayor, tal vez por unos veinte años más. La mujer no se daba el lujo de contestar demasiado pero aún así era liberador para el japonés.
En un mes logro acoplarse y hacerse a la idea de su destino, por lo menos ya asimilaba mejor el sonido de la puerta todas las mañanas. Sabía que debía comer y simplemente esperar a ser tocado, pero eso ya estaba asimilado y si aún quería más debía aventurarse.
Esa mañana despertó más temprano de lo usual, su reloj biológico ya sabía a qué hora abría esa puerta el mayor, sin embargo había despertado más temprano y con una pizca de valentía extra. Busco entre la ropa algo diferente, algo que cubriera más su cuerpo. Un pantalón ajustado, una sudadera e incluso calcetines del mismo color. Hizo un par de estiramientos y en el baño organizo su cabello en el espejo.
Para cuándo la puerta se abrió el menor estaba listo, sentado a la orilla de la cama y con la vista sobre la pequeña pila de libros en el suelo. El mayor se sorprendió porque los últimos días el castaño le había esperado con una playera y su bóxer. Nada similar a como estaba en ese momento. No dijo nada, sin embargo una sonrisa liviana se asomó en su rostro.
— Decidí que quiero salir hoy, aunque sea al jardín. —Habló el menor, apretando sus puños, no titubeó al hablar.
— ¿Ah sí? Ahora tú decides y mandas, que sorpresa. —se burló el más alto, dejando la bandeja de comida dónde siempre y se sentó a su lado. — Así no funciona. —Sentenció.
— Por favor, me he portado bien y respirar algo de aire fresco me hará bien. Por favor, por favor. —Murmuró casi en súplica, llevando su vista al mayor.
En ese momento ambos hicieron contacto visual, el mayor podría jurar que no había sucedido algo así desde que lo secuestro, el castaño siempre evitaba su mirada. Para el menor también fue sorpresivo, incluso sintió que su tiempo y espacio tuvo una pausa. Pudo recorrer su rostro con la mirada y darse cuenta que, como había leído antes en un periódico que la señora de limpieza le dió de contrabando, el mayor no tenía unos ojos cafés envolventes.
Reaccionó unos segundos después, desvío la mirada, sin embargo no podía quitarse la sensación que experimentó al verlo a los ojos así. El mayor siguió mirándolo, con una sonrisa un poco más alta e incluso tenebrosa. Le había gustado verlo así, lo había hecho sentir aún más encaprichado con él.
Se levantó y sujeto la muñeca del chico, por primera vez lo llevo fuera de aquella habitación. Le hizo caminar a pasos rápidos hasta la puerta trasera, que el menor juraba era igual de enorme que la delantera. Lo soltó cuando salieron, dejando que el menor fuera libre. El castaño no dudo en quitarse los calcetines que llevaba a juego para correr por el pasto. No iba a escapar porque el lugar era muy grande y ya había divisado que jaehyun tenía un cuerpo de seguridad custodiando las paredes que lo separaban del exterior.
El mayor se sintió extrañado por esa actitud, pero supuso que era inteligente como para no intentar escapar. Lo dejo ir y hacer, mientras él se sentaba en una de las sillas de madera que adornaban cerca de la alberca. Era un lugar lujoso, había invertido mucho dinero. Se dejó descansar, fue un día que marco mucho para ambos y ellos no eran concientes.
El menor sintió un poco de libertad y esperanza de seguir obteniendo más comportándose amable y el mayor supo que su capricho al final sí había durado mucho y que recoger jóvenes de la universidad cercana ya no era necesario para satisfacer sus deseos sexuales por el momento. Estaba dejándose llevar con el chico, había roto su récord de acostarse con alguien por tanto tiempo y aunque no lo admitía, su subconsciente se sorprendía de avanzar con alguien aunque fuese a la fuerza.
Los minutos pasaron largos para el mayor, quien entre más pensaba menos se entendía y el menor disfrutaba sin noción del tiempo su libertad, el pasto, el aire y en general salir al exterior.
Podría portarse mejor para salir incluso a la ciudad, el mayor podría tal vez aceptar las nuevas sensaciones de ver al chico como algo más que un juguete sexual.
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Lealtad ↻ JaeTa. 『 JaeHyun x Yuta 』
Fanfic❥ NCT BL. "El amor de tú vida no lo encuentras, lo creas". Yuta es el amor único y leal de JaeHyun. Síndrome de Estocolmo, violencia, mafia y una pizca de amor.