Capricho de muchos días.

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CAP 6.

Veinte días pasaron desde que nakamoto había vuelto a la avenida frente su universidad, el mafioso le había llevado en su camioneta ese mismo día después del desayuno. Desde entonces no le vio más, como suponía cuando le dejo vivir. No tuvo problema alguno, solo una que otra crisis de preguntas al respecto de su valentía de aquel día, unas palabras de arrepentimiento, libros de amor entre mafiosos y lindas chicas. Nada grave.

Sin embargo, Jaehyun todo el tiempo lo tuvo en mente, por primera vez se vio reflejado en alguien que no brillaba por el dinero, o por miedo. Le hizo sentir calma, deseo y incluso besos con cargada pasión. Eso era raro, raro para su vida acelerada donde los moteles le recibían con jóvenes universitarias y universitarios esperando un par de regalos brillantes, tal vez hacerse amantes por interés, fiestas con su preciada cocaína, con chicas que antes de coquetear con el , lo habían hecho con tantos que de la misma manera tenían dinero y poder.

— sigues siendo un capricho que me voy a consentir.

Aunque sabía que el chico no lo había enamorado o algo similar, estaba convencido de querer repetirlo, de invitarle vino rosa, besarlo, poseer su cuerpo mirándolo a los ojos y tal vez otro desayuno con la cocina impregnada por su el olor de su ropa a arándanos.
Pensó en simplemente ir a la universidad donde lo conocío, esperar por él y llevárselo. Suponía que con el simple hecho de mostrarle un arma cualquiera, temblaria y subiría por su cuenta, o tal vez era más fácil mandar a alguno de sus chicos por el, secuestrarlo y quedarselo hasta aburrirse. La gran casa solo tenía dos empleadas, algunos pistoleros y su alma sola, llena de malos pensamientos. Quién preguntaría por el japonés, apostaba que era un ratón de biblioteca.

Al final del día, opto por esperarlo fuera de la universidad como la primera vez, repetir lo del café, tal vez eso le encantaría y podría llevárselo sin usar ninguna de sus otras opciones que no sonaban ni románticas, ni ideales según los libros de poesía y literatura que solía leer el nipón.

Bastaron quince minutos esperando para que saliera de su última clase, siempre caminaba hasta su departamento, era de un tamaño regular, repleto de libros y páginas incompletas por el suelo, no tenía más desorden que ese, siempre trataba de mantenerse organizado, limpio y pulcro. Estaba pensando en el proyecto que debía entregar el lunes, tenía dos días para hacerlo, probablemente más si lo hubiera hecho desde que su maestro lo explico pero no tenía caso quejarse, fue su culpa.  Tal vez alguien lo distrajo. Si tan solo no conservará ese olor a madera. Cuando levantó la vista para cruzar, sus ojos hicieron contacto visual con los de ese mafioso en el que claro que no pensó ver.

Se sorprendió un poco, desvío la mirada y decidió no cruzar, solo se giro para caminar sobre la avenida, podía cruzar más adelante, podría caminar muchísimas más calles de las normales, pero no volvería a meterse en la cama de un asesino, porque lo había buscado en internet. Asesino, narcotraficante, trata de personas. Era un verdadero mafioso.

Por su puesto que Jaehyun si cruzó, lo siguió porque no estaba dispuesto a seguir viendo espejos vacíos, sin brillos como los que tenían avellanas del chico. Sujeto su brazo con fuerza para detenerlo, el otro se alarmo, eso no era romántico como algunos pensaban, le lleno de pánico, trato de soltarse. No quería morirse.

— no me toques, gritaré fuerte y la gente se dará cuenta — amenazó el más joven, tal vez si quería repetirlo, pero la conciencia y el razonamiento le pedían a gritos que no.

— atrévete a gritar, si no te vuelo la cabeza con un arma, te cortaré en cubitos si haces ruido.

La amenaza del chico le hizo sentir su sangre tan helada que ni siquiera dio un paso más, solo se deji tomar del brazo y due de regreso con el, sunio a su camioneta, el mismo camino a la gran casa moderna. De muevi unaa aventura de sexo y pasión. Tenía miedo, pero una parte de su cerebro, la de sus impulsos, decía que ser domingo por el, que tan podía salir a parte de ser cubitos.
Por lo menos moriría no sin antes disfrutar, nos solo sentado con sesenta años y un gato, varios libros y platas secas.

— seré más dócil si tú de nuevo, me ofreces vino rosado, tal vez unas fresas también — pidió tratando de quitar la nube grisacea de tensión.

— ¿Comenzarás a exigirme cosas? — cuestionó el mafioso, de cierta manera le desilusiono.

— no, solo te doy consejos para tratar a alguien que no trabaja para ti y hace lo que quieres — primero se sintió valiente de hablar, luego lo pensó dos veces y se arrepintió no queria morir, no había publicado ni un libro como quería hacer antes de morir.

— mh, eres tan valiente, tan valiente — de nuevo estaba ese tono, de burla.

— no te burles Jaehyun, arruinas el viaje. Ya que vas a hacerme cubitos, que me matarás y luego venderás mis órganos, moriré como alguien valiente.

— mejor, hablemos de ese vino que quieres, cada noche que estés aquí lo tendrás.

Había manejado rápido, estaba cerca de casa, unos minutos más y se estacionó en el patio, lo ayudo a bajar, caminaron al interior de la casa, la habitación, la noche se estaba repitiendo y eso estaba bien para ellos, el vino sabía igual, unas cuantas copas, unos besos, las prendas fuera de sus cuerpos. No era la poesía que nakamoto conocía, era distinta, eran grabados con sus dedos sobre su piel desnuda y le gustaba, le gustaba esa sonrisa egocéntrica mientras se miraban a los ojos, no le juraba un amor que no se sentían, solo se disfrutaban entre gemidos y embestidas que despeinaba su cabello con las sábanas.

El capricho le había durado días, le seguiría durando un par más, además ya conocía el metodo, un par de palabras amenazantes, algo dulce y burbujeante de beber, arándanos, fresas, madera y el sexo llegaría.

Que más podría querer que descargar su tensión sexual.

No es como si quisiera verlo más de un dia a la semana a su lado, igual no tendría tiempo para llegar siempre a casa, ni tampoco para verlo en la universidad, no.

Lealtad ↻ JaeTa. 『 JaeHyun x Yuta 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora