Capítulo 4: Finalmente. Tesangrey, la Ciudad de los Aventureros.

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Drake y Myelittine llevaban todo el día en el camino, no habían visto nada diferente a un bosque desde que pasaron el Viejo Puente.

— ¿No estamos perdidos?

Myelittine negó en silencio mientras seguía caminando con su capa negra ondulando tras de sí. El joven aventurero en las horas que llevaban juntos, aprendió que ella no solo no era muy conversadora, sino que realmente no decía absolutamente nada ni a ella no le parecía relevante, y esas cosas eran extremadamente escasas. La elfa de ojos rojos no le gustaba hablar.

—La verdad no me pierdo en los bosques con facilidad —dijo mientras caminaba detrás de ella —. Fue parte de mi entrenamiento, aunque la desorientación mágica me hace confundirme bastante. Este lugar me marea.

Myelittine no dijo nada, solo siguió caminando.

—... Pero sabes, voy a confiar en ti, se nota que sabes lo que haces —dijo acelerando hasta ir a la par con ella —. ¿Y cómo aprendiste esas habilidades con la espada? El talento de los elfos de la luz es legendario, pero eso fue algo increíble. No tengo ni idea de cómo es que sigo vivo, recuerdo que estabas por matarme y luego ¡PAF! —digo haciendo un aplauso e imitando un gran salpicón de agua con los brazos —. Estabas en el rio.

Myelittine volteó suavemente, sus ojos rojos se cruzaron con los suyos azules. Drake se calló al instante.

— ¿No recuerdas eso? —dijo con monótona parsimonia.

— ¿R-recordar? ¿Recordar que? —dijo un poco confundido.

—Hielo.

Drake se quedó pensando por un rato.

—...No, es como si faltara algo, pero no puedo concentrarme en saber que es. Solo sé que en un momento estabas por allí, y luego estabas en el agua.

—No mientes —dijo ella que lo estaba mirando atentamente, cuando se vivían por tantos siglos, podías aprender algunas habilidades útiles como leer las expresiones de los demás —. Es un misterio. Espero no verlo de nuevo.

— ¿Ah, tan genial se veía? —Pero ella no contestó de nuevo y siguió caminando —. No es la primera vez que me hablan de eso, Faith, mi hermana, también me dijo que eso me pasó una vez. Cuando un dragón estuvo por matarnos a todos.

Myelittine no respondió, pero volteó unos milímetros en señal de interés.

—Antes de este viaje, cuando tenía 14 años, mi maestro nos envió a todos en una misión como ultima y máxima prueba de nuestro entrenamiento, conseguir una gema que el había puesto en un sitio muy remoto. No sé si has oído hablar de las Ruinas de Torquemada, ese lugar esta maldito, como todas las ruinas del viejo imperio —dijo mirando al suelo, recordando detalles algo turbios, como las hordas de muertos vivientes —. Pero los liches y zombis no eran lo peor que nos aguardaba, un dragón anciano se había hecho con las ruinas como su hogar, no sé cómo, pero mi maestro había colado una gema en sus tesoros. Y finalmente tuvimos que enfrentar a esa cosa. Todos éramos hábiles guerreros, pero esa criatura era más grande, más fuerte y mucho más sabia.

Myelittine ahora si había volteado por completo, ella ya había enfrentado dragones ancianos en su pasado, y eran batallas que no le gustaría tener que repetir de nuevo.

—... Con su magia, nos hizo pelear entre nosotros, y luego nos derribó a todos de un solo golpe. Para aquella bestia era solo un juego. Fue entonces cuando entendí lo que nuestro maestro quería. No podíamos ganar, debíamos ser ingeniosos y robar la gema sin luchar. Estuvo por quemarnos a todos, y luego, estaba muerto —dijo el —. Justo como esta vez, la criatura había sido atravesada por algo, porque tenía un enorme agujero en su pecho. Ninguno de mis amigos recuerda nada más que el frio, pero Faith me dijo que yo había hecho eso.

Guildmaster: El Maestro del GremioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora