Amanecía sobre Tesangrey, sus coloridos tejados empezaban a brillar con la luz del alba mientras la ciudad estaba despertando luego de otra de sus agitadas noches de juerga, fiesta y alcohol. Desde la ventana, Myelittine podía ver borrachos tambalearse en las calles, otros siendo quitados del camino por los guardias, locales y comerciantes ambulantes que iniciaban su jornada, patrullas que cambiaban de turno y aventureros entrando y saliendo del gremio.
La elfa de ojos rojos ya llevaba un par de horas despierta, los elfos no solían necesitar tanto tiempo de sueño como muchas otras especies. Ellos entraban en una especie de meditación profunda durante un par de horas en las que se conectaban a veces con el reino onírico de los sueños. Sin embargo, se decía, que los elfos envidiaban la capacidad de soñar de otras especies.
No pasó mucho tiempo antes de que el joven aventurero, Drake Winterheart despertase. Tenía el cabello azul despeinado con mechones cubriendo su rostro somnoliento, dio un bostezo y se estrujó los ojos para desperezarse. Se pasó la mano por el pelo y se lo quitó de la cara.
Su primera visión, era su compañera elfa sentada en la otra cama, con su habitual expresión de apatía. Él le sonrió, y ella no hizo absolutamente nada.
—Buenos días, Myelittine.
—Buenos días —contestó con su habitual monotonía, de inmediato, Drake se levantó y se lanzó al suelo para hacer flexiones. Myelittine casi estuvo por preguntar que se suponía que hacía, pero decidió no decir nada.
Despues de 200 veloces repeticiones, el joven humano se levantó y empezó a realizar varios ejercicios, estiramientos y prácticas levantando todos sus objetos pesados. Era parte de su rutina para mantener su condición física, la cual era bastante marcada, que era parte esencial de sus habilidades de combate. Un segundo de retraso en un movimiento, no ser más rápido que su oponente, no tener la fuerza, destreza y reflejos necesarios en una situación determinada, y era todo lo que se necesitaba para terminar muerto. Una de las más grandes lecciones aprendidas por sus maestros, su tío Rob, y su padre y mentor Edward.
La elfa lo veía ejercitarse, ella no necesitaba hacer cosas así, sus reflejos naturales era de por si superiores y su fuerza física era ridículamente alta. El único entrenamiento que necesito alguna vez, además de la esgrima, fue como no destrozar todo con sus manos.
—Perfecto —dijo apenas cansado y quitándose el sudor de la frente —. Hora de comenzar el día... Creo que hay una ducha —Myelittine señaló la única puerta que no era una salida —. Gracias.
Una de las características más notorias sobre la posada del Gremio de Gremios, eran sus baños y su sistema de aguas, cada habitación tenía un cuarto de baño propio, y en cada uno había una ducha y una tina. Drake entró primero y tomó un baño, después de él, siguió Myelittine.
Vestidos con sus ropajes, el joven se abrochó el cinturón de la espada que cruzaba su pecho, Myelittine enfundo sus armas en sus cinturones, ajustó su capa negra y ambos salieron recorriendo el pasillo, listos para partir.
Pero primero comieron en la taberna de abajo antes de partir. Una camarera se acercó cuando se sentaron en una de las mesas.
— ¿Qué les sirvió?
— ¿Qué tienes para hoy? —preguntó el.
—Empanadas de papa y queso es una de nuestras especialidades.
—Tráeme de esas entonces.
— ¿Y usted que va a pedir?.
—Fruta. Manzanas —dijo, y aunque la mesera casi creyó que era una broma, el rostro inexpresivo de la elfa de algún modo le indicaba que no era un chiste.
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Guildmaster: El Maestro del Gremio
FantasiDesde que era un niño, Drake Winterheart tiene un sueño, fundar el gremio de aventureros mas épico y legendario que la historia haya conocido. Durante años entrenó en el arte de la espada y otras disciplinas con sus mentores, esperando el momento...