15|One-shot|

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| ¿Cuándo se deja de sentir la vergüenza del pasado? |

   El cielo gris, lleno de espesas nubes que se acoplaban unas sobre otras impedían que los rayos dorados del sol tocaran la tierra, y así mismo no dejaban que su calor llegara a ellos. El viento que se alzaba de a ráfagas era helado cual aguas marinas, punzante al tacto de la piel descubierta de las manos y el rostro. Los árboles cubiertos de nieve se alzaban solemnes, y sólo unos pocos tipos de ellos eran quienes aún conservaban sus hojas verdes, como lo pinos.

   En el bosque, lejos de la población, donde el sonido del silencio es roto por el aullido del viento, la nieve que cruje bajo los pies de quienes caminan sobre ella, y aquello animales que se atrevían a salir de sus escondites aún con el frío que se abalanzaban sobre ellos, forzaban a los sonidos salir de ellos, involuntarios pero casi silenciosos.

   Estamos muy lejos de Kattegat.

   La voz de una joven muchacha se escuchó, baja, apenas más arriba que el sonido de sus propias pisadas. Sus ojos eléctricos y ávidos viajaban rápidos sobre el follaje basto y cubierto de nieve blanquecina. Su cabello rubio, atado en complejas trenzas, bailó al son del viento que pronto le acarició con delicadeza pero con firmeza al mismo tiempo. Su rostro, joven y terso, se iba afinando con el paso de los días y los meses, y el tiempo dejaba a la vista una hermosa joven que se iba formando, una joven que aspiraba a ser escudera, una guerrera que se formaba para alcanzar la grandeza de las Valkyrias. 
   Kaira miró de pronto a su padre, quien viajaba con ella a su lado. Un hombre alto, cubierto con vestimentas de cuero oscuro, portaba consigo sus armas, y sobre sus hombros posaba una fiera capa de piel de oso. Su rostro estaba curtido por la experiencia y el paso del tiempo aunque aún no llegaba a los 40 inviernos de vida, y sobre su piel se posaba rebosante una espesa barba, larga y enmarañada como las desprolijas ramas de un arbusto. Sus ojos eran de un profundo color azul color océano, como aquel que se extendía lejos de ellos, inexplorado aún. Su cabello era largo, tanto como el de su hija, pero hecho en largas y finas rastas que se sostenían firmemente dentro de un lazo de cuero. 
   Einnar miró brevemente a Kaira, y tras volver su mirada al camino por el bosque, posó su mano sobre uno de sus hombros. Sonrió de costado, levemente.

   Es la idea de este entrenamiento dijo, y volvió a mirarla —. Hoy pondrás a prueba todo lo que te he enseñado, y si la pasas con éxito, serás bendecida por los dioses y serás una auténtica escudera.

   ¿Cómo mi madre? 

   Así es.

   Kaira sonrió al mirarlo, y tras unos momentos, miró al cielo.

   Entonces, haré honor a su nombre y me convertiré en una escudera digna de ir al Valhalla. Y cuando pase por sus puertas doradas, podré conocerla por fin. Ni siquiera el Ragnarök podrá separarnos.

   Einnar sonrió con orgullo, sin ocultarlo, y con su mano acarició salvajemente los cabellos rubios de Kaira, lo que le valió un quejido de ella, pero una sonrisa radiante.

   Sé que lo harás.

   ¿Qué debo hacer, padre?

   Cazarás un oso.

   Kaira lo miró, con ojos dilatados en sorpresa. Se había entrenado toda la vida para aquel momento, su padre, un gran Berserker, la había entrenado como lo habían entrenado a él. No había posibilidad de fallas, sus posibilidades de supervivencia eran altas, ella sabía sobrevivir sola porque ya lo había entrenado con él. Sin embargo, cazar un oso lo sentía aún lejano, un animal que tenía la fuerza de 10 hombres, tal vez más. 

One-shots (ShikamaruxOc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora