Capítulo 2- ¿Angel o diablillo?

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Un golpecito en mi hombro hizo que me removiera en mi cama. Mis párpados se sentían tan pesados al igual que mis músculos, el contacto de mi piel desnuda con la fina tela de y el sol entrando por mi ventana hacían la combinación perfecta para despertar, excepto el insistente toque en mi hombro.

Levanté mi cabeza y observé los ojos cafés de Clara mirarme con un poco de miedo.

—¡Jesús! Pensé que estabas muerta —dijo la mujer de servicio.

Observé a mí al rededor y miré el desastre que había hecho en mi habitación la noche anterior. Una botella a dos dedos de ser terminada abandonada en el piso junto a mi celular. Me queje estirando mi cuerpo.

—¿Por qué me despiertas? —sisee molesta.

—Tienes que ducharte, comer y vestirte porque en dos horas es la fiesta de beneficencia que dará tu madre, tu disfraz está en tu armario.

No podía abrir bien los ojos, la luz hizo que me duela la cabeza. Maldita resaca. Me estiré de nuevo y me levanté lentamente de la cama. Clara empezó a recoger tras de mí las cosas que invadían el piso de mi habitación.

Tomé una bata y me cubrí con ella, peiné mis cabellos en una coleta, cogí mi teléfono del suelo con un suspiro. No quería ver el desastre que había hecho la noche anterior, me sentía cansada, pero no por la resaca, sino de mi misma y mi actitud.

—Prepara la tina. En una hora subo.

Bajé las escaleras para comer algo, ¿Qué hora era? ¿Las ocho? ¿Once? Entre a la cocina y me encontré con la mujer que preparaba todas las comidas, ella estaba acostumbrada a ese tipo de cosas, lo cual no implicaba que estuviera bien.

Me senté en la encimera y encendí el teléfono, ¡Eran las tres de la tarde! ¿Cuánto dormí?

—¿Le preparo algo señorita? —interrogó la mujer.

—Algo ligero, quiero entrar en el vestido que debo usar hoy. Por favor.

Revisé mis mensajes y me topé con uno a un número al que jamás había escrito, estaba acostumbrada a escribirle a las personas cuando estaba ebria, el típico te amo, o te extraño. Mis exs ya sabían todo el procedimiento, aunque opté por eliminar a muchos.

Pero el número tenía un apodo característico que conocía muy bien, un absurdo apodo, ¿Por qué le escribí a él? ¿Estoy pendeja o qué?

El mensaje era una clara y absurda invitación a la fiesta de disfraces de mamá, ¡Hasta le dije como iría vestida! Pero eso era... El chico no podía ir, no tenía invitación y a menos que fuera a donar, no tenía entrada ¿Verdad?

Así que me relajé un poco y comí unas frutas que me sirvió la mujer regordeta mientras esperaba el resto de la comida. Podía ser modelo, podía tener que estar delgada, pero no dejaría de comer como me gusta.

Hace días pensaba que estando como uno de los ángeles de mi madre no podría divertirme, así que ya tenía ideado un plan. Llevaría mi otro disfraz en el auto y lo dejaría en el camerino, luego de la pasarela y de un momento para fotos, cambiaría a un atuendo que nadie esperaría. Además, si el chico llegaba a aparecer, no tendrá a quien llamar para que lo dejen pasar. El plan perfecto.

Después de comer todo del plato, subí a darme una baño, podía ser una diva, pero el mundo del modelaje es estricto, tienes que estar a tiempo, no importa si tu madre es la jefa.

Me di un largo baño de tina relajante, la resaca pasaría pronto, Clara me dio una aspirina para la jaqueca y un café con leche, debería ser café, pero no me gusta.

Estaba relajada, Clara me ayudaba diligentemente con las uñas, hacía poco compré un esmalte que se caía con agua, así que puse una base roja, pinte con una que se caía con el agua en blanco.

¡Ayuda! me obsesione con el nerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora