Capítulo 1- Bar, alcohol y amigos

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Y desde el día en el que salí a pasear a Zafiro, a mi mente venía la sonrisa del chico nerd, jamás me había detenido a observarlo lo suficiente como ese día, no era completamente feo como solíamos bromear. Bueno, en realidad no era nada feo.

Terminé mi maquillaje con un labial rojo, Sabrina me dio el visto bueno y una sonrisa desde su lado del espejo. Mi amiga era una chica un poco voluptuosa, de pechos grandes y piernas gruesas, de piel dorada y cabellos rizados que por un tiempo planchó, hasta que las modelos decidieron que es bonito el cabello rizado.

Solía sentirme opacada por su gran cuerpo, pero ella no tenía el arma que tenía yo, el cabello perfectamente naranja y ojos azul cielo, en todas las revistas dónde he salido solían decir que parezco una fina muñeca de porcelana.

Mi amiga y yo amábamos la moda, todo lo que tuviera que ver con el modelaje, la ropa, zapatos y maquillajes nos enloquecía, sin contar que gracias al apellido de mi madre, el vestido que quisiera lo obtenía sin mayor problema.

—Me encanta —chillo mi amiga—. ¿Buscas llamar la atención de alguien en especial?

Me reí y desvié la mirada.

—Obvio, de todos en el bar.

Tomé mi pequeño bolso de mano y bajé las escaleras en compañía de mi amiga, ignore a Clara que intentaba hacer que le prestara atención a las palabras que decía. Clara era como una madre, una que a veces, siempre, solía ser un poquito fastidiosa, pero era la mujer que había pasado conmigo cada cumpleaños, me aconsejaba y cuando era niña, me leía cuentos cada noche cuando sabía que mi madre no volvería en semanas por su trabajo.

Tomé aire y me di la vuelta para escucharla, tenía el ceño fruncido, no le había prestado atención hace un par de días y ahora veía un cambio en ella. Su rostro se veía envejecido, más cansado.

Sabrina rodó los ojos en cuanto le di la espalda, lo sabía porque la había visto hacerlo un par de veces, a ella le parecía absurda mi relación con la mujer que hacía la limpieza y que alguna vez fue mi Nana. Me acerqué a ella y le pasé un brazo por los hombros, la pequeña mujer relajó sus facciones en cuanto sintió mi toque.

—¿No crees que es muy tarde para salir, Tea? ¿Y ese vestido no es muy corto?

Le dediqué una sonrisa y apreté más mi abrazo.

—Sé que me quieres cuidar y lo aprecio muchísimo, eres la madre que me cuida, pero estoy bien ¿Sí? No hay de que preocuparse... ¿El auto está listo? — interrogué.

La vi dudar y eso no me gustó, cuando ella dudaba en decirme las cosas era que algo anda mal.

—¿Qué pasó? —pregunte con un suspiro.

—Tu madre prohibió que se te diera el auto por como lo devolviste la última vez, además del espectáculo que hiciste en el bar... Gracias a ti el chófer renunció. —Hablo moviendo las manos con nerviosismo.

Maldición, había olvidado que la última vez que salí de fiesta, mi madre me había prohibido tomar el auto, no recordaba mucho de esa noche, pero las fotos de la revista fueron... Reveladoras, y el vómito en el chófer y parte del auto... Sí, a mi madre no le gustó.

Me acerqué a Sabrina con cautela. Me apenaba tener que decirle que mi madre no me permitía usar el auto y, como no había sacado el permiso, tampoco podría conducir.

¡Ayuda! me obsesione con el nerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora