Nunca había dormido con nadie, y jamás había tocado una cama tan desagradablemente incómoda... Pero no podía hacer o decir nada porque lo sentía respirar lentamente en mi pecho.
Cuando logré tomar el sueño ya era bastante tarde ¿O sería mejor decir temprano?
Nunca sentí cuando se fue, pero al despertar el chico no estaba conmigo. La habitación estaba vacía con excepción de sus cosas, ropa en un armario, y la mía desperdigada en el piso.
Suspiré con pesadez, la luz del sol entraba fuertemente por la ventana y el calor empezaba a calentar la habitación. Recogí mi ropa, tape mi pecho desnudo, acomodé la falda y coloque mis botas. Tomé una de las corbatas que usamos la noche anterior y la guardé en mi cartera antes de salir de la habitación.
No había dejado una nota, no había un mensaje en mi móvil, simplemente la soledad y la certeza de que alguien estaría abajo, sea él o alguno de sus compañeros de casa, aunque por la hora lo dudaba mucho.
Tragué saliva al salir por la puerta, camine lentamente hasta bajar las escaleras y tocar el picaporte de la puerta principal, en la cocina se escuchaban ruidos de platos y cubiertos. Estaba por salir a buscar la manera de irme, cuando unas botas pesadas caminaron hacia mi mostrándome el rostro del chico con el que pase la noche.
—Buenos días —Sonrio.
—Buenos días. —Devolví la sonrisa.
Sus ojos se veían brillosos, ¿Aún creia lo que dijo ayer?
Estaba despeinada, con ojeras, sin maquillaje y con la ropa desaliñada, aún así no me sentía fea, su mirada me confundía sin embargo.
—Estaba por irme. —Señale la puerta.
No quería que él se sintiera más incómodo de lo que se veía, pero se acercó a mi, me tomo una mano y me guío sin decir nada a la cocina.
—Toma el desayuno, yo te llevaré a casa.
Me senté en la encimera era diminuta, dos sillas. La nevera era casi una de esas ejecutivas y la estufa solo tenía dos hornillas. A pesar de ser simple y humilde, no era sucio como pude imaginar en algún otro momento. Me sirvió un huevo y un par de tostadas con un jugo de naranja que estaba en la nevera en una caja de cartón.
No tenía hambre, su presencia me ponía nerviosa de momentos, no saber que pensaba me frustraba, no como las personas con las que solía relacionarme, su atracción por el dinero los hace ser más transparentes de lo que desean, siempre actuando por interés.
Se sentó a mi lado, las sillas eran de esas que dan vueltas, así que estando inquieto daba vueltas en ellas para lo que parece relajar sus nervios.
Después de un tiempo viéndolo, tomé su brazo para que dejara de moverse, alzó la mirada del plato hacia mis ojos.
—¿Te pongo nervioso? —pregunté bromeando.
—N-no —tartamudeo un poco. Parecía que no era la única que se sentía extraña.
Sonreí y le di una mordida a mi tostada. El chico tomó su celular, no me gusta ser chismosa pero tan cerca podía ver el mensaje que estaba escribiendo y era para mí, es decir Tina.
Sé que se suponía que anoche solo era sexo casual, pero igual dolía ver cómo le escribía a otra para... ¿Le está escribiendo a Tina para verse? ¿Por qué si el día anterior la había mandado a freír monos? No podía ver el teléfono porque se daría cuenta.
La curiosidad me mataba, en su rostro se dibujo la decepción cuando no obtuvo respuesta inmediata, pero si él fue el que dejó a la chica sola con dos helados ¿Qué esperaba?
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¡Ayuda! me obsesione con el nerd
Short StoryUna chica, dos personalidades. Dorotea es hija de una diseñadora de moda, una mujer adinerada y engreída que le heredó a su hija no solo su dinero y apariencia, sino también su personalidad tan malcriada. Su perspectiva del mundo cambió cuando se en...