Capítulo 9- Despedida

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Clara hablaba amenamente como si su vida no pendiera de un hilo, yo me sentiría mejor si tan solo no la viera conectada a un sin fin de aparatos para monitorearla.

Las visitas en las habitaciones eran igual de limitadas, pero al ser su familia me dejaron estar con ella. Clara no tenía a nadie más, nunca tuvo hijos propios, ni hermanos y sus padres murieron hace un par de años, solo éramos ella y yo... Pronto sería solo yo.

—No llores más mi niña, por eso no dije nada.

Intenté contener las lágrimas, pero era imposible, empañaban mi visión y no se iban por más que pestañara muchas veces.

—E-es que n-no puedo —solte un hipo—. No sé que haré sin ti...

La abracé y me acosté en la orilla de la cama, con dificultad me abrazó y así nos quedamos un rato. Cerré los ojos para intentar relajarme y mi cuerpo cedió al cansancio y la pezades que tenía en los ojos de tanto llorar hizo efecto.

Pasó un tiempo para cuando volví a abrir los ojos, para mí sorpresa no estaba en la habitación del hospital cuando desperté. Miré a mi al rededor, un jardín con flores rojas y amarillas adornaba la entrada de una pequeña y modesta casita. En el porche tenía una silla de madera de esas que usas para columpiarte y allí sentada estaba Clara con una taza de café.

Entonces supe que estaba soñando. Caminé hacia donde estaba la clara de mi sueño y me senté junto a ella, verla sin los aparatos a los que estaba conectada me hizo sentir muy bien. Al verme sonrió.

—Mi niña, no pensé verte aquí —dijo.

Ignoré la sensación extraña que empezaba a escalar por mi pecho y me dediqué a jugar con una flor que tomé del jardín.

—Tea, cariño, esto es importante.

Hizo que levantara mi rostro y la miré fijamente, allí estaban sus ojos mirándome con ternura.

—Este lugar es tuyo, en mi habitación está todo lo que necesitarás para venir aquí —Me dió un beso en la frente.

—No quiero despertar aún, aquí se está cálido —susurré somnolienta de nuevo.

Su mano recorrió mi mejilla, la que no estaba apoyada en su hombro.

—Debes volver, no tengas miedo, yo estoy yendo a un lugar mejor, no dejes de vivir tu vida.

Tomé aire y abrí nuevamente los ojos, en cuanto volví en mi noté que el monitor que estaba conectado a Clara estaba pintando. En seguida entró corriendo una enfermera y un par de doctores, me apartaron y me sacaron de la habitación.

Me quedé en shock al estar frente a la puerta con una ventana de vidrio observando como los doctores intentaban reanimarla sin tener un buen resultado. Mi madre estaba muriendo frente a mis ojos y la sensación calida se desaparecía de a poco con un soplo de brisa, recordándome un suspiro de la muerte.

La ví dejar de respirar y como su cuerpo se marchitaba totalmente, al menos estaría en un lugar mejor, repetía mi cerebro para no quebrarse.

La muerte es dolorosa, quema como agujas en la piel, como si miles de alfileres se clavaran en tu pecho dejándote sin aire. Cómo si te inyectaran todos los recuerdos que tienes de esa persona para que no olvides lo maravillosa que fue, pero para que también te aferres a el sentimiento de estar con ella.

A veces damos por sentado que estarán allí, pero nada es seguro en esta vida.

Axel me tomo entre sus brazos devolviendo el calor que había perdido, recordándome la promesa que hice en ese extraño sueño, debo seguir viviendo, por ella y como si el mundo regresará a la normalidad, las personas que sentia estaban en pausa, continuaron con su vida haciendo las cosas que debían hacer.

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⏰ Última actualización: Apr 28 ⏰

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