XI

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Los primeros tres días de trabajo bajo la identidad de Maria Luisa Sanabria habían ido a la perfección, o por lo menos, en el rango de normalidad que implica empezar un nuevo curro. Su jefa y ahora nueva presidenta, Amelia Ledesma, conversó con ella y, personalmente, le enseñó todo lo que era necesario saber en términos generales para facilitarle el trabajo como su secretaria y de esa forma también, Luisita pudiera completar el proceso de entrenamiento de entrada más rápido. Como la secretaria de Amelia, Luisita tenía acceso a su correo electrónico, su calendario, entre otras cosas y para la primera tarea que debía completar tenía que programar una cita con los dueños y presidentes de la compañía asociada con Bebidas Ledesma; la empresa De La Vega. La secretaria siguió las instrucciones al instante y a la mañana siguiente, Amelia, al igual que Hugo, estarían reunidos en un restaurante prestigioso muy cerca de la empresa acompañados de Gabriel y Carlos De La Vega, mientras que Luisita estaría en la oficina haciéndose cargo de programar las otras reuniones pendientes que tendría Amelia durante el resto del día.

Eran las 5:45am de un Jueves cuando la alarma del móvil de la detective sonó alertándole que ya había llegado la hora para levantarse. Con cara de pocos amigos se puso de pie, se dio un baño rápido y se vistió con un vestido negro de mangas largas, unos tacones negros altos, maquillaje ligero que ayudaba a resaltar el color café de sus ojos, lápiz labial rosado pastel en los labios y, para terminar, sus lentes. Se miró por última vez en el espejo y suspiró; el disfraz como Maria Luisa Sanabria ya estaba completo.

Cuando hablaron con una chica que formaba parte de los contactos que tenía Benigna en la CNI (El Centro de Inteligencias de España) se dieron cuenta de que tenían que cambiar varias cosas sobre la imagen y el aspecto físico de la detective. Luisita era una chica que, de acuerdo a lo que le habían comentado algunos compañeros anteriormente, tenia un cuerpo muy muscular para ser mujer y, por esa razón, tuvo que pausar sus ejercicios y perder un poco de masa muscular para poder presentarse mas "femenina."

El contacto de Benigna les había sugerido varios cambios para poder llevar a cabo la identidad de Maria Luisa Sanabria sin crear sospechas: cómo debía vestirse, qué colores debía ponerse y que tan a menudo. En el momento que escucho esas palabras, Benigna, acompañada de su contacto y de Luisita, salieron de compras a una tienda de vestidos formales y le llenaron el armario a la rubia con prendas que a ella, honestamente, no le gustaban y que si no fueran requeridas por la misión, no se pondría nunca en su vida. Luisita era, como diría la sociedad patriarcal, una mujer masculina. Le encantaban los vaqueros no tan ajustados con rotos en las rodillas, las camisetas de hombres, la ropa ancha en general, las carreras en autos o en motocicletas, la adrenalina, asistir a peleas de boxeo, practicar Karate, todo lo que, para una mujer, no era visto como algo normal, pero a ella no le importaba. Después de todo, siempre se decía diariamente a sí misma que ella había nacido para ser la mejor versión de ella, no para complacer a una sociedad machista llena de hombres que solo utilizan su poder para sexualizar y controlar a las mujeres.

Ese día, cuando terminaron de comprar lo necesario, se dirigieron a la casa de Benigna y al llegar allá Luisita se probó algunos atuendos y fue cuando, de repente, la idea de usar lentes le atravesó la cabeza. Al principio a Benigna le pareció una idea un poco rara e innecesaria pero después se dio cuenta de que la detective simplemente quería jugar y divertirse un poco con la misión, así que se lo permitió sin ningún problema. Por esa razón, Luisita tenía lentes de contacto transparentes, los cuales usó en su primer día de trabajo, y les había informado tanto a Amelia como a Jesus que sin lentes no veía bien; la excusa perfecta para ayudar a camuflar su verdadero rostro, pero también tenia lentes monofocales, los cuales estaba utilizando esa mañana.

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