Capítulo 3: Una era de oscuridad

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Lugar: Algún lugar de Jamir
Época: Ahora, un ahora que no es el nuestro.

Seiya siente un golpe... una ráfaga de aire templado cortando el frío eterno que va más allá del cero absoluto. Siente, después de un tiempo indefinido, su cuerpo libre de la helada prisión en la que estuvo hasta ahora. Vislumbra el rostro de una joven.

—Descansa...

Las palabras se mezclaron con los pensamientos de Seiya, ¿Quién era ella? No tuvo las fuerzas para hablar o siquiera para moverse, pero por el rabillo de sus ojos pudo ver a Shiryu a su lado envuelto en mantas, agradeció en su mente a aquella desconocida y finalmente volvió a caer inconsciente.





—Seiya... ¡Seiya!

—¿Mmmm? ¿S-Shiryu? —Seiya volvía a estar consciente, aunque un poco aturdido. Lo importante es que Shiryu estaba frente a él sano y salvo.

—¡Seiya! Al fin despiertas. No vas a creer esto...

Seiya observa que está tapado con varios cobertores y a un lado había una fogata encendida, mientras Shiryu se encontraba en cuclillas frente a él. Sin embargo, al caballero de Pegaso le llama la atención las dos personas que se encuentran tras la fogata. Puede ver a una joven rubia con el pelo atado en una cola, era visible para cualquiera que estaba dotada de bastante belleza y era un poco más alta que el joven caballero de Pegaso. Seiya estaba seguro de que había sido ella quien los había rescatado. El otro era un joven de cabello verde portando una armadura muy dañada, pero Seiya la identificó de inmediato como la primera versión de la armadura del Cisne. Al joven le faltaba el brazo derecho...

—¿Quiénes son ellos? ¿Dónde estamos? ¿Athena...?

—Tal vez podamos responder a las primeras preguntas —dice la chica.

—Mi nombre es Lithos y soy la última alumna del viejo maestro de los cinco picos.

La chica parecía ser un poco mayor que los dos caballeros y vestía una túnica griega con bordes rojos. Casi parecía un vestido de la antigua era griega.

—Y yo soy Isaac, el caballero de bronce de Cisne.

—¡¿Cómo dice?! —se sacudió Seiya.

No pudo evitar dar un segundo vistazo a Isaac. Parecía en verdad tratarse del antiguo amigo de Hyoga. Al igual que de donde provenían Seiya y Shiryu, Isaac también tenía una cicatriz en su ojo. Parecía que el mundo tampoco había sido muy amable con él aquí.

 Parecía que el mundo tampoco había sido muy amable con él aquí

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—Espera Seiya, tienes que saber algo importante. Han transcurrido quince años desde que fuimos desplazados hacia al pasado por Nereo —Shiryu miró las llamas con dolor en sus ojos—. Además... fallamos en nuestra misión. Athena murió.

—Entonces en verdad sucedió... ahora estamos en un mundo totalmente diferente, ¿no es cierto?

—Ya veo —interrumpió su conversación el actual caballero de Cisne—. Ustedes también son caballeros de Athena, ¿fueron congelados cuando intentaban salvarla? Porque no entiendo quien o que pudo hacer un hielo tan frío —se miró su única mano—. Intenté romperlo por muchas horas, creo que ni mi maestro Cristal hubiese podido liberarlos de aquel hielo.

Saint Seiya - Un Mundo Sin AthenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora