Capítulo 4: Emboscada del pasado

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Lugar: Los restos del hogar de Mu en Jamir
Época: Ahora, un ahora que no es el nuestro.

Seiya y Shiryu, recién habiendo despertado de los hielos eternos, sin armadura y perdidos en una época que no es la suya, observaban azorados al caballero que portaba la armadura del dragón, quien acaba de derrotar al caballero de la Tarántula de un solo golpe.

—Shiryu... ¿acaso él es...?

—Okko...

—Ustedes deben de ser los caballeros que estaban congelados —miró de arriba abajo a ambos chicos—. Debemos partir, no tenemos tiempo. Aracne solo era la avanzada del ejército de Hades.

Los seis guerreros miraban a su alrededor, tratando de sentir a los enemigos que debían acercarse, pero nada aún, solo aquel cielo negro y tormentoso del que Shiryu y Seiya aun se lamentaban, mientras que para el resto ya era algo natural.

—¿A dónde iremos? —pregunta Seiya.

—Hace tiempo el maestro Mu y el maestro Dohko construyeron un portal directo a la cascada de Rozan —contestó Kiki—. Está oculto en una cueva en la cima de una montaña a unos kilómetros de aquí.

—Pues será mejor que nos apresuremos —Shiryu pone su mano en el hombro de Seiya—. Adelántate junto al resto, necesito hablar con Okko.

Seiya comprende a su amigo y con una mirada de confianza responde a la petición. Él, Lithos, Kiki e Isaac se adelantan hacia la montaña, mientras Shiryu y Okko les siguen el paso por detrás, manteniendo su privacidad y cuidando la retaguardia.

—¿Qué ocurrió cuando se cumplió el plazo otorgado a la Tierra por Zeus?

Seiya seguía curioso por cómo se habían desarrollado las cosas en este mundo. Cada tanto miraba hacia atrás, asegurándose que Shiryu y Okko siguieran allí. No le agradaría que Shiryu también desapareciera y entonces encontrarse solo en este mundo desconocido. Tal vez haya gente que conozca, pero ninguno reconoce a Seiya como tal, ninguno es del mundo de Seiya y eso lo hacía sentir de cierta manera solo. Estaba agradecido de al menos estar allí con Shiryu, ambos podrían luchar codo a codo como habían hecho siempre.

La chica tenía la mirada fija en la montaña que había mencionado Kiki y sin apartar la vista de ella, le respondió a Seiya después de un fuerte suspiro, como aquellos que simbolizan la carga que uno lleva en el corazón.

—Los dioses decidieron invadir la Tierra —su voz hablaba con firmeza, pero Seiya también reconoció una delicadez característica de las doncellas del santuario—. Ares, Poseidón, Abel, Eris, Artemisa, Hermes... Todos atacaron en conjunto diversas naciones, utilizando guerreros sagrados y la fuerza de los elementos de la naturaleza. Combatieron durante un año, pero el mundo se negaba a ceder. Aunque finalmente países como Estados Unidos, Rusia, Corea y Japón fueron destruidos por su propio armamento nuclear al intentar usarlo contra los dioses.

 Aunque finalmente países como Estados Unidos, Rusia, Corea y Japón fueron destruidos por su propio armamento nuclear al intentar usarlo contra los dioses

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Saint Seiya - Un Mundo Sin AthenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora