Miel, amor y un conejo

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No quería abrir los ojos, sabía que el me estaría mirando; si vista la podía sentir cada noche, pero no me molestaba. No quería abrir los ojos porque una vez que haga eso, él se irá. Esa era la regla, por mucho que desee que él se quede un poco de tiempo más, no lo haría.

—Sé que ya estás despierto —murmuró cerca de mi odio.

No pude esperar más, y los abrí; la luz radiante que pasa a través de mi ventana me hizo apreciar mejor el rostro de Beomgyu. Posé mi mano en su mejilla, ¿por qué él era tan irreal?

—Buenos días —saludé—, a veces da un poco de miedo que no puedas pegar ojo en toda la noche —confesé, mientras me levantaba, y entraba al baño.

—Hola —correspondió—, ¿qué te puedo decir? No es algo que yo pudiese controlar.

—Ya —solté, mientras metía el cepillo de dientes a mi boca.

Beomgyu no hizo ruido alguno, pero sabía que él estaba ahí, no se iría con despedirse, aunque no sé por qué lo hacía, si a fin de cuentas nos volveríamos a ver en unas horas más. Mis abuelos no estaban en casa, habían salido temprano por la mañana, iban a ir al pueblo vecino: mi abuelo por material para su taller, y mi abuela iría a comprar telas. Ya había pasado un par de semanas desde que me Beomgyu me presentó oficialmente como su novio, y aun no me podía hacer la idea del todo completa.

—¿No puedes quedarte un poco más? —pregunté, mientras me volvía a echar en la cama.

Beomgyu, quien había estado concentrado en un libro que había dejado a medias de terminar, me miró con una ceja alzada.

—¿Y las nuevas reglas donde quedan? —preguntó.

—¿No fuiste tú quien dijo que estaban para romperse? —inquirí.

Beomgyu rio, bajó el libro, y se acomodó a mi lado, nos quedamos mirando el uno al otro; sentía el espesor de la situación. Los días que habían pasado habían sido los mejores que he tenido en mucho tiempo, era unos días hermosos, tanto para mí como para los Choi. Beomgyu me había mencionado que habían estado planeando ir de picnic, pero primero querían preguntarme a mí, ya que ver como Yeonjun andaba de caza no sería algo muy bueno —Yeonjun había prometido solo cazar animales durante su estancia aquí—, pero igual acepté. La compañía de su familia era demasiado agradable; Hana me contaba varías historias de sus antiguas vidas, la mayoría de las cuales eran muy extrañas o muy difíciles de creer, pero su manera de relatarlas era totalmente atrapante.

Beomgyu pasó su pulgar por mi labio inferior; el cosquilleo de su tacto me recorrió todo el cuerpo. Me acerqué más él, y junté nuestros labios, le mordí levemente; soltó una especie de gruñido, pero seguí besándole, sus labios juntos a los míos eran algo que no podía describir con total certeza, era... alucinante. Su mano comenzó a subir por mi espalda, comenzando a recorrer parte de mi piel; lo miré, quería una señal, y me la dio. Me saqué la camiseta, y dejé mi piel al descubierto, Beomgyu se acomodó; sus labios se apartaron de mis labios, para comenzar a bajar por mi cuello, donde daba una que otra leve mordida. Busqué el final de su camiseta, y comencé a sacarla, yo también quería tocar su piel. Cuando lo logré, no pude evitar ruborizarme, su piel era demasiado hermosa. Beomgyu me acercó más a él, para juntar nuestros labios otra vez, esta vez no tuve pudor, y lo mordí con más fuerza. Beomgyu maldijo algo entre dientes, para luego ayudarme a recostarme en la cama, podía sentir el bulto que no dejaba de palpitar de deseo en mi entrepierna. Beomgyu se desabrochó el botón de sus vaqueros, yo no me moví, quería dejarlo que él hiciera lo que faltase. Sentí su tacto frio, mientras me comenzaba a quedar sin ninguna prenda puesta. Cuando sentí que tenía todo mi cuerpo al desnudo, no pude evitar intimidarme ante todo la situación que estaba pasando, todo fue cuestión de minutos, y ahora...

✧ our lost summer» TXT; taegyu  ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora