Capitulo Nueve

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Lauren

-Muy bien chicas, continuamos con la clase tras estos minutos de descanso. Piano por favor, y un, dos, tres, cuatro. Lauren por favor centrate, queda menos de un mes para la representación, no podemos estar con tonterías.

No estaba centrada, estaba furiosa, Cristiano y Pamela habían sido novios antes, bueno, novios, ninguno de ellos habia tenido nunca nada de eso pero coincidian en que la relación mas larga que habían tenido ambos fue la que tuvieron en común. No es que desconfiara de Cristiano... Bueno, si, si que lo hacía pero él es el mas deseado y yo.... Aparte todos esos pensamientos de mi cabeza y me centré en la clase. Margarite tenía razón, debía centrarme en mi representación, según había oído varios profesionales encargados de distintad compañías de todo el país iban a venir a ojear a los bailarines para hacer una selección y, la unica opción que tenía de ser bailarina profesional teniendo a mis padres en contra es si consigo entrar en la mejor compañía, sino, tendré que trabajar en la empresa de mi padre.

Al acabar la clase entré al vestuario y me duché, a la salida había quedado con Cristiano, llevabamos sin vernos dos días porque este había estado enfermo y aun estando mosqueada por lo ocurrido, aunque no tuviera razones para ello le había echado de menos, llevabamos saliendo, si se puede considerar salir a la especie de relación seria que teniamos, menos de un dos meses y aun así habia conseguido meterse bajo mi piel mas qhe cualquier otra persona, claro que tampoco es que yo hubiera tenido novio antes. Me había dicho que me arreglara ya que ibamos a ir a un sitio elegante y luego de fiesta, era sabado por y despues de toda la temporada de exámenes que habíamos tenido el acabarlo sonaba a gloria y teniamos que celebrarlo por todo lo alto. Me puse un vestido negro corto de tirantes y cuello en V ajustado con mis tacones negros de tacón ancho y, debiado a la temperatura en el exterior me puse mi chaquetón marrón de pelo. Guardé las cosas en la taquilla y salí. Al llegar a la puerta principal no ví a nadie, habiamos quedado a las 9:30 y eran las 9:35. "Esperaré un poco mas, es normal que se haya retrasado un poco, el tráfico a estas horas es horrible". Pasaban los minutos y no llegaba nadie, estaba empezando a mosquearme y, aunque me negara a creerlo, una voz en mi interior me decía que me había dejado tirada. Tras media hora de espera me canse de esperar y llamé a Débora.

-Tía, ¿donde estás?.

-En casa terminando de arreglarme, tengo que decierte que este vestido que me has dejado es precioso y aunque te duela escucharlo seguramente me queda mejor que a tí. Por cierto, ¿que haces llamandome?, ¿no se supone que estabas cenando con Cristiano?.

-Si, tu lo has dicho, se supone, pero según parece el señorito se ha olvidado.

-Alex no me ha dicho nada de que estuviera ocupado pero a lo mejor le ha surgido algo, no te preocupes, luego en la discoteca te explicará el por qué.

¿Por qué no te vienes a casa y vamos juntas luego a la discoteca? Así me maquillas que Alex tenía algo que decirme y no quiero que se fije en otra y no me lo diga.

Decidí hacerle caso a Débora, no hay nada de lo que preocuparse, como ha estado malo a lo mejor ha tenido que ir al médico o algo asi. Intentaba tranquilizarme a mi misma mientrad me dirigía a la parada de taxi que se encontraba a cuatro calles de donde me situaba pero en mi interior algo me decía que no me iba a gustar la respuesta que me iba a dar Cristiano. Me quedaban solo dos calles para llegar a mi destino cuando dos chicos aparecieron detras de mi, aceleré mi paso de manera discreta aunque en realidad lo que deseaba era salir corriendo. Ellos tambien comenzaron a caminar mas deprisa y, uno de ellos me gritó-" Guapa ten cuidado con esos tacones que te puedes hacer daño, baja un poco el ritmo y unete a nosotros, te acompañaremos a donde tengas que ir".

No contesté, hice caso omiso a lo que me estaban diciendo y, saqué el movil del bolso. No sabía a quien podia llamar, nadie estaba por esta zona, ni siquera yo tendría que estar en ella. Si no hubiera sido por los estupidos tacones que llevaba habría empezado a correr pero irònicamente me había arreglado para una persona que me había dejado plantada y que, indirectamente sería la culpable de un posible secuestro. Casi me estaban alcanzando cuando llegué a la puerta de un restaurante y vi a un chico fumando fuera.

-¿Cuantas veces te he dicho que no me gusta que fumes? Te morirás antes por no hablar de los horribles órganos imposibles de donar que dejarás.

-Perdona pero no se...

-Sigueme el rollo por favor- le susurré cuando los otros dos chicos pasaban por detrás de mí.

-Ya cariño, se que me lo has dicho muchas veces pero por mas que lo intento...

Los otros dos ya se habían alejado bastante como para poder darle explicaciones a mi salvador.

-Gracias, y perdón por haberte molestado, pero esos dos que han pasado llevan persiguiendome varias calles y estaba comenzando a asustarme.

-No te preocupes, no ha sido ninguna molestia ayudarte. Es mas, aunque te suene raro y me quieras matar en cuanto acabe de decirlo, me habría encantado que te hubieran perseguido antes si con ello te hubiera conocido.

Me senti alagada pero tambien un poco molesta, no sabía a que se debían las confianzas que se había tomado pero aun asi decidi no decir nada desagradable, al fin y al cabo me habia ayudado a salir de esta.

-Si, muchas chicas habrían deseado encontrarse a alguien como tu, así se habrían ahorrado un disgusto. Ahora si me disculpas tengo que irme, llego tarde a un sitio.

-¿Quieres que te acompañe? No tengo nada que hacer y no me gustaría que volvieras a encontrarte con esa panda de impresentables.

En otra situación me habría negado a que me acompañara pero de verdad que se lo agradecía ya que seguia con el miedo metido en el cuerpo y lo que menos deseaba era que me volviera a pasar algo asi.

-Si, si no te importa estaría bien, a mi tampoco me gustaría volver a encontrarmelos y menos que de aquí hasta la parada de taxi no hay ningún otro restaurante. Se rió mostrando una preciosa dentadura blanca antes de añadir. -Pues entonces vamos, no quiero que llegues tarde. Me llamo Marcos por cierto.

El último baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora