Capítulo 3

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Narra Alice

Un mes después

Estoy triste y a la vez un poco feliz, no quería casarme tan pronto, pero recuerdo que estaré con el hombre que nos protegerá a mis hermanas y a mi.

- ¿Lista? - me pregunta Mateo el hermano de mi futuro esposo, lo miré y asentí.

La boda sería en la iglesia y luego iremos a la celebración que es en la mansión de la hermana de Sebastián.

- ¿Y mis hermanas? - pregunte.

- Se fueron hace unos minutos, dijeron que tenían que arreglar unas cuantas cosas en la iglesia - dijo y asentí.

Con ayuda de Mateo, me subo a la limusina que nos llevará, miró mi casa y suspiro. Apartir de hoy, mi vida cambiaría por completo.

[...]

Al llegar a la iglesia el miedo se apodera de mí, mis manos sudaban en el ramo, y respiro profundamente un par de veces. Mateo sostiene mi mano y nos dirigimos a la entrada de la iglesia. Todo está hermosamente decorado mis hermanas hicieron un gran trabajo. Mis amigos me sonríen y les devuelvo el gesto. Sebastián, está al final esperándome con esa sonrisa curvada que derrite.

- Cuídala hermano - le dijo Mateo a Sebastián.

[...]

No lo puedo creer oficialmente soy una mujer casada.

- Por fin eres mi esposa - dijo Sebastián sonriendo.

No dirigimos al lugar de la ceremonía, que quedaba a unos minutos de la iglesia, hicimos una sesión de fotos con mis amigos y la familia de Sebastián. Bailamos, tire el ramo de flores y éste cayó en las manos de mi hermana Lucía.

Nos despedimos de todos, incluyendo a mis hermanas, aquí es el momento en que mi corazón se estruja un poco. No estoy preparada para tomar el rol de esposa, pero creo que aprenderé.

Llegamos a la mansión de Sebastián, no iremos de luna de miel, porqué él tiene asuntos que atender en sus empresas, por lo que iremos en una semana si, no me equívoco.

Sebastián se bajo de la camioneta para abrirme la puerta, me extendió su mano y yo la agarre, saco las maletas y las metió a la mansión. Me agarró cómo, si fuera una princesa y nos adentramos a la mansión.

- Bienvenida a tu casa mi amor - dijo con una sonrisa.

- Gracias - dije le di un beso en la mejilla y le sonreí.

- Tenemos que hablar de unas cuantas cosas - me dice quitándose su esmoquin - Vas a dejar de vestir cómo lo haces, ahora eres mi esposa y no andaras enseñando demás - lo miré.

- Qué sea tu esposa, no quiere decir que puedes mandar en mí - digo enojada. Se acerca a mí y la verdad me asustó en la manera que me veía.

- Vas a hacer lo que te dije y punto mi amor, créeme es por tu bien - dice tocando mi cara. No dije más nada porqué a la hora que iba a hablar puso sus dedos en mis labios y luego me besó. Quitó mi ropa, y me tumbó en la cama.

Soy la mujer del narcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora