Capítulo 4

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Narra Alice

Me fui a nuestra habitación, me bañe y después me puse el pijama. Me fui a acostar y quedé profundamente dormida.

Unas horas después

Desperté desorientada al escuchar ruidos en la habitación, miré la hora y eran las 2 de la madrugada, observo a Sebastián cuándo prendo la luz de mi mesa de noche.

Está muy borracho. Tiene una botella de alcohol que no distingo la marca, se acerca a mí y me aterra. Se sienta a mi lado y el olor a Ron llega a mis fosas nasales.

- Buenas noches mi amor - arrastra las palabras.

- Buenas noches - le respondo en un susurro. Se acerca más a mi pegando nuestras frentes y luego nuestros labios. Traté de besarle, pero me fue imposible, su olor me da náuseas.

- ¿Por qué te separas? - me mira con enojo.

- Estás tomado, apestas a alcohol - ríe poniéndose de pie y tirando la botella al suelo. Éste acto me asusto por lo que di un pequeño salto en la cama.

- Ahora apestará más - empezó a quitarse la ropa y pensé que iba a ducharse, pero no, se subió en la cama y se tumbó encima de mí.

- Sebastián por favor. Es tarde y estás tomado - empezó a besar mi cuello - Sebastián por favor basta - seguía besando y manoseando mi cuerpo - Sebastián detente - a este punto ya me estaba desesperando, me estaba haciendo daño con lo brusco que hacía sus movimientos. Me estaba mordiendo y quitando mi ropa de una forma desesperada para los dos.

- Eres mi mujer. Mi puta mujer - dijo eso en un tono que no me gustó.

Escuchar eso me dolió. ¿Puta? Enserio, me había dicho puta.

- Sebastián me estás haciendo daño. No quiero hacerlo por favor detente. ¿Si? Por favor - las lágrimas hacían presencia en la escena y la desesperación también esto no era lo que yo esperaba.

- Sshh - seguía besándome con más agresividad. Lo único que me quedaba de ropa eran mis bragas... Cosa que no duró mucho, Sebastián se deshizo de ellas en un abrir y cerrar de ojos. Él es muy fuerte y a pesar de estar alcoholizado, tiene una fuerza brutal. Y yo... Pues sólo soy una mujer indefensa que no se sabe defender y lo único que hace es llorar.

- Sebastián... - entró en mí de forma brusca, sin importarle hacerme daño. No es la primera vez, pero duele y duele mucho; no estoy acostumbrada a ésto y la forma no es la correcta ni la más placentera.

No entiendo su comportamiento, me hace daño, me pide perdón y vuelve a hacerme daño de la peor manera.

Nunca me imaginé ser violada y golpeada por mi esposo.

Nada es lo que aparenta.

[...]

Nunca me imaginé en está situación en la que hasta llorar duele. Me duele todo el cuerpo. Me encuentro desde hace 2 horas aquí en la cama que fui violada llorando.

¿Y que puedo hacer? Nada esa es la respuesta nada.

Me duele todo el cuerpo. Me duelen mis partes íntimas. Necesito ayuda para moverme y obvio no quiero la ayuda de él.

Cuando él termino, cogió el celular de la habitación y lo estampó contra la pared, cogió el mío y se lo llevó. Estoy incomunicada y lo peor es que cerró la puerta con llave.

Y ni modo que me lance de un tercer piso.

No tengo por dónde escapar.

Cómo pude poco a poco me voy sentando en la cama y varios sollozos se me escapan. A pasó tortuga camino hasta el baño, camino hasta la ducha, reguló el agua a fría y dejó caer en está mi cuerpo unos minutos.

Luego de entregarme toda salgo para cambiarme y me encuentro con mi peor pesadilla. Lo miré rápidamente lágrimas se hicieron presentes en mis mejillas rojas. Quería correr, pero no podía; además él se estaba acercando a mí y por más rápido que corriera al baño a encerrarme él me alcanzaría.

- ¿Cómo estás? - lo miré sin poder creerlo, después de lo que me hizo viene a preguntar cómo estoy. Di un paso con dirección al clóset, pero él me detuvo - Te hice una pregunta.

-  Cómo crees que estoy después de que mi supuesto esposo, me golpea y luego me viola de una forma muy brusca... Te lo dejó en la imaginación.

- Lo siento. Se que fuí un poco brusco, pero no te viole. Eres mi mujer y hago lo que se me plazca contigo - dice obvio

- Cierto. Cómo dijo el señor ayer "Eres mi mujer. Eres mi puta mujer" . Qué bonita es la vida de casada - es lo único que digo antes de seguir mi destino.

Me metí en el clóset, me senté en uno de los mueblos que había y lloré, lloré en silencio por unos cuantos minutos.

- Toc toc - se escucho la puerta

- ¿Qué esperas para salir? - pregunto Sebastián del otro lado.

- Ya voy - limpié las lágrimas de mi rostro y terminé de vestirme.

Me había puesto una camisa manga larga color azul oscuro, unos jeans negros, unos botines negros y el collar que tenía los anillos de mis padres.

- Veo que nos estamos entendiendo - dice mirando mi vestimenta.

- No te hagas ilusiones - le digo saliendo de la habitación. Estaba vistiendo ropa que me tapaba y la verdad no sé porque, me la puse.

Bajamos al comedor, yo con mucha dificultad de vez en cuando él, me estaba ayudaba a sostenerme para no caer por las escaleras.

Qué dolor más insoportable.

Nos sentamos en el comedor y a pesar de que no tenía hambre él y sus amenazas me hicieron comer.

- Estaré en el despacho - se pone de pie se acerca a mí y deja un beso en mi frente. No digo nada, me quedo ahí sentada por un buen rato pensando y analizando. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a salir de aquí? ¿Cómo voy a salir de las garras de éste hombre?

- Señora - una de las mucamas, me saca de mis pensamientos - ¿Desea algo más de comer?.

- No, gracias - no puedo pedirle ayuda a las empleadas y él muy estúpido no usa teléfonos locales.

Estoy completamente perdida.

- Voy a mi habitación - hablé.

Fui a la habitación, metí toda mi ropa en el clóset y me puse a ver televisión.

Solo no dejaba de pensar en lo sucedido, él me había violado. Quería llorar, no quería estar con ese hombre.

Cómo él dijo: Eres mi puta mujer. Tenía razón. Me sentía sucia tenía asco de mi misma.

Me sentía una completa puta.

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Soy la mujer del narcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora