Capitulo 8

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Este capítulo contiene o menciona temas como adicciones o autolesiones que pueden llegar a incomodar al lector/a.

05:30 am.

Alguien golpeaba la puerta, supuse que era Soren así que le grite que pasara.

– Soren, pasa y espérame en el comedor.

Nadie respondió, pero escuché el click de la puerta al cerrarse.

Me acababa de salir de bañar, me gire para agarra un sujetador y ahí estaba el.

Recostado en el marco de la puerta con una sonrisa arrogante en su rostro.

Me sobre salte, aferrándome a la toalla que era lo único que me cubría en este momento.

– Veo que esperabas a alguien más.

Dijo frunciendo el ceño, me miro de arriba abajo y me dedico una sonrisa.

– ¿Qué haces aquí?

Fue único que pude decir, mi respiración entre cortada, mi mente aun no procesaba que el este aquí.

– Pensé que sería bueno que habláramos antes de entrar a clases, si quieres hacer otra cosa no me negaré.

Su estupida y maldita sonrisa no desaparecía de su rostro.

– Espérame en la cocina.

Fue lo único que dije, no me metería en su juego de palabras.

– No hay nada que no haya visto antes.

Dijo con su sonrisa más amplia que antes.

– Sal de aquí.

Grite pero él no se movía.

– ¡AHORA!

Grite arrojándole una almohada.

El levantó las manos en forma de rendición y salió de la habitación.

Él se veía jodidamente bien, su pelo rubio despeinado, sus ojos grises en los que solía perderme , llevaba el uniforme del college, había olvidado lo bien que se veía con el.

Termine de cambiarme, me mire al espejo antes de salir, mi pelo suelto y arreglado, mi pollera del uniforme era el justo de largo perfecto, tres dedos arriba de las rodillas, la camiseta llevaba lo dos primero botones desbotonados.

Me dirigí hacia la cocina y ahí estaba el, sentado en con dos tazas de café.

– Prepare café – comentó mientras me alcanzaba una taza.

– Gracias.

– Pensé que después podríamos ir juntos al college.

Dijo mientras pasaba una mano por su cabello.

Él sabía que eso antes me encantaba, aún lo hace de hecho dudo que alguna vez deje de gustarme.

– No puedo ¿qué quieres?

Dije sonando más fría de lo que pretendía.

– Siempre tan ansiosa, tu me llamaste ayer ¿lo olvidas?

Dijo mientras tomaba un sorbo de su café.

– Eso fue un error, supéralo.

Dije sentándome en la silla frente a él.

– ¿Quien es Soren?

– No importa quien es ¿para qué viniste?

– ¿Estas apurada?

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