Bienvenido al Mundo (1era. Parte)

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Sentía la refrescante brisa en su rostro mientras estaba sentado en una mecedora al mismo tiempo que acariciaba su ya enorme barriga. Suspiraba de cuando en cuando, mientras escuchaba el canto de las gaviotas y las olas del mar al chocar con los riscos de la isla.

Eso lo hacía relajarse tanto, que no se dio cuenta que alguien había entrado en la habitación, pero Judal sonrió al reconocer esos pasos acercándosele para luego hincarse frente a el al mismo tiempo que una cabeza se apoyaba en su barriga. Con una sonrisa comenzó a acariciar una melena morada, mientras su otra mano se entrelazaba con otra. Luego de un rato

- ¿Cómo estás?

- Aburrido de estar encerrado todos los días – suspiro resignado

- Amor – sonriéndole y encarándolo – sabes que puede llegar en cualquier momento

- Sinbad...

- Y sabes que no me perdonaría si algo malo les llegara a suceder

- Lo sé, pero aun así quiero salir, aunque sea al jardín por cinco minutos y también quiero ver a Antares

- Tranquilo, el esta bien; di instrucciones de cuidarlo y tratarlo tal y como tú lo haces

- Aun así, quiero verlo

- Judal

- Por favor

Sinbad suspiro al ver el pequeño puchero del azabache al miso tiempo que se debatía si cumplir o no su deseo.

- Solo cinco minutos, no mas y usaras la silla de ruedas

- Oye, no estoy enfermo sino en cinta. Además, quiero caminar y me ayudara cuando el bebé nazca

- Judal...

- Está bien – bufo – de aquí al jardín usare la silla, pero fuera del palacio caminare. Y cuando volvamos regresare en ella

- ¿Estas negociando?

- Creo que si – sonriendo

- Te falta practica – sonrió el mayor – pero, trato hecho

Sinbad se acerco para besar los labios de Judal. Luego, acerco la silla de ruedas y con sumo cuidado, sentó a su esposo.

- Espera, déjame arreglarme un poco

El mayor vio como el menor se peinaba un poco, revisando que su ropa no estuviera arrugada y finalmente, retoco las sombra en sus ojos. Ya listo, Sinbad llevo a Judal hacia los establos donde Antares era cepillado con cuidado, el corcel, al sentir la presencia de su dueño, se acercó.

Los mozos querían detenerlo, pero Sinbad sonrió y negó. Con cuidado, Antares se acerco primero a la barriga de Judal, quien dibujo una sonrisa en su rostro al sentir una patadita del bebé.

- También esta feliz de verte amigo – el corcel ahora acerco su hocico a su mejilla – también te extrañe. Sin, por favor

Con un asentimiento, uno de los mozos se acerco al rey para retirar la silla mientras este ayudaba a Judal a ponerse pie.

- Con cuidado, un paso a la vez

- Si – sintiendo un leve calambre - ¡ay!

- ¡¿Qué pasa?!, ¡¿estas bien?! – Sinbad alarmado

- Tranquilo, esto pasa cuando te pones de pie después de estar mucho tiempo sentado

Sinbad solo sonrió y asintió al mozo quien termino de retirar la silla, con cuidado, Judal camino hacia Antares para apoyarse en él. Una vez hecho, ambos empezaron a caminar despacio al principio y después un poco mas rápido, bajo la mirada del peli morado, los mozos y algunos guardias.

Arabiya layla GendanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora