... —Voltéate —ordenó.
—¿Qué? —pregunté confundida, él acababa de patear mis neuronas fuera de mi cerebro, mi cara aún hormigueaba por el contacto de su barba.
—Quiero besar cada parte de tu piel —susurró en mi oído guiando mi cuerpo a la posición que él quería sobre mis rodillas—. Quiero contar cada lunar que tengas, quiero delinear cada curva de tu cuerpo con mi lengua, quiero que sientas mi toque por días, joder lo he querido durante tanto tiempo...
Temblores se adueñaron de mi cuerpo cuando él hizo justamente eso, no pude mantener los ojos abiertos ni guardar silencio, sus manos estaban en todas partes, parecía querer consumirme y no dejar nada a su paso...
Desperté de súbito boca abajo con mi rostro pegado a la almohada.
¿Pero qué...? ¿Qué hacía teniendo esa clase de sueñ...?
Los músculos resentidos de mi cuerpo me reclamaron cuando me senté sobre la cama y los recuerdos de la noche anterior que al principio eran borrosos, se aclararon a medida que recuperaba el sentido.
¿En qué momento me había vuelto así de loca?
«Una loca muy desnuda y muy sola»
Miré a mi alrededor, la cama estaba hecha un desastre y no había rastros de él en ninguna parte. Me envolví con la sábana antes de ir hasta el armario dónde había acomodado unas cuantas cosas, aunque la mayoría seguía en las cajas tenía lo esencial a la mano, busqué la ropa para hoy y con eso me fui al baño.
El reflejo que me devolvió la mirada desde el espejo me dejó casi sin aliento, y no por el cabello enmarañado o labios hinchados, no, si no por las incontables manchas rojas que comenzaban desde mi cuello, hasta... no era necesario que quitara la tela para verlos, sabía a la perfección hasta donde.
Ahora la pregunta del millón, otra vez... ¿Me arrepentía?
Tenía la sensación de que debía hacerlo, aunque fuera un poco.
No aparté la vista de mi misma, esforzándome en encontrar algún rastro, un signo de ese arrepentimiento. Porque era consiente –sabía quién y qué era él–, de como esto podía complicar las cosas para mí al romper el trato que me daba una garantía de seguridad, y a eso debía sumarle que hacía nada estaba en una relación estable que duró años.
Aun así –como parecía ser siempre cuando se trataba de él–, no pude encontrarlo, no me arrepentía de lo que hice.
«De lo que dejaste que te hiciera querrás decir»
Sacudí mi cabeza intentando aclararla antes de meterme a la ducha, me enjuagué el cabello y cuerpo de forma mecánica con cara hacia la pared. Tal como lo prometió podía percibir su toque en cada movimiento, un ligero recordatorio de lo que él era capaz de hacerme sentir.
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Zagan (The Hellish Royalty #1)
De TodoZagan. En demonología es un rey y presidente del infierno que comanda treinta y seis legiones de demonios. En esta historia es solo un hombre, uno poderoso que podría ser su encarnación en la tierra perfectamente, es el dueño de toda Europa, o lo m...