Corazón sellado

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Pov. Annabeth

El plan de Percy no estaba tan mal como había pensado hace ya unos tres meses. Rachel presumía que salían y Percy solo se quedaba ahí incómodo. La verdad, no soy una persona celosa, me da igual que ande con amigas o Rachel, ya que solo finge.

Nuevamente, voy tarde. Es raro, soy la mejor de la clase, pero siempre llego tarde a la primera clase. Seguramente porque me quedó toda la noche despierta y después me doy cuenta que ya amaneció.

Ahora ya no podía tapar mis ojeras. Percy y Piper me habían convencido que mostrara más cuerpo, porque la ropa holgada no me quedaba bien. Están locos, la ropa holgada es lo mejor, y aún mejor si te queda grande.

Volviendo a lo de antes, otra desventaja de vestirme así es que me muero de frío. Llevaba una blusa celeste pastel y unos pantalones de color negro, unas botas y al final encima un chaleco que no abriga más que una miga.

Entre a clases justamente diez segundos antes del profesor. Nos tocaba física, una de las materias que más odio. Me senté rodando ojos, todo el mundo me dice que a mi me deben encantar todas las materias, pero la mayoría las odio.

Miré hacia atrás, estaban Jason y Piper (habían empezado a salir de una vez) y Leo un poco más atrás. Al lado de Leo, estaba el hueco de Percy.

Hasta ahí quedó mi emoción. En las clases que odiaba, me gustaba mirar a Percy y lanzar papelitos, aunque definitivamente a Percy no le sale discreto. Lo sorprendente, es que la ciega de Rachel nunca se da cuenta que Percy y yo hablamos casi todo el día.

Hablar con Percy era tan tranquilizador, sentía que el si me escuchaba y si estaba ahí. Sobre un bote salvavidas flotando en el charco negro de mi soledad. No era hipócrita, era real, sincero y estaba conmigo. Igual que él...

Que tonta, hablo como una poeta si sigo así. Aleje ese pensamiento de mi cabeza, podía sentir como el dolor de las quemaduras aumentaban en mi pecho.

Eso es todo chicos, retírense – terminó el profesor. Tomó sus cosas y se fue, mis compañeros hicieron lo mismo. Perfecto, pasaron dos horas en un segundo y no escuché absolutamente nada.

¿Estás bien? – me preguntó Piper, por fin se alejó de Jason. Estábamos solas, no sé si era yo, pero todo a mi alrededor se movía más rápido. Parpadee, ahí seguíamos solas en el salón, Mira y yo...

Abrí los ojos, volví a mirar a Piper. Piel clara, pelo color castaño con pequeños mechones rosas, ojos color caramelo. Una soga en su cuello...

Retrocedí varios pasos alarmada, no, veía mal, no podía ser cierto, otra vez no.

Annabeth, ¿qué te pasa? ¿Pasa algo? – su voz ya no sonaba igual, más aguda y melosa. No podía verla, su cara cambiaba, morena, clara, castaño, chocolate. Me mareaba, sus ojos estaban llenos de preocupación. Hice lo primero que pude, corrí fuera – ¡Annabeth!

Me tapé las orejas, no quería escuchar su voz. Chocaba con las personas, no me importaba. Llegué a lo más lejos que se podía. Estaba frente el bosque donde me juntaba con Percy, me adentre sin pensar. El tiempo no corría igual a mis ojos.

Me senté apoyándome en un árbol, ya estaba en la frontera del bosquecito. La respiración no se me calmaba, sentía que todo se movía. Solo había sido un pensamiento ¿por qué pasaba? ¿por qué en ese momento? Estaba lejos, muy lejos, ¿por qué...?

Annabeth, te encontré ¿Qué pasa? – logré salir de mis pensamientos. Ahí estaban Piper y Percy llenos de preocupación, Nico estaba más atrás igual de interesado. Piper estaba normal, morena y de pelo color chocolate, no tenía una soga – Me asustaste, saliste corriendo y temblabas

¿puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora