Novena bala: Las preocupaciones de la hermana mayor

120 21 3
                                    


—¡No! —gritó Yuzu con fuerza. Su cuerpo se estremeció por completo y tomó una almohada para cubrir su cara por unos segundos hasta que alzó la vista. No era capaz de hablar a causa de la terrible escena de la que era testigo. La impresión era tan grande que solo podía mirar aterrada los cuerpos sin vida y las grandes manchas de sangre fresca extendidas por el suelo. Aun cuando tuviera la intención de auxiliar a las víctimas de tan espantoso crimen, sabía que no podía hacer nada. Recuperó la compostura tras un momento. Quería entrar a la pantalla para ayudar a esos desafortunados hermanos o, al menos, darles unas palabras de apoyo. De la nada, otro sobresalto; apretó la almohada con una fuerza desmedida y las manos tensas como cables de acero. Desde la mesa del comedor, Mei la miraba en silencio por sobre uno de los libros que Sky le había prestado—. ¡No lo hagas, Nezuko! ¡Es tu hermano!

—¿Lo ves? Te dije que te gustaría —alardeó Sky desde su sillón individual. Había empezado la función especial de anime sentado en el mismo sofá que Yuzu, pero tras recibir un par de almohadazos y las frenéticas reacciones de su clienta ante cualquier escena en pantalla, prefirió alejarse—. Ahora explícame una cosa, ¿cómo es posible que no vieras Kimetsu no Yaiba antes?

Yuzu se limitó a pedirle silencio con un gesto. Estaba absorta en la televisión y no quería perder ni un solo detalle de la serie. ¿Cómo pudo emocionarse tanto? No era la primera vez que prestaba atención a un shonen; sin embargo, pocas veces habían captado su atención y prefería cambiar de canal en busca de algo más romántico. Tal vez era por el mismo encierro que le tomó gusto o en verdad le parecía una buena serie para entretenerse un rato; lo único cierto era que todas las propuestas de Sky para el maratón de aquella tarde provocaron las mismas reacciones en Yuzu de principio a fin sin importar el género que fueran.

Mei no podía dejar de ver a Yuzu. Ya estaba acostumbrada a leer con ella cerca; sus constantes interrupciones no le molestaban en absoluto y en algunas ocasiones, por increíble que parezca, le era más difícil concentrarse sin que la rubia estuviera cerca. El hecho de verle tan animada durante la tarde, no solo le traía una sensación de tranquilidad, también provocaba en ella una inexplicable y autentica alegría. No obstante, su atención por momentos se dirigía al mercenario. A diferencia de la rubia, quien no apartaba los ojos de la televisión y pasó gritando por todo, él estuvo callado la mayor parte del tiempo. A veces apartaba la mirada de la pantalla para enfocarse en la puerta, en otras ocasiones, notó como tomaba su celular y tecleaba con gran velocidad. Algo estaba tramando.

—Vaya, Yuzu en verdad se deja envolver por la trama —dijo Joey divertido por las reacciones de la rubia. Él quería ocupar un lugar en el sillón, pero al ver lo enérgica que estaba ella, prefirió dejarle un poco más de espacio.

—Así reacciona siempre —respondió Mei—. En especial cuando algo en verdad le gusta.

—Debe ser difícil vivir con una persona tan ruidosa. En nuestro caso, yo soy el ruidoso —terminó con una risa.

—Con el tiempo me acostumbré.

—Ir al cine juntas debe ser toda una experiencia,

—A veces resulta molesto —dijo cerrando el libro. Joey sintió que la respuesta venía cargada de molestia y temía haber evocado algún recuerdo malo. Era posible que, en alguna ocasión, los empleados del cine tuvieron que sacarlas de la sala por el alboroto provocado. También pudo ser que su insistencia en hablarle fuera la causa de la molestia, pues Mei estaba leyendo—. Aun así... me gusta ir con Yuzu.

Las preocupaciones de Joey quedaron a un lado cuando escucho esa respuesta. Sus actuales clientas tenían unas personalidades muy marcadas y distintas, tanto que era difícil imaginar una relación entre ellas. Ya fueran hermanas de sangre o hermanastras, las diferencias en sus formas de ser no representarían un problema para la convivencia; dentro de la misma familia se pueden ver personalidades muy distintas entre cada miembro y a pesar de ello se puede mantener una buena convivencia, con sus excepciones que nunca faltan. No hacía falta pensarlo mucho; ambas chicas eran polos opuestos. Por donde lo mirase, lo único que tenían en común era el amor que sentían la una por la otra, aunque este era expresado de manera diferente.

Bullet daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora