Alma Marchita

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Los días pasaban y para Natalia las clases eran realmente pesadas, con demasiada información. Un único momento de paz lo encontraba con el grupo de Avengers. Eran como pequeños oasis de diversión en un desierto de aburrimiento. Tenía algunos pequeños (casi infantiles) ataques de los enemigos que acababa de hacer, sobre todo de Sharon. Ella siempre la molestaba, le tiraba las cosas, peos sabía como contra atacar. No podía decir que realmente que la molestara, eran simples celos de una loca de amor. Aunque nunca diría en voz alta que Rumlow también la seguía. Synthia había apartado su interés, pero él no. Llegaba a ser realmente molesto. Por otra parte, dentro de Avengers, con quien más hablaba eran Pepper, Bobbi, Clint, Tony, Steve e Bucky. También daba su atención y estaba con simpatizantes como Sif o Hope, pero realmente le encantaba estar con Pepper. Alguna que otra vez ya la había invitado a su casa y ella aceptó gustosamente.

Su padre estaba realmente nervioso con ese cambio tan radical que había dado. Volvía a ser alegre, viva, pero no sabía si aquello influía en sus notas. Sabía que su niña quería dedicarse a las bellas artes, pero no podía permitirse el lujo de que malviviera como artista, así que quería asegurarse de que tuviera un título debajo de la manga aunque fuera como plan B. Tampoco se atrevía a preguntar a ningún superior de su tiempo en aquel territorio, ya que eso podría o menguar o acelerar su periodo de servicio en aquel lugar. Esperaba las notas sentado, mientras veía de una foto de ellos dos juntos. Realmente, no se atrevía a contar algunas verdades a su pelirroja. Verdades que quizás le dolerían o alegraría. Tenía que arriesgarse, pero tampoco lo veía tan necesario

-Padre, las notas- se sintió como el chico del anuncio de las enciclopedias

Se sorprendió al instante. No había fallado. A pesar del cambio de idioma, había logrado unas notas realmente envidiables.

-Perfecto, Natasha, esto dará buena vista a la universidad donde quieras entrar...A veces me recuerdas a tu madre

Ella se sorprendió ante el comentario pero no le pregunto porque. Simplemente se sentó a su lado y se dejo estar. habrá cambiado de ropa, pero nunca de sentimientos y siempre le agradecería que la hubiera acogido.

-¿Conoció a mi madre?- se atrevió a preguntar temblando cual flan

-...¡El timbre!- dijo levantándose del sofá para contestar. Nunca había amado tanto un timbre. Pero cuando abrió la puerta su "alegría" se fue al carajo- Natasha, el hijo del vecino y el rubio que no quiero ver más en esta puerta

-Diles que ya voy, me tengo que cambiar- grito la chica antes de que se escuchara un portazo.

No tuvo más opción que dejarlos pasar e invitarlos a un café. El frio ya había empezado y Natalia solo usaba la ropa corta para las fiestas. Pero por mucho que se abrigara la joven, se seguía viendo perfecta.

-Señor, se que...-quiso hablar Steve pero Iván le dio una muy gélida mirada

-Hiciste llorar a mi hija, agradece que todavía no tenga armas en esta casa- aquel menosprecio hizo reír a Bucky- y James, gracias por traer a mi hija segura de este loco que tienes por amigo y esos locos de tu colegio

Este se marcho y su amigo se rio más.

-Siempre...siempre le caes mal a los padres de ella...¿Como lo haces?

-Si yo supiera...- dijo cabizbajo. hasta aparto el café de su vista pensando que tendía veneno.

Vieron bajar a Natasha preparada y quedaron con la boca por el suelo. Sin duda, tener a Hope en el bando servía para mucho. Tenía un jersey verde de punto con un abrigo marrón, pantalones marrones y unas botas marrones. Ambos respetaron el pacto e intentaron que la pelirroja, que estaba aprovechando el espejo del salón para su pinta labios rojo, no se diera cuenta de nada. Su padre la citó en la cocina, advirtiéndola de sus horas y de esos chicos. Ella lo tranquilizó, recordando que los dos eran de fiar (aunque ya era un poco inútil para Steve) y se marcho en la paga en el bolsillo. Irían a los recreativos un rato y de paso a ver cuando era la próxima fiesta programada.

Llegando a TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora