Capítulo 6

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Itachi podría querer hablar, reflexionó Izumi. pero advirtió que no había sugerido la privacidad de una de las habitaciones del hotel en el que estaban alojados para hacerlo. Al parecer, aquella noche no estaba dispuesto a correr riesgos. Con cierta diversión, y no menos fascinación, Izumi comprendió que la estaba tratando con la misma tranquilidad con la que se habría enfrentado a un puma suelto.

Izumi se quitó por segunda vez los zapatos de tacón. En realidad no tenía ninguna razón para no hacerlo. Dudaba que a nadie en aquella ciudad se le hubiera ocurrido hacer ningún comentario aunque hubiera salido a pasear completamente desnuda. Excepto Itachi, quizá, pero los pies le dolían después de haber pasado tanto tiempo de pie con aquellos zapatos de tacón.

No había escasez alguna de bares, ni dentro ni fuera de los casinos, pero Itachi eligió uno particularmente tranquilo, y además la condujo hasta la mesa más apartada del local. Los números del Keno resplandecían sobre la barra, pero era más prudente apartarse del incesante parpadeo de las luces. Los asientos de las sillas eran de un exuberante terciopelo rojo y descansaban sobre la más mullida de las alfombras. Las faldas de damasco azul marino que cubrían la mesa servían también para ocultar los pies descalzos de Izumi y una seductora vela titilaba en medio de la mesa.

Itachi pidió una cerveza y elevó los ojos al cielo cuando Izumi pidió para ella un vaso de leche. Ya estaba, pensó Izumi. El sentido del humor de aquel hombre era revitalizante.

Seguramente, una copa de brandy la habría ayudado a dormir mejor, pero también lo haría la leche. Desde que la había obligado a alejarse de los niños, Itachi no había dejado de fruncir el ceño ni un solo segundo. Pero en cuanto el camarero les sirvió las bebidas, el detective dio un par de sorbos a su cerveza y adoptó una expresión que insinuaba que estaba dispuesto a mostrarse razonable.

Aunque quizá Izumi estuviera siendo demasiado optimista. Itachi comenzó la conversación exponiendo amable y escrupulosamente toda la información que había obtenido sobre Suzume. Izumi estaba asombrada de que de pronto se mostrara tan voluntarioso, abierto y colaborador. Al menos con ella. Pero poco a poco, fue dándose cuenta de algo obvio.

Aquel listillo no quería que ella supiera nada. Lo único que estaba haciendo era dejar caer la información suficiente como para convencerla de que esa Suzume era una delincuente peligrosa a la que una ingenua consumidora de leche debería evitar.

Izumi subió uno de los pies a la silla, mucho más interesada en la información que le
estaba proporcionando el detective que en su ridícula estrategia para hacerla volver a su casa.

—Así que ahora ya estamos seguros de que Suzume está utilizando una identidad falsa, y que también lo ha hecho antes. Sabemos que viaja con su novio, tiene treinta y cinco años y es una mujer atractiva. A juzgar por los gastos que ha cargado a su tarjeta de crédito, es una mujer de gustos caros. Y también podemos demostrar que estuvo en Minneapolis, alojada en un hotel, alrededor de la fecha en la que Tayuya fue asesinada. Quizá no sea suficiente, pero si conseguimos encontrar alguna prueba directa, es probable que nos sirva para demostrar la inocencia de mi hermano. También sabemos que no tiene ni trabajo ni ninguna fuente de ingresos que le permita financiar el tren de vida al que está acostumbrada. ¿Me he olvidado de algo hasta ahora?

—No, de nada. Ese es todo el paquete de información del que disponemos.

—Maldita sea, Itachi. Estamos tan cerca... Sé que esa mujer es la que mató a Tayuya. Puedo olerlo. Y si pudiéramos conocerla personalmente, encontrar la manera de hablar con ella, estoy convencida de que podría descubrir el vínculo que la une a Tayuya... Por cierto, ¿en qué hotel dices que está alojada?

—No pierdas el tiempo dirigiéndome esas miraditas inocentes, pequeña. No te he dicho el hotel en el que está alojada ni pienso hacerlo. Solo hay una razón por la que te he puesto al corriente de todo esto...

Orgullo y seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora