Capítulo XIX

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Capítulo XIX

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Capítulo XIX

El camino al hospital nunca antes le había parecido tan largo, ni el paisaje tan funesto. Nunca su corazón se había sentido tan pesado ni había experimentado aquel nudo en el alma que apenas y la dejaba respirar. La primera vez, cuando recibió aquella funesta llamada en su casa en Novi Grad, ella había gozado al menos de la incertidumbre, del beneficio de la duda, de la esperanza de que las cosas mejorarían. Ahora, sin embargo, ella sabía claramente lo que padecía su hermano y cuáles eran las posibilidades de que sobreviviera. Bucky acariciaba su muslo o su brazo en cada semáforo en rojo, esperando tranquilizarla, darle confianza. Pero, el frío que la había llenado por dentro cuando le dijeron que su hermano había tenido una nueva crisis y que estaba al borde de la muerte, no la había abandonado en ningún momento. Cuando finalmente él estacionó el auto, ambos descendieron de un salto y corrieron al interior del hospital, dirigiéndose apresuradamente hacia el área de cardiología.

Allí les informaron que Pietro había sido trasladado al área de cuidados intensivos y que precisaban de la presencia de Bucky en la junta médica que se estaba realizando en ese momento. James atravesó las puertas acristaladas hecho una exhalación. Wanda quiso seguirlo, sin embargo, los brazos firmes pero gentiles de Rebeca la detuvieron. La chica intentó soltarse de su agarre y peleó para soltarse, pero, cuando se dio cuenta de quién era, se giró hacia ella, sosteniéndola por los hombros con el rostro desencajado.

─ Beca, ¿qué fue lo que pasó? ¿Qué tiene Pietro? ─ preguntó, con el corazón en un puño.

─ Hoy despertó de buen humor y quiso sentarse. Así que subimos un poco su catre y lo dejamos sentado un rato. Así pasó la tarde, pero, luego comenzó a ponerse mal. Se descompensó... fue muy rápido, Wanda. Lo trasladamos de inmediato a cuidados intensivos y ahora están evaluando si pueden operarlo de nuevo...─ le explicó y Wanda asintió, sosteniéndose de ella mientras miraba hacia las puertas acristaladas que la separaban de su otra mitad.

─ Es por su corazón, ¿no es así? Su corazón ya no resiste... necesita un nuevo corazón...─ murmuró, más para sí misma que para la chica. Rebeca asintió y Wanda se soltó suavemente de su agarre, retrocediendo un par de pasos.

─ ¿Wanda? ─ Rebeca se le acercó, notando algo extraño en su mirada.

─ Todo está bien... iré a la oficina de James, a- a buscar algo...─ murmuró, volteándose y dándole la espalda. Rebeca se acercó a ella y puso una mano sobre su hombro.

─ Wanda, confía en el doctor Barnes─ le pidió en voz baja. Wanda asintió, sin mirarla y apuró el paso, dirigiéndose a la oficina del médico.

Mientras caminaba, pasaron por su mente todos los momentos compartidos desde que hubo regresado a su lado por mera circunstancia. Abrió la puerta del despacho y miró a su alrededor, sintiendo sobre ella la mirada de Rosie en las fotos que adornaban su despacho. También estaban allí los ojos de María, mirándola sonriente, como si se burlara de ella. Se dejó caer sobre el linóleo, acuclillada y abrazó sus piernas, sollozando quedo. De pronto tenía diecisiete años de nuevo y su madre acababa de morir. El mundo se desmoronaba a su alrededor, la única persona que había estado siempre a su lado se había ido para siempre y ahora sólo eran ella y su hermano frente al mundo. Sin embargo, un par de brazos fuertes la rodearon y el aroma de una colonia dolorosamente familiar la envolvió. Aún recordaba el brillo de los ojos de James cuando le pidió que se quedara con él.

Aún sentía aquella punzada de felicidad, rápida y fugaz como un rayo, seguida de el más profundo vacío cuando debió mentirle para poder irse lejos, con un desconocido que más tarde probó ser exactamente lo que ella había creído desde el principio, una completa y total desgracia. Todos esos años lejos, con la mochila de la culpa colgando de sus hombros día y noche... sólo una persona había estado con ella: Pietro. Pietro, con su risa escandalosa y sus bromas pésimas y aquella arrogancia fingida que escondía al corazón más grande y generoso del mundo. Pietro que fue capaz de atravesar su auto en medio de la carretera para rescatar a un perro atropellado, Pietro, el que se colaba en su cuarto por las noches para abrazarla cuando llegaba el aniversario de la muerte de su madre y que la dejaba llorar hasta que se dormía, sabiendo que no sólo lloraba por Magda Maximoff, sino también por el amor que había dejado atrás y que nunca pensó recuperar.

Lloró más alto, pensando en Rosie, en lo compleja que sería su vida de ahora en más, en lo difícil que sería para James criarla solo... pero, luego se dijo que había hecho un maravilloso trabajo con ella desde el día uno y seguiría haciéndolo en el futuro. Tenía a Claudia y a John y, probablemente volvería a encontrar a alguien que lo hiciera feliz. Lo merecía. Su hermano estaba muriendo y ella era su única esperanza. Se levantó del suelo y agarró una de los recetarios de Bucky, garabateando una breve nota de despedida. "No quiero que vayas a llorar por mí, ni que te culpes por esto. Sé que, al ser su gemela, yo soy perfectamente compatible con él. Dale a Pietro mi corazón, pero, quiero que sepas que éste siempre será tuyo. Siempre fue tuyo. Nunca amé a nadie como te amé a ti, James. Cuida de Rosie y de Claudia. Los amo".

Rebeca miró a Wanda alejarse rápidamente por el pasillo y supo que algo andaba mal de inmediato. Por su mente cruzó la conversación que habían tenido unos días cuando la chica le había consultado sobre la compatibilidad de los trasplantes. "Bueno, en teoría, tú serías compatible con él en un 100%, eres su gemela idéntica, comparten ADN casi exacto...", le había explicado ella y aquella realización la hizo palidecer de golpe. Corrió hacia la zona de cuidados intensivos y golpeó desesperadamente la puerta de la sala médica. El doctor Brown abrió la puerta con el ceño fruncido y la miró con desaprobación.

─ ¿Qué cree que hace, enfermera? ─ preguntó, pero ella lo ignoró. Buscó con la vista al doctor Barnes y en cuanto lo encontró, corrió hacia él, arrastrándolo con ella.

─ Doctor, tiene que venir, por favor...─ suplicó, al ver su expresión extrañada─ Se trata de Wanda...

Bucky se tensó y asintió, saliendo con ella de la sala.

─ ¿Qué pasa con Wanda? ─ preguntó, preocupado.

─ Tiene que ir a su oficina, ella fue a encerrarse ahí, dijo que estaba bien, pero... pero, yo no le creo... ¿la ventana de su oficina se abre? ─ preguntó atropelladamente y Bucky palideció, echando a correr como un poseso en dirección a su oficina.

Intentó abrir la puerta, pero, ella había cerrado por dentro. Sin tiempo de llamar a la puerta, apoyó el hombro contra la madera y la empujó con todas sus fuerzas, derribándola sin mucha dificultad. Wanda estaba de pie en el alféizar de su ventana, con el vestido ondeando alrededor debido al viento que provocaba aquella altura. Estaban en el piso 16. Una caída desde esa altura era mortal y ella lo sabía. La muchacha se volvió a él al oír el estruendo de la puerta y lo detuvo con un gesto.

─ No te acerques, James─ le pidió, con la voz quebrada─ Esto... esto no es por ti... yo tengo que salvar a mi hermano─ Bucky se tensó, sintiendo las lágrimas picar en sus ojos─ Por favor...cuida de Rosie, ¿sí? ─ pidió y él frunció el ceño.

─ ¡Me prometiste que la cuidarías conmigo! ─ le recordó, acercándose un paso. No quería espantarla y que ella saltara─ Me prometiste que me ayudarías con ella, que la apoyaríamos juntos... ─ cada frase era un nuevo y pequeño paso─ Dijiste que estarías conmigo mientras que yo te quisiera a mi lado... ¿qué me dirías si yo te dijera que te quiero a mi lado para siempre? No quiero volver a perderte, Wanda... no así, no de nuevo...─ suplicó y ella sollozó, aferrada al marco de la ventana.

─ Pero, Pietro...─ murmuró y él negó, acercándose un nuevo paso.

─ Pietro está estable, lo ingresaremos a pabellón para ganar tiempo... encontraremos la solución, mi amor─ extendió la mano hacia ella y Wanda la miró, dubitativa─ Por favor...ven conmigo...─ pidió, ya con la voz rota y ella no pudo soportar verlo así.

Cogió la mano que le extendían y James la jaló hacia él, acurrucándola entre sus brazos. Le cogió el rostro con ambas manos y la miró, llorando y sonriendo al mismo tiempo.

─ ¡Nunca más vuelvas a hacerme algo así, Wanda! ─ exigió antes de abrazarla con fuerza y dejarla llorar en su hombro, sollozando con ella. 

2 A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora