Capítulo XXI

472 55 33
                                    


Capítulo XXI

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo XXI

─ ¡John! ─ gritó Bucky al ver a su suegro para hacerse oír por sobre el ruido endemoniado de los rotores del helicóptero.

Había subido corriendo al helipuerto del hospital en cuanto le avisaron que el órgano estaba en camino y que lo transportaban por aire para agilizar el proceso. John era un mago, de eso no había duda alguna. El mayor se apeó del vehículo y se sostuvo el sombrero con una mano mientras estrechaba la de su ex yerno con la mano libre.

─ ¿Qué tal, doctor Barnes? ─ saludó, sonriendo con todos sus dientes, como era su costumbre.

─ No creí que vendrías tú también. Pensé que el transporte por aire no era lo tuyo─ comentó, observando como en el interior del helicóptero preparaban el transporte.

El traslado de un órgano humano de un sitio a otro es un proceso delicado y peligroso. El tiempo es el peor enemigo: las células comienzan a morir en el momento en el que dejan de recibir oxígeno y nutrientes de la sangre de un cuerpo vivo y, para mantenerlo con vida, se retrasa el proceso al mantenerlo almacenado en el hielo. Pese a eso, cada órgano tiene un tiempo diferente de conservación tras la muerte: los riñones duran hasta treinta y seis horas, hígado y páncreas unas doce horas y el corazón y los pulmones sólo seis. De ahí la urgencia del traslado y de ahí que el hecho que John hubiese conseguido uno en ese tiempo y que, encima, fuera compatible con Pietro era prácticamente un peligro.

─ El chico también es mi paciente, James Barnes. Y el doctor John Thadeus Hill jamás deja a un paciente, eso deberías saberlo. Dos horas en un helicóptero no me van a detener...─ sentenció, provocando la sonrisa del castaño. Pese a sus palabras, se veía pálido, pero, eso jamás se lo diría. Sabía muy bien que herir el orgullo del viejo John Hill no era asunto de risa.

El anciano galeno ayudó a descender del helicóptero a la enfermera que portaba el contenedor refrigerado en el que transportaban el corazón destinado a Pietro y lo acomodaron con correas a una camilla antes de que los paramédicos echaran a correr con él, camino a su preparación para el pabellón. James y John los siguieron de cerca, caminando apresuradamente.

─ Tengo que preguntarte esto, ¿cómo lo conseguiste, John? Nosotros llevamos semanas buscando un donante, nada había aparecido hasta ahora...─ le dijo una vez que entraron al ascensor.

─ Llamé a una amiga que trabaja en la morgue del hospital. Pregunté si habían recibido a algún donante y sí, resulta que acababa de llegar un muchacho que tuvo tu misma idea: intentar matarse en una moto. La diferencia fue que él tuvo éxito─ relató, provocándole un escalofrío a lo largo de la cicatriz de su espalda─ El punto es que el chico tenía el mismo tipo de sangre que Pietro, lo que lo hace un magnífico candidato. Esperemos que hayamos llegado a tiempo.

─ Esperemos. Por el bien de todos─ reafirmó Bucky, saliendo del ascensor cuando llegaron al piso dieciséis.

El pabellón estaba ya listo. Wanda y Rebeca esperaban en la sala de espera fuera de Cuidados Intensivos y hacia ellas se dirigió John. Wanda suspiró, aliviado de verlo ahí y se fue directo a sus brazos, dejándose abrazar, sintiendo el consuelo que le daban aquellos brazos fuertes y ese potente aroma a colonia de hombre y tabaco fuerte.

2 A.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora