CAPÍTULO 3: MI TRISTE HISTORIA DE AMOR

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5 años antes…

—Te lo pedimos como un favor especial Bella— los ojos dulces de Esme no me dejaban alternativa. Sabía que me querían y que si me pedían esta dolorosa separación era por el bien común.

Edward había recibido una beca completa en la universidad de Vancouver para estudiar medicina pero se negaba a ir porque no quería dejarme. Y la única posibilidad que quedaba era que yo terminara nuestra relación y él decepcionado acceda a irse con sus padres.

—Está bien. Yo… veré la forma de alejarme para que él se replantee las cosas— dije agachando la cabeza. A mí también me dolería esto. Sobre todo hacer algo que sabía que lo lastimaría.

Pero no podía ser egoísta y aferrarme a él cuando tenía una opción de ser algo importante con su vida.

—Gracias Bella. Pasado un tiempo le diremos la verdad. No estés triste, Edward comprenderá— Esme me abrazó, apenas pude contener mis lágrimas.

Me inventé un y mil formas de terminar con Edward o al menos alejarme y decepcionarlo un poco pero nada parecía dar resultado. Si actuaba fríamente con él, parecía creer que estaba con síndrome premenstrual y me daba mi espacio.

Muchas veces traté de terminar nuestra relación pero sus ojos y sus palabras dulces no me dejaban. Dilaté mucho el tiempo, el plazo para responder la solicitud de la universidad casi llegaba a su fin. Así como nuestro último año escolar.

Había decidido echarle la culpa a mi padre. A los ojos de mi novio, sería Charlie el que estaría en contra de lo nuestro, no podía decirle que había dejado de quererlo, esa sería una blasfemia. Tomé valor una mañana y salí de casa con semblante preocupado.

— ¿Te pasa algo amor?— Edward estacionó el auto dos kilómetros antes de llegar a la escuela.

—Edward, Charlie me ha pedido que frecuente a mis demás amigos. Dice que tu y yo pasamos mucho tiempo juntos— su rostro adquirió un semblante serio.

— ¿Y tú crees que eso es lo mejor?— me preguntó.

—Pues… creo que andamos siempre como si fuéramos chicle. No veo a Jacob, a Leah o a los chicos de La Push desde que me llevas y traes todos los días del colegio— dije a modo de queja.

—No lo había visto de esa forma— dijo volviendo a encender el auto.

Durante todo ese día se la pasó callado, no quería molestarlo más, sabía que él era muy maduro y tomaría eso como una forma de alejamiento de mi parte. Me llevó a casa a la salida del colegio y prometió volver por la noche para conversar. Tendría que decirle que quería salir más con otros amigos para que se aleje de mí y pueda pensar su futuro con menos apego por nuestra relación.

Vamos Bella, valor. Qué son tres o cuatro años lejos. Nuestro amor era tan infinito como las estrellas. Así lo había dicho él en nuestra primera vez.

Estaba haciendo mis tareas esa tarde cuando sentí el ruido de unos motores. Eran Jacob, Quil, Jared, Embry y Leah en sus motocicletas

—Ey Bella, chica estudiosa, sal a tomar un poco de aire— me gritaron al verme en la ventana.

— ¡Ya voy!— tomé mi chaqueta y bajé. Le escribí una nota a Charlie para que no se preocupara. Había macarrones en el horno por si me demoraba.

Me subí con Jacob, mi mejor amigo de la infancia, y enrumbamos hacia los acantilados de La Push. El clima estaba cambiando y ahora estaba más cálido.

— ¡Es hora de probar el valor!— gritaron Jared y Quil al llegar.

—Bola de idiotas, láncense al agua si pueden— Leah les sonrió sacando su casco. El aire era sin duda muy agradable. El olor a mar estaba en todas partes, tan fresco.

¿Quién llamó a la cigüeña?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora