Dos noches seguidas esforzándose y durmiendo tarde hizo que una mañana la estudiante se levante con curiosidad horas antes de lo normal, por alguna razón se había desacomodado su horario dejando su cuerpo inquieto y con ganas de actividad. Se vistió con cada prenda escolar perfectamente colocada sobre ella para hacer el mayor tiempo posible y salir a explorar antes del desayuno.
Conocía bien el castillo aunque no tanto las áreas que habían sido recién inauguradas. Si bien era cierto aún tenía prohibido algunos lugares del castillo sin compañía pero no iba a detenerse por las nuevas reglas impuestas en este ya que se sentía con derecho de hacer lo que quisiera porque todos conocían sus razones educativas ¿Dónde estaba el peligro en aprender cosas nuevas?
Esa curiosidad atrevida la llevó a tomar prestado una caja extraña de la sala de menesteres, bueno como un latón, redondeado similar a las que su abuela traía de la tienda llena de galletas.
El objeto no había sido estudiado por completo sin embargo sí tratado con el cuidado pertinente. No lo tocó con sus manos, sólo lo guardó en una bolsa de tela y lo metió dentro de su alforja. Había leído sobre la parte superior: "sellado con artes oscuras, abstenerse a las consecuencias", advertencia suficiente para no hacer más nada con él que guardarlo y llevárselo al mago para ver si ambos podían abrirlo a la hora de su entrevista. Sin duda el objeto era pesado como un latón que resguardaba algo en su interior.
Ese era el tercer día de la semana que asistía con Snape, un día donde intentaría conseguir algo más de él que un simple hola en el principio o un "hasta mañana" al final. Ese profesor era exageradamente cerrado, estaba cansada, empezaba a tener cara de una caja fuerte negra y enojona.
El primer día de la semana, el día lunes, todo lo que había entre ellos, lo que había conseguido ella con tanto esfuerzo como intercambiar más palabras de lo normal, se había esfumado gracias al domingo. El lunes le dejó ver que el pocionista había vuelto a ese carácter mandón, antipático y hermético, esa forma fácil donde todos decidían odiarlo con el alma antes de hacerle un análisis humano y preciso.
Se esforzaba, la chica quería ser amable, amigable, cercana y él, al recibir de ella otro paquete de galletas ese lunes, sacó su varita y lo convirtió en un manojo de gusanos los cuales se comió de un bocado con sal, ají y polvo de limón, mientras ella escribía a mano los papeles que mandaba el ministerio para su tutoría vocacional.
¿Por qué no le dijo que él era hombre de sal en vez de azúcar? Tan fácil que era decirlo desde la anterior oportunidad.
Y ese día, miércoles exactamente, después de pensar cómo acercarse, quería sorprenderlo con esa caja, darle una impresión de curiosidad y sobre todo importancia a escuchar lo que él tenía que enseñarle acerca de las artes oscuras.
Por eso ingresó dentro del aula, diez minutos antes, sigilosa como antes y autorizada por él a no llamar con tres golpes para anunciarse.
-Buenas noches, señor -su voz le hizo ver al mago que se sentía animada.
-Pase, Miss Granger -con el tono de siempre, claro, consizo, sin desear querer tener amigos.
-Puede decime Hermione -sugirió la chica con una sonrisa mientras se quitaba la mochila que pesaba más que otros días.
-No, prefiero llamarla por su apellido, como siempre -soltó firme y serio.
Le dio una mirada recta y ella alzó los hombros de forma imperceptible junto a una expresión suave de su boca, algo así como un: "Bueno".
-Claro, como usted diga -no quería sentirse más incómoda, quería estar relajada.
-Hoy sólo debe llenar una ficha de treinta preguntas y después, podrá irse -para él era mejor así, que se vaya rápido para poder dormir. Al no tener nada que hacer en la madrugada, y al no tener que ir a que lo torturen, ahora, prefería dormir.
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SEVMIONE - Confía En Mí
FanfictionSevmione Historia Primero el presente y después el principio Severus y Hermione tienen algo que no se terminó de resolver