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Robbie Evans.


En mis adentros maldije unas cien veces que la fila fuera considerablemente larga, hasta la idea de irme a mí casa pero no sin antes insultarlos por llegar antes que yo se pasó por mí cabeza. Pero también sabía que no podía culparlos de mi mal humor por algo ajeno, y porque tampoco tengo el valor  suficiente para comenzar una pelea con una ventaja de noventa y nueve personas contra uno, no quería que mi muerte fuera a manos de una horda de personas con cosplays de anime.

Pero todas esas ideas desaparecieron en el momento en que mis pies pisaron el lugar en cuestión, había pasado un año de la última vez que asistí a una convención de anime pero aún así recordaba con exactitud qué tipo de cosas podía llegar a encontrar además de cientos de personas disfrazadas y cosas frikis, siendo la más rara de todas estas aquella vez que en uno de los baños encontré a Asuka haciéndole sexo oral a Sub-zero.

Jeanne y yo caminamos de aquí para allá sin la necesidad de seguir un patrón de camino, puedo decir que lo que más adoro de que ella sea mi compañera es la tranquilidad con la que podemos recorrer el lugar y parar en cada ocasión que algo nos llama la atención, mirando cada cosa con lujo de detalles y sacando conclusiones de en qué lugar de nuestra habitación se vería perfecto.

Otra de las cosas que se robaba nuestra atención era como la gente interpretaba sus cosplays para las cámaras, llevando a cabo actuaciones que se robaban las miradas de los que pasan cerca de ellos y algunos les pedían fotos de manera amistosa.

La castaña lo estaba pasando de la mejor manera, en cuanto sus ojos se posaron en alguno tomos de uno de los mangas que empezó recientemente no dudó en llevárselos junto con un que otro artículo para decorar su estantería,  obedeciendo a sus deseos de compradora compulsiva, ella estaba lista para irse en cualquier momento totalmente feliz de la vida.

Pero el que no podía decir lo mismo era yo. Mi estado de ánimo aquí es un constante sube y baja que iba desde un buen ánimo cuando veía algún artículo que me interesaba o un debate con Jeanne sobre que personaje era mejor que otro, a uno totalmente deprimente cuando recordaba la imagen de Zack pareciendo querer evitarme a mí pero no evitar a Jeanne.

Me sentía del carajo por varias razones, uno de ellas es por arruinarme el día yo mismo dándole una y mil vueltas al asunto en mi cabeza cuando lo lógico sería dejarlo pasar y hacerme mala sangre al respecto en casa. Pero no, la herida estaba muy fresca aún como para intentar convencerme a mí mismo que no sentía nada al respecto.

Sentía, y mucho.

Y no importaba cuántas figuras, mangas, tazas, ropa y artículos friki mirase ni cuánto recorriera este lugar de arriba a abajo y de izquierda a derecha, mi mente aún se encontraba a unas cuadras de aquí y en un momento en específico.

En un movimiento inesperado el cual me tomó por sorpresa sacándome de toda nube de pensamiento, Jeanne me tomó con toda su fuerza de mi muñeca arrastrándome lejos de toda la multitud y de dónde se encontraba toda la diversión. No entendía el porqué de tan repentino acto, y lo expresé mediante quejas y forcejeos los cuales ella ignoró por completo y siguió como si no hubiera nadie a nuestro al rededor que nos observara.

—¿Jeanne que carajos... ?—  antes de que pudiera terminar la frase, la castaña se detiene quedando frente a frente, acertando un rápido golpe en mi frente con la palma de su mano.

—¿Me dirás que diablos te pasa?— atacó sin vueltas poniendo un semblante totalmente serio y cruzándose de brazos.

Aunque ella era más baja que yo y su personalidad era la de una una adolescente de trece años combinada con la responsabilidad y manera de pensar de alguien de cincuenta, sabía ser bastante intimidante cuando se lo proponía, aunque eso es algo que le sale naturalmente y sin ningún tipo de esfuerzo.

I'm Fine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora