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Jeanne Addams.

—Te lo advierto, si no me lo devuelves te patearé el culo tan fuerte que nuestros antepasados lo sentirán— bramé con furia estirando la mano.

No es la primera vez que lo hace, al principio era divertido pero después de una cuántas veces se volvió un completo fastidio, al punto que deseo romper uno de sus dedos por cada vez que esconde mi celular.

¿Hay cosas que ocultar? Si y no, mi casilla de mensajes es tan aburrida que puedo llegar a ser tachada de antisocial, y en cierto punto es verdad. En mi galería hay alrededor de unas 1145 imágenes distribuidas entre personajes 2D y tareas sin hacer que Robbie me envía, la otra parte son fotos mías en ropa interior que no tenían destinatario en concreto.

Mi autoestima era extraño.
Habían veces en las que me despertaba creyendo ser la reencarnación de una diosa del Olimpo. Tanto ego y autoestima no cabían en mí cuerpo.

Mientras que otras me sentía tan deforme como aquel monstruo hecho de mocos de los Cazafantasmas. Sintiendo vergüenza al pensar en que pensaron las personas que me vieron desnuda.

No había un punto medio, no existían los grises.

Era una diosa o una criatura de dudosa procedencia.

—Tus amenazas ya no surgen efecto en mí. Ya no te tengo.. ¡Auch!— se quejó al sentir el impacto de uno de sus autos de colección en la frente.

—Dámelo o te lanzaré todos tus horribles autos en tu horrible cara de simio mal abortado, y sabes que mi puntería es buena— en mi mano se encontraba otro de sus autos a modo de proyectil, a la espera de su respuesta a una nueva amenaza.

—Mierda ok ok, aquí tienes— metió la mano por debajo de su trasero ya que se había sentado encima de él, sacando mi celular entre sus dedos.

—¡Por Dios Matt, eres asqueroso!— me quejé en voz alta sintiendo arcadas en cuanto hizo entrega del aparato el cuál lo tomé con la punta de los dedos.

—Y la próxima vez irá dentro de mis calzoncillos— respondió burlándose, mostrándome el dedo del medio mientras se tiraba de espaldas sobre su cama.

Había ocasiones en las que el asesinato me parecía una opción razonable, luego recordaba que se trataba de mi hermano menor y que la culpa y su espíritu me perseguirán hasta cuándo vaya al baño.

Limpié el celular con una de sus playeras y abandoné esa inmundicia a la que el llama habitación dando un fuerte portazo detrás de mí, mi mañana no arrancó de la mejor manera pero es costumbre, nuestras peleas por las mañanas son tan comunes como el desayuno que prepara mamá.

Caminé hasta mi habitación cerrando la puerta con la suela ya que mis manos estaban ocupadas escribiendole un mensaje a Robbie, a estas horas debe estar repasando por décima vez tener todo listo para ir a la escuela, así que tardará unos minutos en responder.

Tomé mis Vans azules, el uniforme respectivo, algo de dinero y listo, a la espera de la respuesta del idiota de mi amigo para saber a donde debía dirigirme.

—Jeanne, mis audífonos están en tu habitación— oigo el toquido detrás de la puerta y sí, evidentemente era mi hermano.

—¿Y qué carajos hacías tú en mi habitación?— respondí de mala manera, ya tengo dos motivos más que suficientes para darle un buen golpe en la nariz.

I'm Fine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora